viernes, 7 de febrero de 2025

Emociones políticas y organización queer


 

 

Sobre la Asamblea Antifascista LGTBIQNB y la primera Marcha Federal del Orgullo Antifascista Antirracista LGTBIQNB+

Emociones políticas y organización queer

Lucía Naser


Pensar la diversidad sexual en términos de disidencia política no es un proceso evidente ni simultáneo. Esa asociación - que hace a la historia y al presente de la disidencia sexual – quizá sea la que habilitó la creación en tiempo real de una asamblea y una marcha antifascista y antirracista estimada en 800.000 personas en Buenos Aires. Con más de 800 organizaciones adheridas, la acción fue convocada en decenas de ciudades como lo muestra el mapa de convocatorias1.

No hubo que esperar a Davos para ver que, a diferencia de la dictadura con la que el gobierno mileista tiene semejanzas, el proyecto necropolítico de la Libertad Avanza es explícito y desea viralizarse como un meme. Sin embargo es mucha la gente que, si en otro contexto se mantendría silenciosa, de ser arrinconada por el extremismo neofascista se posiciona en su vereda opuesta.

Milei lanzó desde su asunción una escalada de ataques a los colectivos más vulnerados que tuvo uno de sus picos el 28 de enero cuando reforzó sus intenciones de persecución y exterminio a comunidades y personas asociadas a la disidencia sexual y feministas. Las acusaciones apuntan a las prácticas sexuales y formas de vida pero también hay ataques indirectos a la materialidad de la vida de estas comunidades y de la población en general como el cierre de hospitales orientados a la población trans, la desfinanciación de programas de salud mental, la criminalización de la homosexualidad, y la demonización del colectivo LGTBIQNB+. Medidas concretas que se suman a la guerra simbólica con la que Milei organiza su proyecto económico de exterminio a quienes no poseen o no producen riqueza. Con menos auspicio de los algoritmos pero con una enorme potencia política emerge en Argentina e internacionalmente un frente de resistencia antifascista y antirracista liderado por los colectivos más monstruos de la disidencia sexual.

Hay mucho ensayo, saberes, prácticas y redes de la disidencia sexual para poner en juego y a disposición. Lo que comenzó a ser agitado por una Columna Mostri se va ampliando y cobrando densidad política y adhesiones, logrando “torcer la agenda” tras meses de horror ante un fascismo de alcance global cuya versión local ofrece vender argentina para la instalación de un modelo ejemplar de su proyecto. La “Asamblea Antifascista LGTBIQNB” 2 y sus primeras protestas son un sacudón alegre, masivo y radical que interrumpe el estupor y la parálisis causada por la crueldad extrema de los líderes mundiales.

Si prestamos atención a su armado, la Asamblea refuta el prejuicio de que cuestionar las formas de representación y luchar por la visibilidad es sinónimo de hacer política únicamente con o por iguales a une misme. Una asamblea que se anima a convocar a un movimiento de movimientos como paraguas para los deseos antifascistas y antirracistas de muches; una política con el cuerpo y con la fiesta como el orgullo sabe hacerlo, y porque lo que se enfrenta es un odio cuyo placer se organiza en torno a la cacería de enemigos imaginados. Se trata de una protesta sexual contra la erótica del odio y el pánico que moviliza el neofascismo para el que los cuerpos están en el centro del proyecto de explotación y exterminio de la diferencia.


LA DIFERENCIA COMO CORAZÓN DEL MOVIMIENTO

Pero el fascismo que puede mucho no lo puede todo. Las acciones que se despliegan en Argentina destapan la imaginación política radical de un acumulado de prácticas disidentes que, consideradas marginales o leídas como “identitarias”, son hoy capaces de hospitalidad y tejido de complicidades.

Convocatorias que surgen de boca en boca y sin folleto único, asambleas de micrófono abierto que deciden por ovación como kikis de ballroom, o fiestas, abanicazos, un Parque Lezama que cambia de nombre por Nestor Perlongher, la creación de consignas, la inversión de recorridos habituales de la marcha3, un no volveremos al closet amplificado y encabezado por trans, travas/os y trabajadoras sexuales, segundeado por colectivos de los derechos humanos, del orgullo loco, disca, por el movimiento anticarcelario, por gran parte de los transfeminismos, los movimientos estudiantiles, obreros y hasta líderes de partidos políticos.

La politización de estas comunidades es peligrosa para el cis-tema de dominación global en la medida en que genera distancias con el liberalismo para disputar y resignificar desde los cuerpos la “libertad” que está hoy gravemente amenazada. La convocatoria viene además desde una disidencia que se distancia de la estrategia de tomar el estado para cambiarlo desde adentro. Como escribía hace ya más de una década la activista lesbiana y pro sexo val flores:

La política del activismo de la disidencia sexual y genérica se ve reducido hoy a ciertas prácticas, espacios y voces, que se han instalado desde hace algún tiempo, específicamente con el kirchnerismo. Este modo predominante de hacer política, que se convierte con exclusividad en el legítimo, abona los supuestos de que más allá de las instituciones del Estado, no hay poder –ni mundo- posible, por lo tanto, desconoce -y se ocupa de silenciar- aquellos agenciamientos y modos de organización que no tienen al Estado como principal interlocutor. De esta manera, se uniformizan los lenguajes, las acciones, los discursos, las consignas, las interlocuciones, bajo las convenciones de una lengua técnico-administrativa. Así, los pliegues de las identidades, los quiebres de la identificación sexual, las formas singulares de habitar los cuerpos, si no se inscriben en el catálogo estatal de lo reconocible, desaparecen del discurso público y se desactiva la potencialidad refractaria de sus gestos convulsivos y disruptivos de los procesos de normalización”4

Esta oposición a-normal al gobierno de Milei y a las fuerzas que encarna es convocada desde el lumpenaje sexual, desde movimientos de artistas y activistas que vienen organizando apañes, rancheos, marchas del orgullo, fiestas como forma de protesta. Una política que vienen construyendo dispersa pero contundentemente colectivos poco institucionalizados, resistiendo al aparataje de los grandes sindicatos y al abandono de la clase política en un momento clave, creando redes para cuando todas las redes oficiales y estatales se vacían, saliendo a la calle sin pedir permiso para proclamar su derecho a ser, creando sus propias organizaciones. Una comunidad que viene sufriendo atentados y ataques directos que se llevan vidas, una comunidad que no se deja amedrentar y se organiza como máquina de guerra tentacular cuyo pensamiento no se concentra en una “sola cabeza” y por ende es mucho más difícil de decapitar. En un post de instagram el día siguiente a la marcha el colectivo Yo no fui publicaba:

Hace más de 1 año, junto a otros colectivos, creamos La Mostri, una columna que fue amuchándose y ocupando el espacio público para quienes no nos sentimos representadxs con los modos normalizados de ocupar las calles. Luego del discurso espantoso de exterminio a nuestras existencias por parte de Javier Milei, circulamos, precupadxs, unos mensajes través de un grupo donde se propuso armar un espacio para hablar y pensar juntxs cómo confrontar el plan sistemático de gobierno. Así se creó la Asamblea Antifascista y Antirracista LGTBIQNB+, así nos volvimos a encontrar entre diferentes, entre rotxs, entre marronxs, entre travas, maricas, tortas, chorras, putas, no binaries, discas, jubiladxs y una cantidad enorme de diferencias que decidimos salir a la calle a hacer una manifestación Mostri porque además de estar hartxs y como decimos con nuestro querido Comité de Revolución Imaginaria, somos y seguiremos siendo: aguafiestas de los fascismos”5.

Aguafiestas del neofascismo”6: ; creando desbordes con marco teórico, haciendo historia y también echando mano de la historia del radicalismo político de la disidencia sexual en Argentina. Frente de liberación homosexual, Potencia tortillera, Ni Una Menos, AMMAR -Sindicato de Trabajadorxs Sexualxs de Argentina, Yo no fui, Orgullo loco buenos aires, Orgullo disca buenos aires, Columna mostri, Tribu Mostra, comunidades del ballroom y la noche, centros de estudiantes, trabajadores de la educación y la ciencia ocupando por primera vez universidades hace unos meses, trabajadores de la salud, personas con VIH, piketeres de la aurora, frentes de jubilades; organizaciones migrantes y afrodescendientes, son junto a cientos de autoconvocades algunes colectivos que gestaron y activan el movimiento.


FURIA TRAVA

Les desviades y las travas como ideólogues de la protesta crean una movilización con la singularidad de sus sensibilidades pero no para ser sus únicos integrantes sino para que se expanda como pólvora ante un sistema que promete exterminio y expande pasiones tristes.

Las disidencias están entrenadas en desobedecer con el cuerpo; conocen la adrenalina y la potencia de dislocar en la práctica la normatividad del espacio público. El escenario es de politización: del movimiento LGTBIQ+ pero también de toda la población. Si bien los relatos dominantes hablan de derrota, emergen escenas en las que personas toman por primera vez en su vida un micrófono o las calles, se instalan asambleas, se organizan y agrupan aunque sea fugazmente quienes enfrentan la homofobia y al fasicsmo desde la fragilidad de vidas quebradas y aisladas por el desmembramiento de lazos y redes que es uno de los pilares del avance fascista.

Reconociendo la importancia de los afectos y los vínculos, sin caer en la trampa de actuar bajo banderas o consignas nacionales, una red transnacional se activa para decirle basta a presidentes y corporaciones, a los dueños del gran capital (la verdadera minoría) y sus seguidores de a pie dedicades a odiar a quienes ya sufren lo peor del desmantelamiento de la salud pública, la educación pública y el ajuste económico. Cuando no hay mucho que perder, temer se transforma en hacer. Si la radicalización del fasismo es el enemigo, la resistencia siempre adopta alguna forma de lo resistido.

