Ambientes
con tonus
El
cuerpo son sensaciones de gente por ahí
Diálogo
con Sheila Ribeiro sobre cuerpos, culturas y la calle en la
contemporaneidad
Sheila
Ribeiro se autodefine como artista interesada por las dinámicas de
comunicación contemporánea. Explora ilusión, deseo, dislocamiento
y cuerpo poetizando tensiones estético-políticas de las culturas a
través de conceptos, eventos, coreografías, instalaciones,
audiovisuales, psico-esculturas y arte web.
Aunque
según Sheila, Dona Orpheline ya no existe más, ha sido por muchos
años su “heterónimo transitivo y zona de colaboración”, y el
paraguas bajo el que ha trabajado en tránsito entre países como
Brasil, Canadá, China, el Líbano y Europa, desarrollando un
lenguaje artístico transcultural. 15 años atrás su trabajo se
orientó hacia la cultura digital y el cuerpo, interesándose por
discutir sus conceptos actuales yendo más allá de las posibilidades
tecnológicas en sí.
Sus
páginas web ( http://sheilaribeiro.net/
y
http://chamandoela.com/
)
son encaradas más como obras de arte en sí que como meros portales
informativos, dándonos pistas de que no hay disociación entre los
planos virtual y presencial de su trabajo. Ribeiro colabora con
artistas de la danza pero también de la fotografía, la moda, la
comunicación, las ciencias sociales, la tecnología, siendo Massimo
Canevacci no sólo su esposo sino una importante influencia en su
trabajo y pensamiento. Otros colaboradores cercanos son Bénoit
Lachambre, Wagner Schwartz, Sophie Deraspe, Cristian Duarte. En
cuanto a su carrera académica Ribeiro recibió el pasado año el
título de doctora en Comunicación y Semiótica de la Universidad
Católica de Sao Paulo, siendo “cuerpo, metrópolis/líbido y
confusión” o la tensión entre lo analógico y digital en la
comunicación contemporánea sus principales líneas de
investigación. La artista es también la creadora y articuladora
inicial (aunque ya no lo integra) de un proyecto editorial llamado
7x7 (seteporsete.net) - que yo misma integro desde el
2013 junto a 6 artistas brasileros - y cuyo objetivo es crear
horizontalidad a través de modos diversos de compartir
reverberaciones en diferentes formatos (textos, videos, imágenes),
como una gran wikipedia de la danza contemporánea que pueda quebrar
la verticalización de lo oficial (y de sus parámetros de
legitimación o deslegitimación).
A
Montevideo Sheila vino con dos planes. Por un lado realizar un taller
en el Instituto Nacional de Artes Escénicas titulado “Encuentro y
creación” de duración de 5 días. Por otro compartir junto al
Programa de Residencias PAR - que a cargo de Vera Garat y Tamara
Gómez lleva adelante una enérgica gestión posibilitando
residencias e intercambios entre artistas extranjeros y el medio
uruguayo - y a un grupo interdisciplinario de artistas convocados
para la ocasión, un espacio de creación junto a su “compañía
de conceptos”Chamando
Ela,
obra en proceso y de larga duración que Ribeiro desarrolla junto a
los fotógrafos Lima y Meirelles.
En
relación a su trabajo Ribeiro señala que “cruza tensiones de
cuatro intereses principales: moda, cultura digital, salud mental y
danza. Y en ellas yo propongo intimidad con el supuesto “mundo de
los otros que también es el mío”. Para la artista estos cuatro
ejes son zonas de poder: “entro en ellos, estoy en ellos, para
entenderlos y dislocarlos, reproponiendo otros mundos, un deseo de
compartir posibilidades de complejidad, de intimidad y de broma”.
El
humor y la sexualidad son otros ingredientes presentes en sus
trabajos, tanto los desarrollados individual como conectivamente.
Conversamos con la artista sobre cómo entiende y explora estos
intereses, cuya relación no es ni evidente ni frecuente.
“La
MODA como líbido (querer que te guste vivir), estar en la ciudad -
en la calle o en la web - más allá de cualquier frontera que
delimita “áreas” (geográficas, culturales). Veo la MODA como
propuesta de invención de mundos, un “viento en el cabello” de
la comunicación individual, colectiva y conectiva.”
“A
la cultura DIGITAL la veo como un idioma, el “verdadero”
esperanto. Lengua inventada que es diálogo, construcción, creación,
dependencia, resistencia, todo lo que es transformación y
entendimiento y posición sobre el capitalismo glocal. Por eso me
gusta acompañar su evolución. No hay nada ni nadie que no haya sido
afectado por la lógica digital (sea que le guste o que la deteste o
que piense que solamente la usa). Lo digital es una cosa que cambia
todo el tiempo, es mejor entenderlo. La danza siempre fue parte de mi
vida, de muy temprano-chica fui bailarina de “país colonial”,
tengo un trabajo de coreógrafa contemporánea que pasó por muchas
etapas, lugares, personas, llegando finalmente en la descreencia
total de muchos formatos.”
