El tiempo abierto y su después
sobre como se vuelve siempre al amor
Sábado 24 de octubre. A las 20 hs. Entrada libre, Teatro Florencio Sánchez. Grecia y Norteamérica. Cerro
Versión pre-editorial:
El sábado 24 de octubre se presenta en el Teatro Florencio Sánchez del Cerro la obra de danza Como se vuelve siempre al amor, con dirección de Yvonne Pahlen y con elenco integrado por las bailarinas-creadoras Daniella Pássaro, Laura Pirotto, Ruth Ferrari y la propia Pahlen, artistas con décadas de dedicación a las artes escénicas desde diferentes roles (coreógrafas, intérpretes, docentes, vestuaristas, investigadoras). La gira de la obra por el país – posibilitada por el Fondo Concursable MEC 2014 - comenzó en Las Piedras, siguió por Maldonado y Vergara (Treinta y Tres) y culmina en Montevideo.
Como se vuelve... aborda los años de la dictadura en Uruguay, tema que ha aparecido reciente y reiteradamente en las creaciones de coreógrafos como Tamara Cubas, Grupo Ménades, Leticia Ehrlich, Martín Inthamoussú para nombrar algunos. Si esta convergencia temática da cuenta de un diálogo o de su necesidad, es curiosa la reiteración de la imágen del viaje -ir y volver y volver a aquellos años, al país del exilio, al sur, al recuerdo de aquel régimen político, a la memoria y activación de la resistencia - como punto de partida o de llegada para convocar al público a asistir. Lo que diferencia a esta propuesta las recién nombradas es que sus creadores pertenecen a una generación que vivenció en “cuerpo propio” la dictadura y implicaciones. Volver cobra en este marco una cualidad de memoria en primera persona y un registro primordialmente geográfico, aunque lo personal se toca con lo público y con lo político y lo geográfico con lo político y con lo histórico de formas indiscernibles.
“Cómo vivimos en los años de dictadura. Cómo volvimos siempre a la vida, a nuestras vidas, al país amado, a los amores, al amor. Cómo resistimos y hoy estamos acá. Una mirada desde el cuerpo, los objetos, las sensaciones, la emoción, la cotidianidad, enfocada sobre los puntos más luminosos de una peripecia humana de carácter local y universal.”
En la ficha técnica hay lugar para roles poco frecuentes como “contemplación artística” a cargo de Jorge Rivas y asistencia de dirección a cargo de Carina Gobbi. La iluminación está a cargo de Ignacio Duarte, el sonido de Alejandro Tuana y el vestuario de Verónica Mosquilo.El título de la obra es tomado del tango “Vuelvo al sur” (Piazzola-Solanas) interpretado por Goyeneche en la película “El exilio de Gardel”.
Tras dos años de proceso - un período que excede la media de procesos creativos contemporáneos temporizados para acompañar los ciclos de llamados a proyectos más que a las necesidades de la propia obra – Pahlen afirma que necesitó que pasaran 28 años de lo que llama “la vuelta” del exilio político para poder compartir su mirada sobre este tema.
“Se tarda en hablar cuando se ha vivido el destierro , la persecución , la cárcel la tortura , la vuelta , la resistencia …hay un tiempo que tiene que pasar para formular desde cualquier ámbito del arte o del cotidiano para poder NOMBRAR”. Pasado ese tiempo y ante la presentación en Montevideo de esta obra hablamos con su Pahlen sobre la propuesta.
¿Por qué y cómo hablar del tema de la dictadura hoy?
“En 1972 yo me fui forzada al exilio por militar en un movimiento clandestino. Volví en 1987 y me sentí privilegiada de volver con un hijo de la mano, sana, joven, sintiendo que llegaba teniendo una oportunidad. El Río de la Plata me recibía. Recién ahora encontré una forma de compartir lo que había vivido y lo que sentía. Cuando una tiene algo para contar es casi una responsabilidad social el hacerlo. Desde ese deseo y esa responsabilidad hago esto. No solo me fui de Uruguay, también de Santiago de Chile. Fue casi un doble exilio. Y la vuelta, que es otra parte del exilio. Demoré 28 años en expresar todo eso, tal como están haciendo tantas personas, y lo hago de esta manera, que es la mía. Así concebí como se vuelve siempre al amor.”
¿Como ves la reflexión otros artistas hacen sobre el período de la dictadura desde las artes escénicas en Uruguay?
