lunes, 16 de junio de 2014

Compartiendo soledades. Sobre "Solo a Domicilio" de Leticia Falkin


en la diaria del 16 de junio 2014


Compartiendo soledades.
o
Solos y juntos

Sobre Solo a Domicilio de Leticia Falkin con Laura Pirotto, Ana Penadés, Emiliano Sagario, Nacho Seimanas. Apertura del proceso apoyado por Programa Artistas en Residencia PAR.

Se repite Viernes 20/6 a las 15.30 y a las 16.30

Estar en familia podría definirse como compartir soledades. Habitar un mismo espacio con el autismo propio de quienes se ven en cada amanecer, atardecer o medio día. Entre rutinas cruzadas y el frenesí doméstico, esta obra-hogar (en proceso) dirigida por Leticia Falkin nos sitúa en más que ante una serie de acciones organizadas sobre una poética de lo cotidiano (sin ninguna pretensión de realismo).

Solo a domicilio no es una obra llevada a una casa, ni el intento de deshabituar los espacios de la misma rarificando a lo Levrero seres y espacios, sino una coreografía de muebles e inmuebles, el tránsito mecánico de un convivir. Atareados por momentos, ociosos por otros. Los seres que habitamos (al menos durante la hora que aproximadamente dura la “función”) somos invitados sin palabras a movernos por el lugar, a elegir un punto de vista o disputarlo por momentos, de modo similar al mejor lugar frente a la televisión entre hermanos de una tarde aburrida.

Las cadenas domésticas de producción suelen ser menos lineales que las industriales y aún así de este aparente caos salen panes, tés, el llenado de una pipa, una rabiosa catarsis sonora en la batería, un festejo de cumpleaños, un karaoke que entre comprometidos y distraídos logramos juntos desafinar, cómplices de un romanticismo no pudoroso y exagerado. Solo a domicilio nos presenta un compilado de habilidades útiles e inútiles que orquestan los sonidos y sabores de una casa sin recrear su dinámica “real”. Lo cotidiano suele ser más surrealista que lo presentado por las comedias de costumbres. A domicilio investiga escénicamente lo que un ambiente no espectacular puede habilitar en los cuerpos y espacios.

Entre mesas, camas, cocinas y artefactos más inoperantes, se mezclan objetos infantiles con objetos adultos subvirtiendo sus usos en una guerra declarada contra el tedio. Un gato es el habitante más silencioso, observador y sagaz de la escena. Su acto de presencia es una medianía entre quienes son “los artistas” y quienes sostenemos allí contra las paredes, banco o sillón, la activa percepción de una obra que nos envuelve sin previa advertencia o autorización.

La obra acontece en loop con dos horarios marcados para el ingreso al domicilio. Cuando llego me encuentro con el final de la ¿primera? acción, que da paso a una charla, que luego dará paso al reinicio de la acción. La adrenalina del espectador ávido de obra es sustituida por el narcótico de la repetición, del hablar antes de ver, de la ruptura de la ilusión de que esto será único e irrepetible. Pero mientras corre té y pan caliente, y escucho las impresiones de quienes acaban-de-ver, pienso que sí lo será, único e irrepetible. Quizás afectado ahora por la escucha de esta primera tanda de visitantes que entre agradecimientos y felicitaciones hacen lugar a la nueva camada (en el intersticio que separa entradas de salidas, los cuerpos se amuchan sacandole jugo a todos los rincones de la casa). La charla es para quienes llegamos al segundo horario, el inicio de la obra. Para nosotros, los habitantes de las 15.30 se volvieron quizás sin percibirlo, actores de la obra. 
Unos personajes que luego de dejar caer un comentario o impresión, quizás alguna pregunta, desaparecen por la puerta despidiéndose con la certeza de quien te ve pronto. Alguien dice por ahí: agradecí las palabras, ese tejido conjuntivo de las acciones. El verbo es emitido con la calma de un living conocido y redunda en una dramaturgia que parece morderse la cola pero es en verdad el registro hecho tiempo de una serie indefinida de encuentros y desencuentros. Entre obra y obradores, entre domicilio y visitantes, entre lo vivo y lo muerto del lugar, entre las 15.30 y las 16.30, entre el té que se enfría y el que ya se empezó a calentar, entre las páginas de un libro de Marguerite Duras dejado cuidadosamente sobre una mesita.