Hacer con lo que hay, hacer números, pensar desde la experiencia colectiva y personal, leer las urgencias, no desesperar, improvisar en los huecos de lo que aún es posible, imaginar lo improbable. Si el binarismo resiste queriendo aplanar a quienes desean vidas por fuera de él, desde la Asamblea se proclama que entonces solo hay dos géneros: fascista y anti fascista. Claves de una articulación que para movilizarse necesita de combinaciones sutiles entre fuerza y relajación.

Mamá, hace tiempo que no podía expresar tanto lo que siento” me dijo mi hija de 5 cuando nos íbamos de una pequeña concentración que se armó en José Ignacio (balneario de la costa este de Uruguay). Y yo pensé que para expresar hay que sentir y hace tiempo que no lograba conmoverme como con estas jornadas activadas desde la otra orilla. Juntarnos con otres para seguir sintiendo quizá sea no sólo la primera parte, sino la más importante para mantener vivo el deseo de una vida no fascista y la movilización.

1 Puede verse en umap.openstreetmap.fr, “Marcha LGBTIQ+ Antifacista y Antirracista”.

2 Videos, fotos, convocatorias y más información de la asamblea pueden consultarse en su cuenta de Instagram @asambleaantifascistalgtbiq.

3 Revista Anfibia (31-I-25)

4 Tomado de val flores, Un pensamiento lumpérico”, en escritos herèticos.

5 En la cuenta de Instagram de Yo no fui

6 Consigna del Comité Cósmico de Crisis y bandera de la Columna Mostri, Revista Anfibia (31-I-25)

 

Publicado en Semanario Brecha

miércoles, 10 de enero de 2024

Lágrimas de leche


 

Lágrimas de leche. Mucho más que cuarentena o el puerperio como nos gusta

Publicado en CUADERNOS DE DANZA

 

 

 

Y acá estamos. Naciste hace un mes, llevamos treinta días juntxs, y mientras tus cachetes ganan fuerza y el shock de entrar al mundo va dando lugar a tu transformación en cachorrx humanx, transcurre la fase conocida como “puerperio”.

Busco en internet cuánto dura; dicen que de 10 días a 12 meses… Dicen que son 9 meses adentro y 9 meses afuera, yo me pregunto cuánto lleva pasar de embarazada a mamá. ¿Quién soy ahora que ya no soy ni la que era, ni la que fui 9 meses, ni nada que se parezca a algo que reconozco? 

Pasamos los meses de gestación de fiesta, inventándonos nuestro modo de hacer vida juntxs. Compartimos desde surf en olas gigantes hasta fiestas desacatadas con panza de nueve meses. Compartimos clases, marchas, paseos, velorios, siestas, mimos, viajes, cumpleaños. Fue un período de total simbiosis y esa armonía tuvo un final tan feliz como desafiante; ahora somos dos y nos toca la danza de los primeros meses de tu vida y mis meses de adaptación a la tuya. 

42 semanas gozadas pero también crispadas con el entorno, hasta que un día ya no me enojé cuando me preguntaba: “¿Qué es?”. En un momento me di cuenta de que estaba pronta para que nacieras, es decir, dejarte salir a este mundo fétido y cruel al que decidí traerte (si, decidí, y el rayo de la culpa me parte al medio) para que fuera nuestro útero compartido.  

“¿Qué es?”. Como si una respuesta genderizada y binaria pudiera resolverlo. ¿Qué es? Y miran la panza porque dan por hecho lo que yo soy. Nacemos de mujer diría Rich, pero la parafrasearía para decir que nacemos de personas cuyas identidades son múltiples y fluidas. Nacemos de otrxs y renacemos tantas veces, en la calle, los vínculos, las heridas, los encuentros, las caídas, las recuperaciones.  

Nunca fui(mos) más hermafroditas que en estos meses o quizá nunca me habia dado cuenta de cómo se puede ser tantas cosas al mismo tiempo. Útero y pene al mismo tiempo. Sexo y género se entreveran tal como nuestros cromosomas. 

Y ahora estás acá. Mientras no dormías pensé una lista de todo lo que iba a hacer cuando tuviera un ratito para mi pero ahora que te dejaste poner en la cuna estoy acá parada, pasmada sin tener idea de para qué o cómo usar el tiempo. El puerperio es un pegue de la droga-bebé y a cada unx le da distinto. 

Considero ponerme a escribir, necesidad de catarsis o testimonio, consciente de que una tecla apretada con demasiado entusiasmo podría acabar con la precaria concentración y su sueño. Quizá un yoga para recuperar la espalda y la energía o la tentación de una siesta en el sillón, o agarrar el celular y entrar de modo hipnótico en la enredada ficción de enterarme qué anda pasando fuera de estas paredes. La novela en proceso me quedó en el otro cuarto y una madera mal pisada puede desatar un llanto amargo que acabaría con esta pausa. Me muevo como una ladrona en mi propia casa, como terrorista en la fachada de una embajada. 

Considero ponerme a escribir pero la volatilidad de mis emociones y mis pensamientos no resisten la letra fija, al menos no una que no delinee la ciclotimia extrema como cualidad dominante en mi mundo interior. Y gases, muchos gases. 

No hago más que registrar este estado único de (des)concentración. De perplejidad. De asombro mezclado con hastío y tedio. Y ahí estás, soñás que tomas teta tirando al aire unos chupetazos entre-dormido y solo verte hace que me chorree leche. El puerperio no es una experiencia de la escasez sino del exceso, exceso de leche, de carne, de saliva, de excrementos, de cuerpos en un mismo cuarto y cama. La vida abunda de manera monstruosa (como es la vida) y me toca ser cuerpo traductor entre una pulsión vital exagerada y la administración y proveeduría de sus fluidos, abscesos, olores, pegotes, manchas, chorreos. 

Un segundo quiero seas bebé por siempre y al siguiente, quiero que ya mismo sepas ir al baño solx. Un momento me encuentro agradeciendo la licencia que me habilita la experiencia excepcional de cobrar sin trabajar fuera de casa y ocuparme de las cosas más simples de la existencia y el próximo preferiría estar en la comisión de la división jurídica antes que limpiar tu culo una vez más.  

De tener al milagro de la vida sucediendo dentro, a ser un montón de tejidos colgando flácidamente por dentro y por fuera.  

No hay con quien enojarme y esto diferencia este tiempo agridulce de otras experiencias híbridas en las que malestar y placer se muestran más que opuestos, partes de lo mismo. No hay con quien enojarme; no tengo ni pongo excusas de haber decidido, de no haber abortado o usado condón. Tu existencia es, al menos en lo que me toca, elegida. Y, en consecuencia, mi presente. Hay que ser canalla para enojarte con un bebé que quiere upa. 

Así que elige tu propia aventura: ¿algodón o cotonete? ¿Baby Sec, Pampers o Huggies? El plástico, los pañales, los apósitos post parto, los protectores de lactancia, las toallitas para la cola, los cotonetes, los pañuelos, el algodón, las gasas. Derramo lágrimas de leche sobre la guita dejada a las multinacionales que me cobran 700 pesos un paquete de pañales que no duran ni una semana y me siento una “mala” madre por ser incapaz de sostener el ciclo ecológico del aguanta-caca reutilizable. La ecologista que pide pajita, la militante que entrega su tiempo al espacio doméstico, la profe que copia, la disidente que forma familia, la paciente que se inocula una dosis de la enfermedad que padece. Hackear la potencia de los procesos vitales, me digo, desgobernar los guiones de reproducción de la vida, me convenzo. La concha de dios, murmuro. Y practico lo que puedo. 

 


El real beboteo 

Parto, partir, pariente, par. El binomio madre-hijx contrasta con la multiplicidad y fluidez de la vida social que nos rodea y la intimidad entre les dos a veces se transforma en soledad o quizás me contagié de tu soledad de bebé, huérfano reciente de útero. La gente entra y sale de casa, llegan de sus actividades y se van a la siguiente y nosotrxs somos como un cuadro congelado que alguien puso en pausa y se olvidó de dar play. 

Él sólo te necesita a vos, dice la pediatra y a mi me queda resonando la frase como una sentencia, como un dictámen, como un eco que me llena de culpa y deber. Sólo a mi, solo me necesita a mi. Mi espalda cansada de upa coloniza todos los posibles minutos de los próximos meses, erosiona la posibilidad de que viva mi deseo al lado de tu cuerpito bebi. ¿Me necesita sólo a mí o a mi sola? La lactancia concatena una serie de necesidades que hace que cuánto más das, más necesitas dar. Por cada hora de ausencia una mamadera llena de leche en la heladera. Sólo a mí, sola a mí…. 

Y me da ansiedad y me dura poco la fidelidad al intento de no usar dispositivos mientras estoy contigo. Cuando, en verdad, me estresa mucho más de lo que me alivia, intentar contestar los mensajes contigo ahí mirándome (y transformándote a una velocidad que es casi visible y que no quiero perderme). Silencioso y boca abajo, el celular, esa extensión que ahora es reemplazada por vos (gracias). Dejo Instagram y sé que cuando vuelva todo seguirá ahí y pruebo chuparme el dedo, chupetearte un poco, buscar contacto con tu mirada aún vizcacha. 

Estar con un bebé es un poco volverse bebé.