Respecto
a la relación entre cuerpo y cultura digital la artista entiende que
“El cuerpo transpira todo de una cultura, por todos los poros: la
cultura turística, la de los medios, la de las instituciones… la
danza es un ambiente de tensión, de protección, de clichés, de
pérdida de todos ellos: un síntoma:”
Interesada
en el poder y el colonialismo (y en el autocolonialismo) el abordaje
de Sheila respecto a la salud mental es político más que
terapéutico. Según la brasilera-canadiense “La salud MENTAL es
una lucha, y como todos los otros ejes, entender la cuestión de la
locura es entender la cuestión de la exclusión y de la inclusión
de valores vigentes de comportamiento y normalidad.”
Sobre
por qué le ha interesado trabajar fuera de su país e incluso fuera
del circuito mainstream de la danza, Ribeiro responde con una
anécdota que entrecruza lo personal con lo político, develando su
mirada sobre los circuitos de circulación y producción del arte
contemporáneo: “Yo trabajé durante 8 años en la compañía del
coreógrafo canadiense Benoit Lachambre y con él, entendí la
dinámica de estar en festivales, de ir a fiestas, de leer artículos
sobre legitimidad, pertinencia, amor y desamor de nuestras
propuestas. Un día, uno de los artistas murió atropellado y yo
entendí que, si hubiera sido yo, habría preferido vivir otras
cosas.”
Sheila
fue bailarina de danza del vientre y participó del movimiento haker
de
fines de los 90s, es decir, un perfil difícil de clasificar y que en
su compleja diversidad nos hace entender porque afirma enfáticamente
que “odia que la etiqueten” con rótulos finalistas tipo
“coreógrafa” o “académica”. Al preguntarle qué búsquedas
y que hallazgos, dan fuerza y motivación a su trabajo, ella
responde: “Encuentro el lujo de continuar buscando y de enfocarme
en observar la búsqueda de los otros”.
Al
mismo tiempo Sheila duda sobre si considera o no su trabajo como
“político” argumentando que “...la política cambió. La
política no es más la “polis”, ciudad analógica. Para mi, la
“política” es estar atravesada en y por la comunicación. Si
consideras eso político, entonces mi trabajo es político.”
Al
aludir al reciente vigésimo aniversario de su trayectoria como
creadora le preguntamos cómo describiría las transformaciones que
su trabajo ha tenido desde el inicio hasta ahora: “Antes yo tenía
una motivación en denuncia y crítica, muy fuerte. Hoy, me parece
que esa forma de hacer arte pertenece a solamente un grupo. Yo quiero
pertenecer a todo y todos y a nada y a nadie. Mi trabajo propone lo
incompleto a ser completado/llenado.”
Al
preguntarle sobre cómo piensa en el cuerpo en la contemporaneidad y
sobre cómo una artista de “la danza” acabó por trabajar desde
el concepto de cultura digital, Sheila dice:
“No
puedo responder sobre lo que sucede con “el cuerpo en la
contemporaneidad” porque no creo que exista ni “un cuerpo” ni
“una contemporaneidad”. Lo que existen, para mi, son personas
viviendo entre tensiones de lugares y medios, haciendo sus cosas, o
intentando. Muy pronto, existen maneras de encuadrar trabajos,
acciones y formas de vivir (el “cuerpo” en las instituciones para
las artes, en los manicomios, en facebook) y es eso lo que sucede con
“el cuerpo y la contemporaneidad”. El cuerpo para mi no existe
por sí solo. O aún más “el cuerpo” son historias y sensaciones
de gente por ahí. Algunos matan, otros quieren vivir - a veces muy
escondidos y tranquilos (por pereza o resistencia) y a veces muy
narcisistas (por pereza o resistencia). Así tenemos la slow-food y
Estado Islámico en 2015. La danza digiere de manera abstracta los
ambientes y tal vez yo llamo eso de cuerpo: ¿contextos con tonus?.
Más específicamente, vengo trabajando con la lógica de lo digital:
navegar, invadir, el spam, el virus, la auto y
heterorepresentación, los vectores, lo fake….”
Sheila
lleva en Montevideo más de 10 días - ciudad que visita por segunda
vez - y describe algunas cosas que ha oído y le llaman la
atención: que el asesinato de Khalad al-Assad en Siria y el Nadia
Vera en México necesitan ser pensadas como cosas uruguayas;
que
la mandarina tiene un olor fuerte a ser evitado por un
tipo
de clase media; que vivir en un balneario puede ser una forma de
resistencia; que existe tango flúor del nuevo uruguayo”. Y
sobre lo que piensa de todo esto responde “el sábado en el EAC se
presenta Chamando
Ela,
trío en el que yo participo con Tiago Lima y Joao Meirelles, y ahí
vamos a presentar lo que nos llamó la atención.“.
Chamando
ela
trabaja
en un espacio liminal entre moda, cuerpo, danza, comunicación y
culturas. De esta forma disloca, cambia, juega, invierte, recrea y
revierte padrones, abriendo nuevas perspectivas y posibilidades. Hace
investigación - casi etnográfica- y la transforma en otras modas
posibles, nuevas mitologías contemporáneas de cuerpos.
En
su divulgación Chamando
Ela,
es descrito como “un hub de delicias para un mundo que ya no
se sabe lo que es. Dependiendo la instancia y la necesidad, puede ser
intervención, performance, instalación, exposición, publicidad,
música, libro, espectáculo... pero siempre cuerpo, siempre moda
expandida”. La
invitación al cierre de la residencia y presentación de proyecto y
del libro homónimo es abierta y queda extendida para el Sábado 22
de agosto a las 19hs en el Espacio de Arte Contemporáneo (EAC).