No hay mejor soledad que la de estar en casa juntos. Es ahí donde emerge el ser común más rudimentario, el no acordado pero material, el que aunque no encuentre palabras claras para definirse, se entrega entre resignado y confiante a explorar la zona imprevisible e indomesticable de cualquier acción familiar.

martes, 10 de junio de 2014

Entre institucional y plebeya: historias de la danza y la nación mexicana


Un diálogo con Margarita Tortajada

Conversación con la historiadora y teórica mexicana sobre las relaciones entre la danza, sus integrantes más importantes y el Estado mexicano; la construcción de un discurso nacionalista dancístico; la relevancia de grupos como Forion Ensamble y personajes como Amalia Hernández; la apertura a nuevas formas dancísticas que rebasaron los cánones impuestos por los gremios oficiales, y la gestación de la Compañía Nacional de Danza, entre otros temas. 


Realizada en Noviembre de 2013 en el CENIDI (México DF)  

Publicada en: 

17, Instituto de Estudios Críticos (México)

Cuadernos de Danza (Argentina)

viernes, 6 de junio de 2014

Arquitecturas efímeras sobre "Sala de Estar" de Natalia Burgueño



Arquitecturas efímeras: el cuerpo raso de la imaginación.
sobre Sala de Estar de Natalia Burgueño


                                                                                                                                                      Foto: Paola Nande

Sala de Estar es la pieza escénica que nace del proyecto Gente en Obra de Natalia Burgueño, en el que la artista se propone una investigación coreográfica y escénica en torno a los espacios de demolición y construcción. El proyecto aborda - en sus propias palabras - al espacio como concentración de tiempo y a la percepción como impregnada de memoria y deseo, uno traducido al lenguaje de los proyectos.  


Medianos y plazos cortos. Sala de estar explora un espacio escénico desprovisto de objetos y que construye su esqueleto dramatúrgico de los cuerpos que lo habitan y de las relaciones que éstos tejen entre sí y con el pasado y el futuro de una imaginaria arquitectura. Los cuerpos exploran estructuras poco duraderas y que perciben su forma - y los intersticios que ellas crean - para luego dejarse caer y rearmarse en puzzles formales que van presentando un paisaje de alturas bajas y apoyos sólidos. Paralelamente a las acciones se alternan dos tipos de sonidos: unos provenientes de un mundo de materiales hostiles, ásperos, agresivos y toscos, que hacen a la piel retraerse y erizarse al imaginar el contacto. Que hacen al olfato alucinar una cal que no está ahí, entre las butacas limpias de la Zavala Muniz y el piso inmaculado de madera lustrada en la que estos cuerpos se estructuran para desestructurar. El otro tipo de sonidos se acerca más a las características del espacio real en el que la obra acontece (El Teatro), uno creado por Lucía Severino y cuyos acordes armoniosos, producidos por instrumentos de música de cámara, nos llevan lejos del ambiente en obra. Lo sublime deja de ser subliminal y entra en tensión con un movimiento poco literal, no decorativo. Desde lo musical hasta lo coreográfico, Sala de Estar contrapone una estética armónica con una de dislocaciones y desencuentro entre-tiempos. Sus lógicas de composición generan contrasentidos y ambigüedades que quizás se reorganizarían semióticamente si la obra tuviera lugar en un espacio menos construido. Inútil especulación retroactiva.  


¿Cómo suena un proceso, los cuerpos en obra? Caen escombros, martillan, ruido de agua u otros materiales que corren, que escurren, que presentan los síntomas de algo que está en construcción. ¿Hay diferencia entre el sonido de una construcción y el de una demolición? Mientras es posible perderse en este misterio sonoro, la obra avanza y las relaciones empiezan a levantar paredes que saben de su efemeridad. Lo contiguo se entremezcla y comienza a yuxtaponerse, a desordenarse, a perder forma o mejor dicho, a ganar otras más cercanas a lo orgánico, a lo redondo, a lo carnal.


Las relaciones entre los seres que habitan esta sala no son amigas de lecturas dramáticas o narrativas, no presentan intencionalidad emotiva ni interior psicológico. Se inspiran en seres huraños que sin ser propietarios se apropian de los espacios sin un plan predeterminado. Bichos que deambulan sin caso ni dirección. La polilla o el gusano, señas de una animalidad poco majestuosa que en su revoloteo torpe y ciego consigue construir percursos no humanos, descotidianizando los trayectos. Hablando a veces desde una verborragia tan detallista que al cabo de un tiempo se vuelve vaga a menos que prestemos toda la atención.   