Y otra vez a dar la teta, que es como darse a una por completo; dar algo que sale de una y nutre a otrx sin saber de dónde o cómo es que ese líquido blanco y dulce capaz de mantener a un ser vivo pudo producirse entre tu pecho y mi espalda. El orgullo no aplica cuando el mérito no depende totalmente de tu voluntad y cuando el cuerpo duele, duelen la espalda y los pezones (los deseos y necesidades no siempre se alinean), los tiempos y duraciones para cada una de tus acciones, desde comer a coger, no son decididos por vos. Sé que vos me entendés bebé. La vida es por un rato carente de (la ficción de) autonomía y colmada de urgencias siempre más urgentes que la propia urgencia. 

Estar con un bebé es un poco volverse un bebé y a veces no sé quién parió a quién. 

 


Embarazo positivo o positivo de embarazo 

Meconio, entuertos, cuarentena, loquios, calostro, puerperio, encarno un diccionario de las palabras más horribles que parecen haberse inventado. Como un adiestramiento lingüístico para la abnegación y la privación de todo placer y belleza. EL PUERPERIO. 

“Es importante mantener la calma y el buen clima”. Durante el embarazo acepté participar de un pseudo estudio de acompañamiento en el que nos mandaban placas semanales en las que te comparaban con diferentes vegetales y un montón de frases moralizantes y moralistas redundando en la premisa de que “si queremos podemos”. El capacitismo y el embarazo se dan la mano como si las ganas fueran suficientes para salir airosxs. “Busca ayuda psicológica si la necesitas”; y “felicidades por el nacimiento de tu bebé”, llegó a la semana 39 ignorando que a nosotrxs nos quedaban casi 3 semanas más por delante. ¿Y lxs que nacen en las semanas 42 o 41? ¿Y las mamás que no ven nacer vivxs a sus bebés? Que se jodan. Cuando llegó el mensaje con “agradedios” en vez de agradecidos procedí a desuscribirme no sin antes dejar un feedback con olor a leche cuajada. 

No todxs lxs bebés nacen en la misma semana, no todos los cuerpos son iguales, no todas lxs puérperxs necesitamos lo mismo. A veces es un paquete de pañales y una siesta, otras puede ser que alguien te hable de otra cosa o ir de fiesta hasta las seis de la mañana, a veces es droga o contarle a alguien que estás cagadxs del miedo a la muerte porque vamos, las chances de palmar en el momento del parto son altas. 

Imágenes de posibles muertes de tu bebé y tuyas te taladran el cerebro en los momentos menos esperados. La figuración de posibles trágicos accidentes es parte de tu cotidiano (y si hermana, no estás loca ni sola en eso). La imaginación a veces canaliza los miedos y fantasmas haciéndote ver escenas que no se parecen ni aparecen en las publicidades de productos para recién nacidxs ni en las representaciones hegemónicas de las madres, ni en los folletos de información sobre los beneficios de la lactancia. 

Mientras tanto, el útero pulsa por un poco de placer con la intriga de qué había y a dónde fue lo que antes lo habitaba. Expandido en su memoria contenedora de un ser que ahora berrea y patalea pero ya fuera de mi cuerpo, el útero te extraña, bebé y no hay experiencia háptica que pueda reemplazar la sensación de sentirte moverte adentro mio. ¿Cómo puedo extrañarte en la panza teniéndote justo delante mío? 

Exploro todo lo que puedo hacer con una sola mano, duermo diferente y despierto sin haber perdido del todo la vigilia. Upa radical y zarandeo a las inercias. ¿Qué es este animal que me hace proteger a mi cachorro hasta de mi misma? ¿Qué es estx otrx que sin vergüenza desata mis pensamientos más caníbales?  

Pienso en huir, pienso en evadirme, pienso en llorar más fuerte que vos y cagarme encima, en protesta regresiva. Hago cuentas, especulando si contratar con mi sueldo a una niñera e irme a nadar al río o comprar un vale por un mes en la panadería de la esquina y no pensar más en ninguna merienda almuerzo o cena: todo cañón de dulce de leche. Mientras, entran y salen las visitas, total mamá se encarga, total el mercado y los sistemas de seguridad social ya anuncian y naturalizan que puedo con todo, porque recorrimos la góndola de “mamá y bebé” y ya tenemos “todo” lo que necesitamos. Plum. La puerta se cierra y solo faltan cinco horas para que alguien regrese. Somos vos y yo; el par parido. El par partido re construyéndose a los tumbos. 

Ser teta 24/7. Me hago un mate, lavo unas frutas y me exprimo leche para dejar mamaderas llenas y poder salir un rato de casa. Mi ausencia necesita de la presencia de mi sustancia. Tambo Naser. Nos reímos. Y caen más lágrimas de leche. 

Nada que no sea ser unxs animales mamíferos y todo lo obstruido por la razón humana y su necedad. Nada nos prepara para ser alimento para otrx y no solo espiritual. Nada nos prepara para que de tu cuerpo dependa la vida de otro cuerpo. Tu presencia es ausencia para otrx. Mis estados anímicos se tornan afección directa del cuerpo de otrx; hasta la leche cambia de composición según cómo una se sienta.

Me enternezco y me exaspero al mismo tiempo, como en un jugo imposible de ingredientes que se chocan. Pero la exasperación enmascara que todes, necesitamos ser abrazades y que nos dan ganas de llorar cuando nos sentimos sin la piel que necesitamos que nos contenga. La resistencia y dureza caen y la necesidad aflora como los recuerdos de niñez de los que no pudimos hacer cascarita. Todxs fuimos bebotes y recordar esa extrema fragilidad siendo testigos de la de otrx nos desarma como un huracán a una choza endeble que juraba firmeza. El regreso a esa vulnerabilidad se suma a otra: la proximidad del nacimiento y la muerte. La vida es frágil en su inicio y puede descarrilar en cualquier momento. Que si me muero, ¿quién y cómo te cuida? Que si morís, no sé cómo seguiría, porque aunque viví toda mi vida sin vos inexplicablemente tu presencia ahora me es absolutamente imprescindible. 


El orgasmo del bebé 

Se finge trazar límites precisos entre el sexo y la gestación como si el embarazo no fuera un continuo con la sexualidad, una experiencia netamente sexual. De las muchas sensaciones que implica el embarazo, compartir un orgasmo (que en lxs cuerpxs útero portantes se manifiesta en ondulaciones en los tejidos del útero similares a las contracciones de un parto) con un hijx en la panza es una de las experiencias más zarpadas y uno de los mayores tabúes. Cada día de mis dos embarazos a término intenté dedicar un orgasmo a mis peques como metodología desviada para introducirlxs en los placeres que no conocen fronteras entre este y aquel lado de la piel. 

Gonadotropina coriónica humana, luteinizante, foliculoestimulante, estrógeno, progesterona, relaxina, oxitocina, prolactina. La revolución hormonal que rodea al proceso de gestación es un ciclón de deseo y repulsión sexual que va y viene como las subidas y bajadas de una marea  que se volvió loca. Que te chupen los pezones todo el día no aminora la calentura, mientras el útero no para de distenderse y contraerse, de pulsar, irrigar y sangrar a cada chupetazo de bebé. 

Una tormenta eléctrica en soma o lo más próximo a estar poseída. La hormona del amor, la hormona de la leche y un cocktail por el que las emociones son resultado de la cultura que hace a nuestros cuerpos. 

Menopausia y menstruación, masturbación y cuarentena, felicidad y desesperación. No sexo en 40 días, te dicen, pero deberían decir que lo único que no se puede hacer es penetración vaginal. Ante la abstinencia de todas las rutinas y la disciplina en el consumo de sustancias por lactancia, el orgasmo es la única droga permitida. Yo me doy este permiso.  Es también el mejor método para la recuperación de un útero y de un cuerpo que nunca será el mismo ni desea serlo. 

Orgasmos para concebir, orgasmos para parir, orgasmos para criar. El lema de mi maternidad elegida. La práctica que me mantiene cuerda y también la que me coloca en riesgo de ser vista como una friki. 

“Ni se te nota que tuviste un bebé”, me comentan en la puerta de la escuela. “Engordaste poco, ¿no? Nunca te había visto con pancita”, dice alguien a un mes de que dejé de ser una bola redonda llena de bebé. El mandato de ser mamá viene acompañado con el de minimizar o anular cualquier signo visible de que eso sucedió. Si estás hecha mierda por dentro no importa. Que no se note es el objetivo para la norma corporal antes, durante y después de crear una vida con tu propio cuerpo. Como si la parte visible de un proceso que te sacude por completo la existencia no fuera solo una pequeñísima parte de todo lo que te está pasando. 

Disimular y ocultar la parte “fea” del laburo que hacemos para que esta especie que merecería la extinción se propague es lo que se espera de nosotras, las ladys, las regias, las que no te molestarán con sus deformidades, malestares, olores y (dis)funcionalidades 

Dar el cuerpo, dar la teta, darlo todo sin osar a querer quedarte con nada, ni con la honestidad con vos misma. Ser para otre, incondicionalmente. 

Bebé, sé que no esperas eso de mi y por eso te lo cuento, como un exorcismo, como un pacto temprano en nuestro vínculo, como un ritual para que contactemos con lo elegido y rechacemos lo impuesto.

A veces pienso que la crianza respetuosa es un backlash patriarcal para reducir el margen ganado a pura disputa por maternidades desobedientes del modelo de la buena mujer-esposa-madre. La mirada infantil reemplaza y se alía con la mirada masculina. O peor, la mirada masculina se enmascara e interioriza, siendo reciclada bajo la fórmula de cuidado a las crías del macho. 

La ola naturalista es además de biologicista, punitiva. La vigilancia que impone que si te metes con la naturaleza todo, absolutamente TODO, tiene que ser natural. Y de ahí que sos menos madre si no pariste por la vagina o no vivió adentro tuyo el pibx que ahora acompañas, cuidas y crías todos los días, o si no le diste teta hasta que se te secó la leche y la paciencia. 

