En Strike 7 performers - Andrea
Arobba, Cecilia Ivanier, Darío Lima, Pablo Muñoz, Laura Rodríguez,
Eugenia Silveira y Juan Miguel Ibarlucea - investigan bajo la
dirección de este último el universo coreográfico y
musical del Vogue, de la moda, del glamour al ritmo de una
música hecha para bailar, de la búsqueda de comunidades marginales
por brillo, fama y glamour.
La creación se inspira e indaga en ciertas prácticas dancísticas
relacionadas al Vogue, a su vez retratadas en las dos fuentes
que orientaron el proceso: el cortometraje Voguing the message
(Bronstein,
Low, Walworth, 1989) y el largometraje Paris is
Burning (Jennie Livingston, 1990). Ambos films documentan los
orígenes y fundamentos de esta danza que consiste en una competencia
entre bailarines que caminan y posan como si estuvieran siendo
fotografiados para la famosa revista Vogue. El Vogue surge en
Nueva York en los años 80s como una manifestación de las
comunidades afroamericanas, latina, gay y transexual y está
atravesada por cuestiones de raza, clase, género y sexualidad en la
América de esos años. Danza social que también funciona como danza
de competencia, el Vogue coreografía la búsqueda de
identidad y de reconocimiento, de destaque y seducción, de emulación
de aquello que se quiere ser o parecer. Si la elegancia, la
sensualidad y la belleza son coordenadas relevantes para este tipo de
danza, también lo es el concepto de “realness” - que en la jerga
de la cultura gay y transexual significa parecerse lo máximo posible
al modelo hetero de referencia - que nos informa de una de las
claves del estilo.
Strike de
Juan Miguel Ibarlucea no se relaciona con las dinámicas de emulación
- transgenéricas e interclasistas, o en los factores de clase y las
tensiones de género subyacentes al ambiente y a las referencias en
las que se inspira, sino que se concentra en la dimensión
coreográfica y espectacular del vogue y de prácticas relacionadas
como el “headbanging” o “bate cabelo”.
De la apariencia deseable al aparecer del deseo: Strike juega
con el pasaje del estatismo exhibicionista de la pose a la fluidez de
una coreografía irreverente (no obstante bastante controlada en la
obra), que conserva cierta cualidad de seducción sensual-sexual para
luego extrapolarse y transformarse en otras cualidades. La tensión
entre la fidelidad a la técnica citada y su combinación y
contaminación con otros elementos, es el juego que propone Strike,
que comienza con un desfile o exposición de los cuerpos para
mostrarnos con el transcurrir del tiempo el modo en que la pose
construye imágenes que van siendo modificadas y modificando a los
cuerpos que las ocupan.
Los cuerpos de
Strike performan el
narcisismo como modo de relación, o mejor dicho como impedimento de
la relación. Entre los 7 intérpretes ésta se presenta en forma de
unísono, agregación o competencia y es protagonizada por cuerpos
demasiado enfrascados en sí mismos, o en la imagen que producen ante
el espectador. Retirado de su contexto socio-político, el Vogue
se vuelve mera pose y estudio coreográfico-rítmico y en esa
operación la obra pierde fuerza, neutraliza la tensión política
para quedarse únicamente con la forma. La pose puede ser
empoderamiento o puede tornarse prisión y en la medida en la que no
hay comunidad que la contenga, la pose habla de una radical soledad y
de la imposibilidad de estar junto al otro, de exponerse (que no es
igual a exhibirse).
Si como anuncia
su texto de presentación, hay lucha en Strike, ésta consiste
sobre todo en un embate con el sí mismo y con la exigencia de
estar acompasado con un ritmo exterior - el de la música y el de las
expectativas y deseos del observador - que cobra cuerpos.
Strike es también un guiño a la canción de Madonna -
llamada precisamente “Vogue” - que inicia con la frase “strike
a pose”. Se alude de esa forma a un sujeto de culto de la comunidad
practicante del Vogue (y la comunidad gay en general). En
consonancia con el ánimo de esta referencia musical, Strike es
también un llamado a empoderarse del cuerpo, a no tener vergüenza,
a moverse con el ritmo de la música o del deseo, a dejarse mover sin
limitaciones sociales o morales auto o alter impuestas.
Si narcisismo y
hedonismo son dos ingredientes en la receta que compone a Strike, es
muy sutil o casi imperceptible el borde que separa en esta creación
a lo placentero de lo doloroso en la búsqueda de la imagen deseada.
En este casi, se abre la posibilidad de una crítica pero
también la de una reproducción sin distancia de esta manifestación
nacida hace 30 años en EEUU.
Entre la pose
como actitud de empoderamiento y la pose como actitud que acaba por
someter al cuerpo al servicio de la imagen buscada, Strike nos
expone al contagio empático de 7 cuerpos dejándose llevar por beat
pegadizo de esta música a cargo de DJ
Tinitus. La metakinesis es una invitación casi
irrechazable para las rodillas que empiezan a marcar ritmo entre las
butacas, o para la respiración que se sorprende al percibirse
coordinada con la de los bailarines. Esta
empatía de los cuerpos coordinados no es exclusiva del Vogue, sino
un recurso recurrente en danzas con fuerte base rítmica, apelo
comunitario, buen marketing o promotoras de la adhesión una causa
común (como lo demuestran desde los coros en movimiento hasta la
publicidad o los flashmobs organizados durante la campaña política
electoral).
Strike es un estudio formal del Vogue desde estos
cuerpos contemporáneos – y también blancos y de clase media -,
cuerpos entrenados y virtuosos tanto en la ejecución del movimiento
controlado como en la expertise del descontrol. La opción es por la
investigación coreográfica más que por los aspectos
socio-económicos, culturales o raciales que integran la violencia
presente tras la pose. Hacia el final la respiración - dato vital
hasta entonces escondido tras el protagonismo de una música de alto
volumen e impacto- se deja escuchar y percibimos de esa forma un
cansancio opaco hasta el momento, un ritmo acelerado ya no desde las
bandejas del dj sino desde cuerpos con límites y que nos ofrecen por
un momento fugaz y concluyente la vulnerabilidad de exponerlos.
* Se presentó en la sala Zavala Muniz, Teatro Solis el 2 y 3 de mayo 2015.
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