La singularidad de cada mujer-bicho - Ana Penadés, Carolina Guerra, Carolina Silveira, Luciana Bravo y Manuela Casanova - empieza a aparecer en un juego exploratorio en el que cada cuerpo va adoptando una lógica en relación con los otros cuerpos, humanos y espaciales. Las partes del cuerpo se re-funcionalizan y organizan en pro de la construcción de otros espacios. El trazo verbal maqueta salas poco realistas y la actividad de la voz que construye contrasta con la pasividad del cuerpo que la emite: cuerpo inerte y arrastrado, manipulado por otro cuerpo activo, que obra con el material maleable de músculos, articulaciones, huesos, pesos que entregados a la gravedad se prestan también para ser movidos por otros cuerpos.


Las salidas y entradas de esta sala se inscriben entre sus seres y relaciones. La construcción no presenta un afuera del acto habitacional. Sin salidas, quedan espacios por donde entrar: a través de otros cuerpos, a través de otro estado, hacia un adentro anal del cuerpo desde las manos. Un umbral moralmente asociado a la expulsión es explorado como puerta de ingreso. Agradezco esa escena de Silveira, que repta y rapta orificios para habitarlos, quebrando el silencio políticamente correcto que la danza contemporánea ha instalado sobre algunas zonas y agujeros, silenciando su erogeneidad bajo un paradigma ecualizador, democrático pero quizás demasiado neutralizante del cuerpo y sus partes.


El tiempo verbal de este plan arquitectónico rota entre un plan futuro y el recuerdo de hábitos y habitaciones pasadas. Recuerdos de unas niñeses que podrían ser propias o ajenas, que guionan recuerdos enlazandonos en estructuras intrincadas de auto-narración, aventuras picarescas, memorias de espacios que ya no están.


Sala de estar pone énfasis en el verbo más que en el estado y esto se ve en los cuerpos que la construyen y que pasan por lógicas de armado y de acción, sin continuidad de ninguna de las construcciones. Quizás mera contigüidad.


Si el story-telling en particular - narración de historias - y el uso de la palabra en general, comienzan a convertirse en marcas de autora de Burgueño, el universo femenino que sus obras construyen también constituye un rasgo de personalidad de sus obras, explorado a través del cuerpo de sus colaboradoras. El hecho de que esta sala de estar sea habitada únicamente por mujeres es ineludiblemente significativo y es imposible esquivar la información que se desprende del título de la obra, que nos depara con la carga simbólica (consuetudinaria) que rodea a lo doméstico. El hecho de que sea un elenco femenino construye y organiza, sea de modo intencional o como consecuencia no buscada, y aunque no cierra conclusiones ni significados revestidos, propone un terreno a decodificar señalando como en el cuerpo nunca existen terrenos baldíos. Aunque sí planes de obra.

Pero diferencia de otras piezas anteriores de Natalia, hay en ésta una sobriedad, despojamiento y síntesis que acerca más esta obra a ciertas convenciones del paradigma estético de bordes blandos pero existente, de la danza contemporánea. Si en anteriores creaciones se construyeron apoyadas en una presencia cuantiosa de símbolos, objetos, artefactos - prótesis de la imaginación, en ésta la danza se remite a espacios y cuerpos creados por esos cuerpos protagonistas de la obra.


Al concluir, dos planos de composición quedan martillando la memoria: uno el sensorial que a través de algunos momentos intensos de la obra despiertan sinestesias varias en la sala teatral. El otro, verbal, que como todo acto de enunciación performativa, monta sus cimientos sobre el presente de quien profirió la palabra o de quien la leyó. También de quien la escuchó o repitió en voz bajita, desde el silencio penumbroso de la butaca o desde el corredor donde continuaron conversaciones y apreciaciones de la obra.





Creación y dirección: Natalia Burgueño
Creación e interpretación: Ana Penadés, Carolina Guerra, Carolina Silveira, Luciana Bravo y Manuela Casanova 
Diseño de Iluminación: Leticia Skrycky y Leticia Martínez
Diseño sonoro y música: Lucía Severino
Asistencia en vestuario: Carolina Guerra
Registro fotográfico: Mariana Cecilio
Producción: Colectivo NAAN
Apoyo: Taller de danza y creación Casarrodante


SALA DE ESTAR es la configuración escénica del Proyecto GENTE EN OBRA que fue apoyado por Iberescena.
Presentada en Mayo 2014. Sala Zavala Muniz / Teatro Solís. Montevideo.