La crianza respetuosa tiene que ser también respetuosa de las diferencias entre nuestras posibilidades, necesidades y deseos. Incluso deseos difíciles de explicar o justificar, porque si gestar no depende de la razón, tampoco se explica con la razón el deseo de ser más en este mundo que apesta. De todo modos, bebé, la razón no nos está llevando para ningún lado muy bueno y por ello arriesgo a conectar con la inconmensurabilidad, con la intuición y con el acto antieconómico en términos de todas las energías de partir, de gestar y de hacerle aunque sea un par de morisquetas al presente necropolítico que quiere convencernos de que somos y estamos únicamente hacia y para la muerte.  

Parir es violento, vivir es violento y no estamos preparadxs para muchas cosas; nacer es una de ellas.

 

 

 

 

Naser, Lucia (2024) Lágrimas de leche. Mucho más que cuarentena o el puerperio como nos gusta. Cuadernosdedanza.com.ar ISSN22508708. Publicado: 2 de enero 2024. 

 

 

 

viernes, 15 de diciembre de 2023

Con integrantes del colectivo argentino Yo No Fui

Prácticas (anti)carcelarias e imaginarios abolicionistas

Juana Urruzola Astiazarán Florencia Anzalone Cabrera Lucía Naser
 

 PUBLICADO EN SEMANARIO BRECHA

 Alejandra Rodríguez, Gabriela Fernández y Ari Lutzker pertenecen a Yo No Fui, colectivo transfeminista, popular, anticarcelario y abolicionista penal, integrado por personas LGTBIQNB+ y mujeres cis, algunas privadas de libertad y otras que pasaron (o no) por la cárcel. Esta conversación intercambia ideas acerca de justicias alternativas, abolicionismo penal y deseos punitivistas, y explica por qué las cárceles no son más que centros legalizados de tortura.

MAGDALENA GUTIÉRREZ

Tras el Encuentro Internacional Antipunitivista y Abolicionista Penal Justicias Alternativas1, que tuvo lugar en Buenos Aires a fines de noviembre, en plena previa a la asunción del gobierno de Javier Milei en Argentina, el colectivo vino a Uruguay a participar de «Puentear Jornadas adentro-afuera. Cruces entre cárcel y activismos culturales»2, que surgió del diálogo entre colectivos que vienen pensando y activando prácticas antipunitivistas.

—¿Qué es Yo No Fui [YNF] y qué prácticas vienen sosteniendo en este recorrido de ya más de 20 años?

—Nuestro trabajo tiene que ver con la relación entre el adentro y el afuera de la cárcel, pensando proyectos para las personas que están privadas de libertad, mujeres y personas de la comunidad LGTBIQNB+, y también en el afuera, porque hay una circularidad de violencias entre ese adentro y ese afuera. No es posible pensar la cárcel sin ponerla en relación con esas violencias y esas vidas. Acompañamos trayectorias, no un contexto determinado. Nuestro fuerte son los talleres, que son espacios de formación política en artes y oficios. Hemos creado una cooperativa de trabajo, hace varios años, que tiene distintas unidades productivas: textil, encuadernación gráfica, serigrafía, edición de libros y ahora una nueva de estética y cuidados colectivos a la que llamamos bell (por Bell Hooks): toda belleza es política. Las vidas que pasan por el colectivo siempre se su-bestimaron, sus saberes nunca valieron para nada. Para salir a robar tenés que estar pillo; ¿qué hacemos con este saber?, ¿cómo nos lo reapropiamos como parte de nuestra sabiduría colectiva?

Tenemos un área de segundeo y un área de salud mental, que creció mucho después de la pandemia y a la que le estamos poniendo mucha energía porque es una necesidad imperiosa: en el último tiempo nos venimos pensando como un colectivo de salud mental. Durante los 21 años tuvimos etapas de mucho trabajo hacia el interior del colectivo, porque teníamos que entender qué era todo ese mejunje que somos, sin certezas ni grandes verdades, pero definiendo lo que sí queremos desplegar y lo que queremos decir: que la cárcel no tiene que existir, que hay que repensar la naturalidad de las cárceles en nuestras vidas cotidianas. Las cárceles están pobladas por ciertos colores de piel y no por otros, por ciertas trayectorias y no por otras, porque el 65 por ciento de las personas que están privadas de libertad en Argentina no terminaron la primaria y más del 70 por ciento no tenían trabajo formal antes de entrar a la cárcel: estadísticas concretas que arrojan la certeza de que la cárcel no sirve para nada.

—¿Qué es esta práctica a la que llaman segundeo?

—Fue y es un proceso que atraviesa todo el colectivo: los talleres, la cooperativa, todo lo que hacemos. No es que el segundeo sea solo un área tipo «hacé vos el segundeo que yo estoy en otra cosa». Hay algo de componer una vida, de la reciprocidad. Tiene que ver con que no hay concesiones: es una reflexión sobre tu práctica, sobre cómo las prácticas de une afectan y ponen en riesgo a todes. Es poder decirnos «la cagaste» y poder recibir, escuchar, tomar eso. Es evitar individualizar los conflictos, entenderlos como parte del entramado, que no nos dé lo mismo. En Argentina segundeo es una palabra callejera, entonces todos nuestros compañeros la tienen a mano, nos saca del lenguaje institucional. El segundeo es resolver mediante la reciprocidad, resolver entre nosotres la vida. No es que somos una ventanilla donde golpear la puerta, es acompañarnos y ver qué podemos pensar y resolver juntes. También es fundamental el tejido hacia los costados, con otros colectivos.

—¿Cómo es la relación entre identificar problemáticas y darles visibilidad, pero también imaginar y crear espacios y formas alternativas de justicia?

Una a veces tiene la idea de que un colectivo es una cosa preexistente y que después van a aparecer conflictos y hay que ver cómo se resuelven. A mí me parece que, en realidad, un colectivo no es hasta que no transita todo eso, y en todo caso es colectivo gracias a toda esa dificultad, a todas esas situaciones que por momentos nos desbordan, es el ejercicio de atravesarlas juntes. El colectivo se arma en el hacer y ante las cosas. Lo mismo para desandar algunos conflictos, construir las justicias alternativas o el reconocimiento de nuestras prácticas.

Son muchas las organizaciones dedicadas a resolver situaciones de violencia, de conflicto, no somos los únicos que hacemos esto. Creemos que un ejercicio político es reconocer esas prácticas, nombrarlas y darles la entidad de prácticas de justicias alternativas. Entonces, hablar de justicias alternativas no es un concepto previo al que después le tuvimos que salir a poner imágenes, sino que son imágenes y prácticas que ya existen. Lo que nos interpela es encontrar palabras para nombrarlas.

Hace unos seis años hubo en el colectivo una situación de violencia muy fuerte. Era 2017, la época más del feminismo «hermana, sí te creo», y era entre una piba que estaba dentro del colectivo y un pibe que no. Se armó una cuadrilla de pibas y lo fueron a moler a palos. El año pasado volvió a pasar una secuencia parecida y se resolvió de otro modo. Las pibas la fueron a rescatar del pibe, y ellas mismas decían: «Hace cinco años lo hubiésemos reventado a palos, y ahora estamos acá buscando otra estrategia. Porque cuando vos lo reventás, después la piba vuelve a la casa y se come el garrón sola, por ella y por sus amigas».

Además, tener un colectivo es estar en relación con el conflicto. Nos vemos mucho, todos los días, y tenemos conflictos interpersonales constantemente. Algo que salió del encuentro es que respiramos conflicto, y también resolvemos conflictos todos los días. Sin embargo, las instituciones especializadas nos han expropiado su gestión, entonces no sabemos tramitarlos, es como si tuviéramos que volver a aprender a caminar. A veces, las compañeras que recién salen de los penales vienen muy ATR [a todo ritmo] con las conductas de adentro, que se van instalando porque es como un patrón, y lo digo porque a mí me ha tocado desarmarlas, sigo en este proceso. Entonces, hay que poder mirar más allá y ver que la compañera viene de un sistema de mierda, que la cárcel la atravesó, que viene rota, cagada a palos por la yuta, que viene verdugueada por otras compañeras… La piba necesita un abrazo, en ese berretín está pidiendo ayuda, en ese enojo necesita contención, porque nosotras cuando salimos del penal no tenemos dónde o con quiénes hablar de la cárcel. Yo he salido y tuve el privilegio de haberme encontrado con una red, con un colectivo, porque no todos salen con eso. Las pibas salen y tienen que enfrentar un montón de conflictos. Hay pibas que, por ejemplo, la mayor libertad que sintieron en su vida fue en el engome3. Me ha pasado a mí; yo revoqué mi libertad dos veces, podía tener libertad condicional y no quería. He tenido que desarmar eso de que la cárcel es mi casa, porque era lo que sentía estando ahí adentro.

Ahí está la relación con lo de la salud mental. La cárcel es tan traumática y está tan estigmatizada… Nosotros decimos que las cárceles son centros de tortura contemporáneos legalizados, y hay una relación con el habla y con el silencio, con lo no dicho, que opera de manera muy fuerte. Sucede como en la dictadura, que la gente que pasó por los centros de tortura tardó años en hablar, tanto es el trauma, tan pocos los espacios donde poder hablar. En YNF eso dio paso a poder hablar de los daños que provocamos sin estarnos señalando, sino para poder decidir qué hacemos con eso. Todos somos un poco responsables en esta capacidad y posibilidad de dar una respuesta.