* Esta nota también publicada en 7x7

jueves, 5 de junio de 2014

Fuera de lugar. Sobre "NiJe" de Federica Folco y Sofía Lans




Fuera de Lugar. Versión no editada: 

Sofìa Lans debe tener unos 24 o 25 años, ponele. Es bailarina y se ve en su cuerpo, mirada, curriculum, técnica. Sobre todo, es bailarina en términos de la potencia comunicativa de cada segundo de su movimiento y de su quietud.

Para espectadores asiduos a la danza o al trabajo de Federica Folco, Sofìa no es una extraña ya que bajo su dirección y como integrante de la Compañía de Danza Periférico ha participado en obras como Periférico y Vacío que exploran diferentes relaciones entre cuerpo, tango y danza contemporánea. También ha incursionado en otras colaboraciones y direcciones, como integrante del colectivo de artistas jóvenes Liebre-gato y rotando en los roles de asistente de dirección, creadora o intérprete, creando un percurso diverso y alimentado por múltiples referencias y experiencias relacionadas a la creación y a la investigación (también teórica) en danza. NiJe usa todas esas experiencias para configurar una pócima que suspende cualquier pasado y futuro en un presente imposible de detener, aunque parezca suspenderse durante algunos silencios de movimiento, o en cada centimétrica aproximación a alguna de las dos filas de espectadores que organizan el espacio de modo similar a uncorredor. El uno-y-otro lado del espacio coreográfico es desachatado por una dramaturgia llena de espirales y curvas, que desestabiliza la frontalidad que en un inicio nos hizo encontrarnos en el medio del campo visual de los espectadores de enfrente. En ese espacio vacío y rectangular, de piso de madera al que habitan ruidos de la calle e internos, NiJe presenta la danza de un cuerpo-madeja, que teje una red de miradas en sus trayectos, soltando palabras que se adhieren a la memoria y engrosan la imaginación. De un lado o del otro, el cuerpo nos ofrece una perspectiva pero nos oculta otra, llamando la atención sobre la mirada de los otros desde una empatía un poco celosa. Por momentos se vuelve violento el pacto teatral que ha habituado a la mirada a convertir lo esfèrico en plano, con la complice teoría de un punto de vista único. Como si no hubiera siempre algo que se le escapa hasta a la mejor de las perspectivas. El olvido de esa otra perspectiva es imposible en NiJe que en el correr de la pieza juega a transformar esa falta en imaginación o deseo: quisiera levantarme e ir hasta el otro lado, querría ser los ojos del lugar simultaneizando mi percepción por todo el tiempo y espacio. Si juntaramos las miradas podríamos entre todos dar cuenta de ese objetivo. NiJe nace de un diálogo entre artista (directora) y artista (bailarina-creadora) y la pieza hereda esa dinámica de dos. Díada que se tranforma en tríada:yo, vos, nosotros. Un cuerpo ambiguo tomándose muy enserio, tomándose muy en broma y ambas cosas a la vez.

NiJe es un estudio sobre cómo lo sutil y lo irreverente pueden encontrarse y provocar derrames de sentidos, caos hermenéuticos. NiJe Es una danza nitzscheana y erótica. Coreografía nihlista que cuida del espectador desalineando la distancia que puede mediar entre cuerpo artista y cuerpo audiencia, entre movimiento y pensamiento, entre lo dramático y lo lúdico, entre lo temático y lo abstracto. Desordenando la belleza de un cuerpo inevitablemente sensual, tan vivo. La técnica de sorprenderse emana en Sofía la poética de una percepción resplandeciente. Sin elementos escénicos. Sin sonido más que el del cuerpo. Casi sin artificios lumúnicos. Con un vestuario tan cualquiera y tan ese. Sofìa estira sus bordes y fuerza equilibrios imposibles hasta caer, habitando justo antes de ese instante diagonales anti verticalistas. Desjerarquizando el cuerpo y provocándolo camorreramente a una lucha con él mismo.

Toda virtud debe ser la propia invención de uno, la íntima defensa y necesidad de uno; en cualquier otro sentido sólo es un peligro. Lo que no está condicionado por nuestra vida, la perjudica... La “virtud”, el “deber”, el “bien en sí”, el bien impersonal y universal; todo esto son quimeras en las que se expresa la decadencia, la debilidad última de la vida (...) cada cual debe inventarse su propia virtud, su propio imperativo categórico” dice Nietzsche, y mientras miro estos 45 minutos de algo que podría llamarse danza, digo también filosofia.