Claro, nos sentimos incómodes cuando una compañera dice «che, yo maté a alguien, o violé, o robé, y lo volvería a hacer y no me arrepiento». No es que eso no nos resuena y no importa, vamos con el antipunitivismo, y eso es una incomodidad. A mí personalmente no me cabe escuchar eso, no me hace bien y no me parece, creo que hay que pensar y revisar los daños que generamos, porque estamos hablando de cómo se construye una comunidad sin daños.

—¿Qué desafíos encuentran para las prácticas antipunitivas en un contexto político como el que están viviendo en Argentina?

—A partir de 2001 hay un imaginario argentino que supone que siempre se viene el estallido, es como un anhelo del progresismo. Pero para nosotres, el estallido ya llegó. No es el estallido del imaginario de 2001, pero nuestras vidas ya están estalladas, hay una sobrecarga de punitivismo, se gobierna a través del miedo, de una moral completamente securitista. Nosotres tenemos que ver cómo intervenir dentro de toda esta esfera. Por ejemplo, en 2021 se decretó el Plan de Infraestructura Penitenciaria más grande de toda la historia argentina, con 12 cárceles nuevas: una decisión política de un gobierno progresista. Para nosotros fue un puñal, porque veníamos de años de macrismo, con una vara muy crecida de personas encerradas y de repente viene un gobierno progresista, desaloja una de las tomas más importantes del último año y, al mismo tiempo, expropia tierra para construir nuevas cárceles. La ley de criminalización de la protesta social, o sea, la herramienta institucional para reprimir la protesta social, salió durante el kirchnerismo. Hay un progresismo muy moralizante, que te victimiza o te ubica en un lugar de que no te quedó otra, pero no puede aceptar que una, que estuvo en cana, sea una activista y no diga «soy víctima», sino que se pare desde sus potencias.

—Una cosa es reconocer el deseo de castigo enunciado desde el sistema político y estatal y otra es verlo en sujetos vulnerables a ese punitivismo. ¿Qué estrategias vienen encontrando para trabajar con relación a ese micropunitivismo, ese punitivismo de a pie?

—Venimos insistiendo en abrir estas discusiones, sacarlas del plano de los especialistas o de la lengua especializada de la lengua jurídica. Hacer de esto un tema de agenda más amplio, para que pueda ser discutido y pensado por toda la sociedad bajo la premisa de que la cárcel es una institución que avalamos, sostenemos y reproducimos socialmente todos, por lo que estamos obligados a pensarla. El problema es cómo sacar esa discusión del plano del activismo anticarcelario y llevarla a un plano masivo.

Nos damos cuenta de que el lenguaje que hay para el conflicto es muy reducido: cuando tenemos que hablar de los conflictos se dice quién es el responsable, quién pide perdón, cómo se juzga. Es lo que provoca el lenguaje judicial, un lenguaje al cual no tenemos acceso, que solo puede ser narrado por especialistas y que, a la vez, coloniza la lengua e imaginación para afrontar los conflictos. Quisimos, en el encuentro, inaugurar la biblioteca anticarcelaria, darnos cuenta de cómo es esa genealogía, porque en el sur global o sudaka hay muy poco espacio para estas discusiones, y necesitamos volverlas colectivas. A la vez, hay que reconstruir interlocuciones con otras lenguas que, desde sus prácticas, también vienen merodeando el tema del punitivismo sin tal vez nombrarlo de ese modo, porque el abolicionismo penal y el antipunitivismo son algo mucho más amplio que la práctica de una organización que milita en la cárcel. Te ponés en relación con la pregunta y aparecen un montón de imágenes para pensar el antipunitivismo en un sentido amplio, como forma de vivir, de relacionarnos: como forma de construir.

* Juana Urruzola, Florencia Anzalone y Lucía Naser son integrantes del colectivo Fugas.


1. Información disponible AQUI

2. Actividad organizada por Fugas, el colectivo Yo No Fui (Argentina) y el Espacio de Formación Integral – Prácticas Lúdicas y Artísticas (EFI-PLA) de la Universidad de la República en la Unidad 6 de Punta de Rieles.

3. El engome es una expresión que alude, en general, al encierro de un preso en un lugar especial dentro del penal.

miércoles, 6 de diciembre de 2023

¿Y si sólo quedara la dramaturgia?

¿Y si sólo quedara la dramaturgia? Observaciones sobre la dramaturgia de la dramaturgia en el campo de la creación escénica en danza contemporánea desde el Río de la Plata.

 

 

Resum

En este artículo intento analizar y describir los fundamentos de algunas prácticas dramatúrgicas observadas en procesos de creación en danza contemporánea (DC) en los que he estado inmersa o próxima. Este ejercicio me ha llevado a pensar la dramaturgia como una serie variable de principios u operaciones para el despliegue de un proyecto coreográfico. Adoptando una mirada transdisciplinar y situada el objetivo es argumentar porqué si bien la reflexividad dramatúrgica no es imprescindible en la creación artística, sí lo es el lugar que ocupa en la red conceptual que organiza un conjunto de prácticas basadas en acuerdos y convenciones estéticos y procedimentales que hoy llamamos danza contemporánea. Abordo la dramaturgia en DC como una serie de prácticas que configuran un modo de entender los procesos creativos y no a la inversa, como un abordaje teórico a partir del cual se derivan prácticas de creación. Argumento que este modo se caracteriza por promover procesos atentos del proceso en sí mismo, teniendo efectos sobre la división del trabajo en los procesos creativos cuyo objetivo es evitar una escisión entre la experimentación y la toma de decisiones. Dicha organización plantea una resistencia a la autoría en términos convencionales y está permeada por el proyecto de emancipación de lxs espectadores, desplazando el foco de la producción de espectáculos hacia la creación de experiencias. Una hipótesis es que este paradigma dramatúrgico está vinculado al aumento de la oferta de formación artística universitaria en danza y a mecanismos de competencia por recursos. Finalmente dejo planteado el desafío de repensar nuestras prácticas a la luz de una crítica decolonial del campo artístico sudamericano.
 
 

Paraules clau

dramaturgia; danza contemporánea; experiencias; prácticas de creación; colonialismo interno; artes vivas; Río de la plata; campo artístico; academia

 

 DESCARGA DISPONIBLE EN:

 DOSSIER DRAMATURGIA ESTUDIS ESCENICS

 

 

Referències


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Bardet, Marie. Pensar con mover: Un encuentro entre danza y filosofía. Editorial Cactus (2012).

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jueves, 17 de agosto de 2023

Pedagogías como disputas: orientaciones afectivas, intuiciones políticas, estrategias sensibles para estudiar las danzas desde un acá que se/nos mueve

Pedagogías como disputas: orientaciones afectivas, intuiciones políticas, estrategias sensibles para estudiar las danzas desde un acá que se/nos mueve


Presentado en el marco de las II Jornadas Internacionales HISTORIAS DE LA FORMACIÓN ARTÍSTICA EN AMÉRICA LATINA: CONSTRUCCIONES DEL SIGLO XX, TRANSFORMACIONES DEL SIGLO XXI organizadas por la Escuela de Arte y Patrimonio y el Centro CIAP UNSAM-CONICET 

Ph. Conferencia "Pedagogías como disputas..." en Jornadas de Investigación EAyP - Unsam - Agosto 2023

 

Buenas tardes. Quiero empezar agradeciendo la invitación a Marie Bardet, a Silvia Dolinko y a la EayP de UNSAM por la posibilidad de estar aquí y el deseo compartido de poner en común experiencias, intuiciones, políticas que hacen a nuestras pedagogías en el campo de la universidad pública. No es muy frecuente que las intuiciones tengan algún espacio de escucha en este tipo de ámbito, así que celebro y agradezco este espacio e invitación.  

Se suele ficcionar que quien firma un texto es quien creó las ideas que contiene pero estas palabras fueron tejidas entre pensamientos, estrategias y experiencias compuestos entre colegas, estudiantes, contextos y, también mi yo -estudiante. 

Mi intención es compartir algunas prácticas y orientaciones para los estudios de danza, que vienen (des)organizando mis prácticas pedagógicas en la Licenciatura en Danza en la UDELAR y también en espacios de docencia autogestionados. Les invito a que mientras lo hago noten  qué danzas, qué contextos, qué corporalidades, qué poéticas, qué experiencias van relacionando para luego poner en común en la conversa.  

La danza es un campo de conocimiento que ingresó muy recientemente a la Universidad en  uruguay, lo que nos sitúa en un momento de construcción y encuentro entre tradiciones consolidadas que ya venían organizando al campo y nuevas emergencias. Por esto me referiré a EstudioS de danzaS para pensar en danzas que se practican en diferentes momentos y lugares y también en un mismo lugar pero con muchas diferencias entre sí. 

¿Cómo comprender el ecosistema de las danzas con imaginación, en colaboración y en escucha, haciendo uso de tácticas de sensopercepción y movimiento que contribuyan a reconocer y transitar la porosidad de delimitaciones y fronteras, atendiendo simultáneamente a lo que ellas tienen en común y a las rápidas transformaciones que se van sucediendo en cada una permanentemente?. Nada menos fijo que estudiar la danza. Y como dice Feldenkrais: la peor posición es la fija. Y también que muchas veces la mayor dificultad es la de ver lo obvio. 

Estudiar las danzas en la contemporaneidad es imposible sin preguntarnos por el pasado, por los relatos sobre la historia, por los lugares y posiciones que diferentes danzas han ocupado en diferentes espacios e instituciones de la vida artística, educativa y social. A menudo, danzas que ocupan una posición central en el ámbito académico son marginales o elitistas en el campo social, y viceversa. Creo necesario poner atención a las relaciones de poder, a las disputas, a las convivencias y a las contaminaciones que se mueven entre las danzas y entre los cuerpos que danzan. 

Una permeabilidad nutritiva entre las danzas necesita ser construida y practicada. Ningún campo se organiza de manera neutral y por eso los estudios de danzas tienen el desafío de dialogar y también cuestionar las tradiciones y premisas por las que la danza ha sido pensada y estudiada como arte autónoma, y sus consecuencias. Este paradigma es creado por un pensamiento hegemónico, occidental y logocéntrico desde una lógica patriarcal y jerárquica. Y ha tenido como consecuencia separar y legitimar a todo aquello que queda dentro de la clasificación de “arte”, “artístico” u “obra”, relegando al estudio de otras disciplinas a todas las otras formas y prácticas de danzas. También y aún reconociendo su inmenso potencial político,  la danza en tanto campo artístico y de conocimiento, en tanto hacer profesional e industria cultural que (re) produce sensibilidades, identidades y prácticas sociales, no ha estado separada del capitalismo, el patriarcado, el racismo y otras formas de dominación, sino que más bien, a menudo las reproduce. 

¿Cómo expandir los estudios de danzas para disputar e ir más allá de los límites del campo artístico o de sus formas actuales?

"acción de Hungry artists" en la puerta de Facultad de Artes (Montevideo - Uruguay)

Esta expansión viene produciéndose a través de conceptos como “coreografía expandida” o teatro en el campo expandido, explorando modos en que la danza y la coreografía pueden ser activadas como saberes para abordar diversos fenómenos sociales y hasta no humanos. Desde hace algunos años desde el arte y la academia venimos expandiendo los usos de la coreografía en tanto enfoque estructural del mundo, pero quizá está aún pendiente expandir la mirada para el reconocimiento de sus diversxs usuarixs.  Quizá mientras insistíamos en la coreografía expandida, una explosión de la danza se estaba produciendo socialmente.  

La expansión de los estudios de danzas seguirá siendo exclusivista, etnocéntrica y clasista si logra únicamente incluir más “objetos de estudio” por parte de pocos profesionales. Una expansión de la coreografía abierta a la diferencia y pluralidad implica reconocer las diferentes subjetividades, corporalidades, sensibilidades bailantes, y a la danza como un territorio plagado de asimetrías y disputas entre cuerpos, saberes y poderes. 

Los estudios de danzas pueden ser no sólo una disciplina o lenguaje artístico, sino una orientación (Ahmed, 2006), una perspectiva, una manera de experimentar al mundo que pone atención al cuerpo, énfasis en las sensibilidades y atención al movimiento y a los acontecimientos y experiencias danzantes y movientes, cuestionando al mismo tiempo la exigencia de permanente movimiento a la que nos expone la modernidad productivista y el capitalismo neoliberal. 

La danza ha aprendido a visualizar la importancia de los gestos (Bardet, 2018), las acciones, las performatividades que hacen a nuestra (auto)percepción y experiencia del mundo. La investigación en torno a metodologías de creación y pensamiento en danzas, ofrece herramientas para habitar un presente en el que están en crisis los parámetros que (des)ordenan y (re)organizan la vida. Dar la bienvenida a estos entreveros desde una apertura a lo in-disciplinar, a través de procesos situados (Haraway, 2020) puede ayudarnos a intensificar las proximidades entre producción de conocimiento y procesos de autoconocimiento (individuales y colectivos). Estudiar las danzas es simultáneamente estudiar nuestras propias subjetividades y realidades como sujetos productores de conocimiento.

Las formaciones universitarias en torno a un lenguaje artístico o paradigma único desaprovechan una de las potencias de las danzas, que son compuestas de saberes múltiples que necesitan de prácticas de investigación deseantes de arriesgar alianzas improbables entre ellas.

¿Cómo el arte o la danza habitan la academia y cómo se relacionan con otros espacios y comunidades de producción de conocimiento que desde un hacer independiente, comunitario, autogestionado o comercial vienen siendo fundamentales para el campo local? ¿Cómo nos relacionamos con espacios que pese a no tener como cometido central la “producción de conocimiento”, lo producen todo el tiempo corporal, histórica, afectivamente?

La emergencia en pocos años de formaciones universitarias y terciarias en uruguay viene generando grandes transformaciones para el sector profesional de la danza; ¿cómo transitar procesos de profesionalización reflexiva y comunitariamente? Esta pregunta nos convoca si deseamos que profesionalización no se convierta en sinónimo de competitividad, meritocracia, capacitismo y resubalternización de sujetxs, danzas y comunidades históricamente invisibilizadas. Reconocernos transitando, habitando y construyendo desde una institución que tiene un lugar privilegiado – y aún así precarizante – puede ser un inicio para la creación de diálogos y gestos de reparación junto a quienes ponen el cuerpo para hacer de la danza un campo vivo.

Activar en tanto docentes e investigadorxs prácticas de escucha puede ser más importante que tener siempre y ya algo para decir, desplazando así el imaginario productivista y jerárquico basado en la premisa de que sólo se aprende cuando une docente enseña (ver como un caso de desvío de esta lógica el curso Estudiantes x estudiantes co-creado junto a estudiantxs de danza de la Licenciatura en Danza de Udelar). Activar entonces entre pedagogías procesos de visibilización de diferentes espacios, artistas, prácticas, experiencias; profundizando en problemas y preguntas políticas, éticas, estéticas y epistemológicas. 

En uruguay el campo local ha sido muy poco estudiado; en su condición periférica su intento de “ponerse al día” nos hizo y hace intentar quemar muchas etapas en poco tiempo. Se trata de un campo con serios problemas de documentación y sistematización, de archivo y de autorreflexividad colectiva que si la hubo de modo incipiente, viene siendo arrasada por la precariedad y la desmovilización colectiva propia del neoliberalismo. En una región y continente marcados por la colonialidad y condiciones culturales subalternas, hemos practicado la re/autosubalternización al intentar reproducir prácticas y relatos hegemónicos sobre la historia y teoría de la danza. Se trata de un campo que mientras intenta construir una mirada propia sigue siendo bombardeado por una enorme producción artística y teórica de los “centros”, que a menudo toman como objeto de estudio y/o cautivan/capturan a artistas y acontecimientos locales desmantelando la posibilidad de armar redes en una dinámica extractivista.

Nuestros relatos identitarios siguen sosteniendo la premisa de que somos receptores de danzas que no son de acá, y el imaginario de ser permanentemente “penetrades” por el pensamiento artístico y académico que llegó y sigue llegando (Cadus, 2019). Esta dinámica ha producido una enorme escasez de tiempo y autoestima para transitar procesos propios en torno a danzas que si bien quizá se originaron en otros territorios llevan décadas sucediendo de manera local (seguimos hablando del ballet como una danza francesa), así como de danzas que emergen o se producen con una singularidad única en nuestros territorios ¿Qué pasa con los procesos que estaban en curso y que empezaron a ser interrumpidos por la llegada de danzas “legítimas”, autorizadas? ¿Qué pasa también con la manera en la cual los estudios de danza producidos en otros lugares van bloqueando la construcción de una mirada propia sobre las danzas? ¿Dónde entra uruguay en la historia negra de América Latina y la historia negra en los estudios de danzas de uruguay? ¿Qué mapas emergen de pensar las diseminaciones dancísticas que circulan en los corredores de migración del pasado del presente?

Los estudios de danzas necesitan de una mirada histórica y materialista que visualice el rol recolonizador y civilizatorio no tanto de las danzas que llegan (y seguirán llegando) sino del modo de incorporación acrítica de las “últimas tendencias”. Al mismo tiempo necesitan de una observación cuidadosa de los diferentes sentidos, cuerpos, sensibilidades que producen en sus contextos locales de emergencia estas mismas danzas. La desuniversalización no sería de este modo una labor únicamente geográfica sino también temporal y subjetiva. Un ejemplo de esto podría ser la propia danza contemporánea que surge como fuerza democratizadora (social y corporalmente) en el contexto estadounidense, pero arriba a américa del sur en pleno despliegue del Plan Cóndor y desplazando a un movimiento de danza moderna local que estaba en plena emergencia y articulación con movimientos latinoamericanos y anti imperialistas, y que rápidamente fue relegada por obsoleta estéticamente, desactualizada pedagógicamente y demasiado tradicional en sus modos de ser política.

La colonialidad del poder y del saber ha sido reproducida por y en los campos locales de danza. Para estudiar las danzas es necesario visualizar al territorio como compuesto por diferentes fuerzas, que no pueden ser contenidas, sintetizadas o representadas por la lógica del estado nación (que es una continuación de la narración colonial). Los nacionalismos - que han sido esgrimidos como antídotos contra el imperialismo y la globalización - son un arma de doble filo, porque muy a menudo la manera en que esos estados nación producen procesos de reconocimiento tienen que ver con lógicas que también son coloniales y racistas.

Pensar localmente o lugarizar la danza (Cadus, 2019) no es sinónimo de pensar y bailar de la mano de los nacionalismos identitarios y coreográficos ya que quedarían por fuera las danzas de las naciones sin estado o de colectivos que no han recibido o deseado un espacio en la identidad nacional. Interpelar estos relatos nacionales, poner foco en comunidades con sus ritualidades, sus prácticas, sus danzas, pero que quedaron por fuera de esas identidades emblemáticas, resulta clave para desandar los caminos que la colonización sigue trazando hasta el presente. Se trataría de reconocernos en un mapa latinoamericano donde los estudios de danza tienen el desafío de cepillar a contrapelo (Benjamin, 2007) para hacer de nuestras prácticas un cuestionamiento performativo a las asimetrías signadas por los procesos coloniales racistas, clasistas y patriarcales por los cuales algunos lenguajes y manifestaciones dancísticas, al hablar la misma lengua que la colonialidad, son más propicias para ser reconocidas por el estado, la academia o las políticas culturales. ¿Qué posibles prácticas decolonizadoras podríamos activar desde los estudios de danzas?