Pensamientos cinéticos de un cuerpo del momento justo después de un orgasmo. Del momento justo antes del próximo. Buscando el placer sin complacencia. Con la soltura de haber rugido y de sentir una desfiguración de sus límites. Que grita: estoy viva y blasfema para que oigamos mejor. Que se calla para que sigamos escuchando. Que habla con una lengua que más tarde toca al aire y brilla como un clítoris gigante y húmedo que invita sin culpa lástima pudor. NiJe podrìa ser una escenificación de la locura si no se planteara en un territorio lindero a la broma, en la frontera entre los sentidos y aquello que tiene – o no – sentido. Percepción que ensaya perderse saliendo del perímetro bello y controlado que otra danza tan paciente y disciplinadamente trazó. Quizás así se quiebre algún hueso o tu pasiva expectancia, o mi poco riesgosa actitud demostrativa. Se rompe la imágen para crear otra, y otra hasta ser chupada y acabarse.

Ni-je. sofìafederica. Ni una ni la otra pero ambas. El espacio entre dos mujeres que podrían ser madre e hija, o amantes, amigas, hermanas, o nada. Entre un ping pong de miradas, un cuerpo en su redondez inaplanable. Voy con ella a recorrer todos los puntos de no contacto con esta sala de conferencias y confidencias. Sala de conferir que estamos vivos y que ninguna realidad o argumento es más potente que la realización de esa pequeña serie de eventos que llamamos vida, deseo, sexo, mamá, mirada, humedades que salen a buscar empapar. Algo me llora aunque lo niego por motivos prácticos. Movida y sin poder traducir. Nije es una pieza nihlista, anti edípica,
de humor y de humores . Esos inagotables hasta que el cuerpo se muera y termine de empezar a secarse. El deseo de moverme de lugar se inició en la mirada pero pronto como un virus de fácil contagio pasó a ser cuerpo todo.
NiJe declara su pequeña gran guerra a los conceptos de verdadero y falso, de correcto e inapropiado, de mujer o niña, de juego o de sexo. Mientras el cuerpo escapa de su propio equlibrio - estrategia escapista o transformista – una mujer se dibuja y redibuja en fugas riesgosas que se enamoran de la gravedad y se dejan caer en ella. Una palabra o más se escapa, confidente y secreta, y toca a unos dos o tres de entre todos los presentes. Secretos y guiños, tan titilantes que dudo si sucedieron, si todo esto fue real o mi propio viaje. De la suspención de esa duda nace este cuerpo/texto.


Mayo - Junio 2014. 
Sala de Conferencias Teatro Solis


Creación y danza Sofía Lans
Creación y dirección Federica Folco
Concepto sonoro Fernando Goicoechea
Diseño de iluminación Ivana Domínguez
Vestuario Cecilia Morales
Imagen Patricia Moreno
Diseño gráfico Fernanda Piñeirúa
Producción Marina Monti





La cocina y el epílogo: ¡sobre qué difícil escribir sobre danza en un periódico!


el editor de cultura de la diaria (Tussi) me escribe entre otras cosas, éstas:

"...de pique le saqué un "ponele"- pero me pareció un poco interiorizada de más, tanto por la percepción muy subjetiva como porque -algo que ya te ha pasado- me parece que la describís demasiado con la expresividad intencional propia del gremio. Es posible que cuatro de cada cinco que la lean compartan esa misma percepción conceptual, pero a mí siempre me importa el quinto curioso, que posiblemente quede un poco radiado por la falta de marco histórico-referencial. Por otra parte es complicado el tratar de transformar las sensaciones subjetivas de un espectáculo cinético en literatura; tenés un buen lenguaje pero al no haber equivalentes directos en el lenguaje, por momentos redundás un poco.  (...) Todos tendemos a tratar de darle forma literaria a las notas periodísticas, pero el secreto está en que no se note (yo soy de la escuela JLB, el más estilizado de los escritores pero el que más se hacía el gil al respecto) y eliminar cualquier recurso que pueda sonar como una floritura innecesaria. Mi tendencia como editor es respetar los estilemas de los reseñadores, pero cuando pasan demasiado al frente prefiero convencionalizar un poco. En fin, lo que te puedo decir en resumen es que lo ideal en una reseña es que, aunque todos sepamos que se está escribiendo para un conjunto limitado de iniciados, intentar que la misma siempre esté formalmente orientada hacia el lector accidental, porque lo ideal es abrir lo que puede ser una conversación endogámica.
Y nada; usted quería una devolución y aquí la tiene."

Gracias Gonzalo y ahora  a ver qué hago con todo esto en la próxima de las reseñas. Se aceptan sugerencias, comentarios, otras notas. 

Continuará...