A continuación voy a compartir algunas prácticas e intentos que me ayudan a colocarme hoy en relación con los desafíos que implica la construcción de estudios de danzas en el campo regional  de investigación en danzas. Habitar un tiempo de creación y consolidación para este campo, es tan promisorio como trabajoso, y nos enfrenta a la simultánea tarea de proponer y construir mientras deconstruimos y destruimos. 

Voy a concentrarme sobre todo en 5 prácticas 

1) experimentar la historia para descolonizar la danza;
2) ensayar lo latinoamericano como enfoque performativo; 
3) reactivar críticamente los estudios de folklore o folklorizar la danza
4) dejarnos mover por la danza social
5) crear alianzas plebeyas e improbables.

 

"acción de Hungry artists" en la puerta de Facultad de Artes (Montevideo - Uruguay)

 

1- Experimentar la historia para descolonizar la danza

La primera necesidad es la de situarnos para reconocer desde dónde historizamos, teorizamos y estudiamos las danzas. Situarnos en dos sentidos: en un presente compuesto de coordenadas temporales y espaciales desplazando el imaginario de “danza contemporánea” por “danzas en la contemporaneidad”; y reconociendo los modos en que la colonialidad permea y organiza nuestras prácticas de danzas. 

Hemos interiorizado cierto pensamiento colonizador pero ya no solo como relación entre continentes o entre colonizadores y colonizados, sino como la introyección de categorías que recolonizan desde el presente nuestras propias percepciones, prácticas y corporalidades. ¿Cómo hacer para que los estudios de danzas dejen de tener esa agencia recolonizadora? ¿Cómo hacer del estudio de las danzas no solamente una serie de discursos sino de prácticas descolonizadoras? 

Planteos como éste nos colocan frente a la tarea de activar, inventar, retomar prácticas de producción de conocimiento que desarmen los dispositivos de poder que no son sólo lingüísticos y estéticos sino también incorporados y sensibles. Estos dispositivos - que organizan todo un sistema de legitimaciones, deslegitimaciones, gustos, borramientos, procesos de canonización, procesos de silenciamiento - hacen a los estudios de danzas en el presente y pueden des-hacerlos o rehacerlos en el futuro.

Desde una perspectiva histórica una estrategia puede ser cuestionar los imaginarios por los cuales hacer historia (de las danzas) es hacer historia desde los orígenes hacia “adelante”. Por el contrario, una historia hecha desde el presente hacia atrás puede ser capaz, por un lado de desorganizar los relatos de origen que tan convenientes han sido a estas lógicas colonizadoras mencionadas, y por otro de integrar nuestra experiencia a la creación de relatos sobre la historia. 

Acercarnos a las experiencias de otres, distantes o próximxs en tiempo y lugar, observando cómo experimentamos desde el presente diferentes cuestiones de/que danzan. Así, las historias de las danzas, partiendo del presente, buscarían pistas, datos, signos, guías, de los diferentes devenires de diversas danzas en sus historias, plagadas en sí mismas de diversas experiencias. Desarmando el imaginario progresivo y lineal, este ir desde el presente hacia atrás es también ir desde el presente hacia los costados, arriba y abajo, porque la misma diversidad epistemológica, estética, filosófica que nos encontramos yendo entre temporalidades, la encontramos en el presente.

Influida por pensamientos y pedagogías feministas que vienen insistiendo en pensar desde la experiencia, los estudios de danzas trabajarían más que para lograr una mirada objetiva, para re-mirarnos en prácticas sensohistórico- perceptivas y en relación con fenómenos que habitan el presente en forma de corporalidades, huellas, efectos y afectos (Agnew, 2007). La experiencia construye mundos y contamos con ella para partir en busca de preguntas, danzas, problemas, respuestas.

Unos estudios de danzas omnívoros: que utilizan todas las herramientas a disposición, sin excluir ninguna y sin tener que hacer una elección por una o por otra. Más que elegir un “paquete metodológico” o un área o subárea de especialización, se trata de arriesgar creativamente estrategias que dialoguen y puedan seguir a nuestros problemas y objetos de estudio; objetos que se van construyendo durante el propio proceso de investigación dándonos el permiso de  implicarnos en / con ellos.

El trabajo con fuentes, la indagación de antecedentes, el diálogo con perspectivas teóricas y referentes del campo, son tan claves como la manera en que experimentamos sensible, perceptiva, poética, kinéticamente las danzas. Hacer historia o teoría de las danzas no se trata de solamente compilar unos textos y unos archivos, sino de intensificar y habilitar experiencias respecto a ciertos fenómenos, etapas, manifestaciones. En otras palabras apelar a nuestra experiencia de la historia y a su vez experimentar la historia, pasarla por el cuerpo, pasarla por el movimiento, historizar nuestra percepción y crear estrategias para percibir trans temporalmente otros presentes - que se hacen presentes - en los que otros cuerpos bailaron, crearon, sintieron.

Una historia práctica de las danzas basada en la autoobservación y en la despersonalización y escucha al mismo tiempo. En palabras de S.L.Foster, estudiar y teorizar la historia de las danzas es escribir con nuestros cuerpos un manifiesto en el que cuerpos muertos y movientes coreografían la historia (2013). “Incorporar y excorporar la danza” (Lepecki, 2013) entre acontecimientos y temporalidades difíciles de archivar y que necesitan de un pensar sensible y corporal. No se puede pensar la danza desincorporadamente, ni en el pasado ni en el presente. Es por esto que la historia de las sensibilidades y estéticas es la historia de la danza del mismo modo en que la historia de las sexualidades, las enfermedades, las formas de alimentación, de violencia, de convivencia lo son. La historia de la danza es la historia de los cuerpos. No se puede pensar la danza sin contar con informaciones sobre todo aquello que la afecta y que a su vez ella afecta. En este circuito de contaminaciones entre cuerpos y afectos, enredar prácticas de movimiento y de escritura, ¿cómo alimentar las complicidades entre lenguaje y movimiento para transitar por el pensamiento que danza?

Si como dice Eleonora Fabiao “la capacidad de narrar se relaciona a la capacidad de experimentar” (2012), escribir y dialogar sobre danzas y sus historias no puede dejar afuera la práctica de diferentes técnicas, lenguajes, la inmersión en diferentes contextos. Las teorías sobre la danza son lo que la danza piensa en su práctica y no solo lo que otros lenguajes tienen para decir sobre ella. Al mismo tiempo la posibilidad de experimentar otros pasados y momentos de la danza a través de territorios y momentos depende del acceso a los archivos. Por esto hoy la cuestión de (la falta) archivo es un problema político urgente.

 

"Coreografías de la crisis; crisis de la coreografía" prácticas en el marco del Seminario de la Maestría en Prácticas artísticas contemporáneas de EAyP UNSAM 

2 - Ensayar lo latinoamericano no como identidad sino como enfoque performativo

La propia “idea de América Latina” (Mignolo, 2007) nos remite a que hasta las palabras que usamos para referirnos a nuestro continente emergen del proceso de colonización y nos ponen en problemas. Considerando que “latino” alude a una cultura e historia que no es propia, un enfoque latinoamericano de los estudios de danza no buscaría deshacerse de las contradicciones incorporadas en las estrategias descolonizadoras disponibles, sino reconocerlas para trabajar a partir de ellas. No contamos con términos que desarmen de modo directo los grandes relatos que se han organizado sobre nuestras identidades; nos queda generar abordajes que por un lado den cuenta del carácter mezclado o chixxi  de las danzas, y por otra interpelar a ideologías como la del mestizaje, que han intentado cumplir el rol sintetizador y conciliador de una historia plagada de opresiones, injusticias, asimetrías, rebeliones. ¿Cómo hacer de los estudios de danza un conjunto de prácticas desobedientes?

Un enfoque latinoamericano consistiría en incorporar las diversas y complejas maneras de viajar por el territorio de los cuerpos, danzas y comunidades para formular preguntas sobre las relaciones entre cosmogonías y coreografías; poner atención a los momentos de rebelión y a los gestos de sublevación; analizar y expandir la potencia sexual y sensual de las danzas; poner en crisis las alianzas entre poderes coloniales, nacionales y patriarcales; nombrar las operaciones y mecanismos de racismo y blanqueamiento; reconocer que siempre que hay dominación hay resistencia; aproximarse al aspecto ritual y religioso de las danzas; observar la creación de vidas en torno a las prácticas de danzas; reparar en las formas plebeyas y populares de las danza, sus cosmogonías, economías, epistemologías, pedagogías des-autorizadas.

Sentir las danzas en y como un territorio (movedizo) desobedeciendo las fronteras para estudiar a la migración como elemento clave de diseminaciones y transformaciones. Visualizar la revuelta de coordenadas por la cual diversas temporalidades coexisten a veces en un mismo territorio.

Des-abstraer los estudios de danza: estudiar los hechos, las corporalidades, las sensibilidades, las experiencias, los acontecimientos pequeños o grandes. Estudiar no sólo lo que latinoamérica tiene para decirnos de sus danzas sino lo que las danzas tienen para decirnos sobre América Latina; estudiar danzas como experiencias de mundo; desarmar el relato sobre la autonomía del campo para estudiar las danzas en tanto cosmogonías incorporadas, que explícitamente o no, cumplen funciones comunitarias, religiosas, rituales, ideológicas, etc.

Lo latinoamericano deja de ser así una delimitación geoterritorial o un tipo de danzas, para ser una constelación de preguntas y problemas vinculados a las tensiones entre colonialidad y diversas formas de rebelión y resistencia en diversos momentos y lugares. Esto también implica quebrar con la idea de que la colonialidad solo afecta a quienes viven en “países” colonizados ya que también afecta a quien colonizó y al modo en que esos campos culturales se organizaron en torno a sus propias exclusiones en juego. Desarmar la idea de los grandes hemisferios revela que las danzas occidentales europeas también colonizan a muchas danzas europeas, indoeuropeas, con pasados moriscos, árabes, gitanos. También hay colonialidad en los propios lugares de donde viene la colonia y por esto la colonia no es un lugar sino un modo operativo, una forma de poder. Descolonizar es abrazar y reconocer estas complejidades que (nos) afectan. 

3 – Reactivar críticamente los estudios de folklore o folklorizar la danza 

Si por un lado combatimos al universalismo eurocéntrico e imperialista que sostiene hoy la ilusión de una modernidad global cuando “nunca fuimos modernos” (Latour), por otro lado el folklore ha sido cooptado por relatos conservadores y tradicionalistas y muy atados a los nacionalismos culturales que por lado lo han reducido a los intereses particulares de diferentes momentos y gobiernos y a la construcción de un relato coherente sobre una única identidad nacional. 

El positivismo ha dominado los estudios de folklore, generando una gran rigidez respecto al estudio de las danzas que excluye inclusive muchos de los elementos por los cuales ha sido definido. Es así que nos encontramos con la reducción del estudio de las danzas folklóricas a una línea academizante y etnocéntrica, que han hecho de este campo un campo funcional a intereses nacionalistas y a menudo reaccionarios. Sin embargo, si recuperamos algunas características de lo comprendido por danzas folklóricas y ampliamos esta categoría para integrar otras manifestaciones, encontramos en el estudio de lo folklórico espacio para abordar danzas que hacen parte de la vida de múltiples comunidades, danzas que se transforman permanentemente y se transmiten en procesos de cuerpo a cuerpo, oralmente, a través de prácticas comunes, danzas que no resisten a la diferenciación entre artistica o no artística. 

Una reactivación crítica de los estudios de folklore propone e intuye que hay mucho a pensar respecto a prácticas de danzas cuya producción y transmisión no suceden por vías académicas ni tienen que ver con procesos de formalización y sistematización, poniendo de manifiesto que no hay danzas sin las relaciones sociales que habilitan sus procesos de diseminación y transformación, que involucran pero también trascienden lo escénico y etético. Danzas comunitarias en las que el receptor y productor, consumo y producción no están del todo divididas; en las que lo amateur y lo profesional se confunden.

Una reactivación crítica de los estudios de folklore abriría las posibilidades de pensar la danza local desde la plena, desde el gato o la chacarera, el tango, desde lo afro, desde lo afro peruano, desde el perreo, desde las redes sociales, desde la mirada de les migrantes de ahora y no de la imagen fosilizada del uruguay como país de inmigrantes (imaginario por el cual en nombre de les inmigrantes del pasado marginamos les del presente), desde los fogones y los fueguitos de esquina, desde las academias de ballet del interior, desde las danzas de charrúas, guaraníes, desde las danzas de yemanja y sus sincretismos, desde las danzas de disidencias sexuales y sexo-genéricas, desde los relatos y experiencias de cuerpos danzantes que no pudieron sentarse a escribir su historia, desde las grietas entre las que se practica y florecen las danzas de la cultura popular y la cultura de masas, desde el estudio de prácticas de danza tanto artísticas y profesionales como amateurs y comunitarias. 

Como escribe Lauro Ayestarán “el folklore se ríe de la geografía” y aunque el folklore fue instrumentalizado por intereses nacionalistas y conservadores, privilegiandose durante su academización procesos de codificación que acentuaron sus rasgos patrióticos y esencialistas, podemos recuperar el potencial comunitario y popular que lo vincula a prácticas colectivas, anónimas y des-centralizadas en sus formas de circulación. Como dice Vitanzi citada por Fontán:

La danza folklórica y popular es un campo de lenguaje no verbal.
Constitutiva y constituyente de un entramado social, es síntesis de memorias.
Vuelve a nacer cada vez que habita un nuevo cuerpo social, individual, histórico y colectivo.
Nacida en espacios sociales populares como bares, veredas, milongas,
enramadas, ceremonias, carnavales - durante los momentos significativos
para una comunidad - dialoga en forma permanente con
las nuevas generaciones; su narrativa, su movimiento, nos antecede y nos trasciende.
Reconocer su carácter colectivo y dinámico, conectarla con el devenir
de nuestro país y de Latinoamérica ofrece la posibilidad de participar
activamente de su resignificación (Inés Vitanzi 2015; 78 citada en Fontán, 2019: 1).

 

4 – Dejarnos mover por la danza social 

Orientar nuestros estudios hacia una danza social no pasaría por separar danza artística y danza social, sino que sería una perspectiva para entender la manera en la que la danza es una manera de producir, reproducir o transformar relaciones sociales. Y al mismo tiempo que no hay posible práctica de la danza sin un tejido de relaciones que la posibilitan y de mediaciones donde se ponen en juego lo que sucede con esa danza. La danza social no es “un tipo de danza”

Este apartado puede escucharse DANZA SOCIAL


5 – Cerrar para abrirnos a alianzas improbables

Los estudios de danza nos sitúan como dice Marie Bardet “con el culo sentado entre dos sillas”(s/f:1), es decir entre diferentes paradigmas que siguen en construcción y en disputa. Estar con el culo entre dos sillas es asumir que ninguna perspectiva va a ser completa, ningún abordaje va a ser perfecto, y que no existe exhaustividad total. Al igual que en la propia práctica artística o de investigación siempre estamos componiendo una posibilidad entre miles de posibilidades. La pregunta es una gran herramienta; miramos siempre desde un lente que ya está modificado, compuesto. Entonces entrenar la pregunta como clave para los estudios de danza; entender que muchas veces el objetivo no es partir de una pregunta sino llegar a ella. Amigarnos con la pregunta como herramienta heurística y como “sabotaje epistémico” (flores, 2018) tanto en la investigación artística como en la investigación teórica e histórica, entreteniendo la posibilidad de que no haya una verdad única sino preguntas y posibles caminos por los que seguir a esa pregunta. La pregunta apunta a un saber pero también me conecta con lo que no sé y me permite repensar críticamente lo que creo que sé.

Las decisiones que tomamos como investigadoras e investigadores afectan a la construcción del campo y cuando estamos siguiendo una línea o desviandonos de ella hay una política sensible y del conocimiento que estamos activando. ¿Cómo renunciar al universalismo sin caer en el particularismo? Los estudios de danza se sitúan entre paradigmas no teniendo que elegir por uno o por otro, especialmente en un espacio que deseamos plural y democrático como el de la universidad pública. 

Nutrirnos de la diversidad de los haceres y sentires en danza en nuestra contemporaneidad poniendo en juego la relación entre memoria percepción e imaginación. Reflexionar sobre las maneras en las que percibimos el presente, y en cómo lo que vamos viviendo y archivando corporalmente va incidiendo en cómo percibimos al mundo, una percepción hecha de diferentes materialidades, una percepción móvil y afectada. E igual que la percepción, la memoria y el olvido suelen adquirir hábitos, pasar por ciertos lugares o circuitos. Concierne a los estudios de danzas explorar qué pasa si entramos a esos circuitos para moverlos, reconstruirlos, desordenarlos, disputarlos, re coreografiarlos.

Teorizar performativamente (Lang, 2022) para construir danzas que dialogan con su propia historia para así entrar diálogo con otres y con las coordenadas históricas, sociales, culturales que hacen a sus contextos. Entre estos diálogos, rumores, gritos y silencios, se sitúan y escuchan los estudios de danzas. Y nos hacen.  

 

"Coreografías de la crisis; crisis de la coreografía" prácticas en el marco del Seminario de la Maestría en Prácticas artísticas contemporáneas de EAyP UNSAM 

 

Bibliografía

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Ayestarán, L. (1968). Teoría y práctica del folklore (Vol. 53). Arca.

Benjamin, W., & i Pericay, R. A. (2007). Tesis de filosofía de la historia. Ateneu de Benimaclet.

Bardet, M. (2018). Saberes gestuales». Epistemologías, estéticas y políticas de un «cuerpo danzante. Enrahonar. An international journal of theoretical and practical reason, 60, 13-28. –,(s/f) ¿cómo def-hendirse en un hueco, en cuero y en el culo (del mundo)?. Lecturas desubicadas y calientes.

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flores, v. (2018) Esporas de indisciplina: pedagogías trastornadas y metodologías queer. En AAVV Pedagogías transgresoras II. Ediciones Bocavulvaria, Santa Fé.

--. (2021) demasiado teórico, demasiado poético: artes del (des)hacer - conversatorio con – flores. Emitido en directo el 26 ago 2021. Señal U Académico. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=5t3nd8vo7q4.

Fontán, A. (2019). Entre la danza folclórica y su enseñanza: algo más que un asunto de codificación. 5ª edición CFE [se] Expone: jornadas de investigación. 15 y 16 de noviembre 2019. IPES.

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Lang, S. Proyecto Pedagógico de Resensualizacíón colectiva https://drive.google.com/file/d/106ks9YSjJ8YDhxu3BIlnwigRgTqp_xJN/view

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Mignolo, W. La idea de América Latina. La herida colonial y la opción decolonial. 2007

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Remedi, G. (Coord) (2021). La cultura popular en problemas. Incursiones críticas en la esfera pública plebeya. Montevideo: Zona Editorial. Disponible en: https://autores.uy/obra/16015 .

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