“Todas las obras de arte escénico sobre la dictadura me impactan, lo cual no significa que necesariamente comparta su lenguaje. Admiro a los que tienen el coraje de poner en escena obras de danza sobre situaciones tan vigentes, tan comprometidas. Por el camino que sea. Por eso Peter Brook por ejemplo me parece un director a tener en cuenta. Él no hace danza, pero hace teatro responsable como lo llama él y siempre te impregna de algo cuando ves sus obras, su tratamiento de lo humano.”
¿Cómo fue que llegaron a este equipo de trabajo?
“El equipo de como se vuelve siempre al amor está formado por gente con la que yo tengo una empatía particular por su modo de encarar la vida y de convivir en creación. Conozco a las bailarinas desde hace 20 años o más, lo mismo a Carina Gobbi. Es gente con la que tengo en común códigos y experiencias de vida. Dado mi método de trabajo, para esta propuesta solo podía trabajar con un equipo así. Entre esas experiencias de vida compartimos lo que nos pasó y lo que hicimos a partir de la dictadura: resistir y volver, volviendo al amor. Algunos se quedaron en Uruguay, otros conocieron o conocimos la cárcel y vivimos el exilio y la vuelta, otros nacieron como hijos de exiliados o de desexiliados; todos conocimos personas con familiares o amigos desaparecidos o muertos en tortura o que tuvieron hijos en cautiverio. La entrega y el compromiso de la parte del equipo que “no se ve” en el escenario en esta obra es muy importante.”
Historia (im)personal
Sobre cómo se vinculan experiencias políticas y experiencias artísticas Pahlen decía:
“Yo quería que Uruguay cambiara para que fuera mejor. No cambió y me echaron en el momento en que me imaginaba toda una vida. Fui a parar a una situación doblemente desgarradora con el golpe de Estado en Chile. Y ese desgarro me dio otras oportunidades, porque encontré la manera de volver a mis intereses, a mis compromisos, a mi plenitud, siempre con la vuelta allí, como algo natural, siempre presente. Para mí, que volví al sur bailando y sé por experiencia que se vuelve siempre al amor, esta propuesta que promuevo y en la que hemos trabajado durante dos años es la única manera de abrazar una temática que me atañe y que atañe a mis compatriotas y a tanta gente que en el planeta vive y ha vivido en dictadura.”
La obra cuenta con apoyo del FC y de un sponsor privado y se presenta en un circuito que no es el más convencional. Indagamos sobre el porqué y el cómo de los espacios elegidos:
“El formato del Fondo obliga a presentar la obra en tres departamentos y a hacer una función en Montevideo en un barrio que no pertenezca a la costa este. Elegimos en Las Piedras una sala no convencional: la parte de exposiciones del Pabellón del Bicentenario, una estructura maravillosa de hierro y vidrio sobre el monte de la histórica batalla, a la que la Intendencia está apostando mucho. Nosotros la llamamos “la pecera”. En Maldonado estuvimos en el Teatro de la Casa de la Cultura, que tiene un gran arraigo en la población, un público consecuente, una sala preciosa y un técnico, Richard Pedemonte, que con su sabiduría enriquece cualquier espectáculo. Después Vergara, en Treinta y Tres, nos sumergió en ese Uruguay profundo con el que se pone a prueba cualquier presentación. Allí los aplausos fueron de una calidez muy elocuente. En todos lados fue gente de todas las edades a vernos y recibimos mucha ayuda espontánea para resolver el montaje. Cada espacio elegido nos presentaba su propio desafío. No los elegimos por la comodidad, sino porque creemos que ese espíritu circense de “montar el tinglado” le hace mucho bien a la creación. Ahora le toca el turno al Florencio Sánchez del Cerro.”
¿Cómo describirías las herramientas que emplearon durante el proceso de creación?
“Hemos trabajado en un largo proceso de dos años, única manera para mí de abrazar una temática que requiere y merece mucho cuidado. El “trabajo sobre sí” ha sido parte de la metodología, para que cada bailarina (y cada técnico) encontrara sus puntos de contacto, sus contenidos, sus formas expresivas. Esto se refleja en la totalidad de la obra, en la que pueden apreciarse distintos planos, más o menos internos, más o menos tangibles y en la que cada espectador puede encontrar sus propias lecturas y emociones, en la que cada uno puede volver a sus emociones y, a su manera, al amor. Lo que se llama “armonización y danza” también fue una herramienta, un arte que practico desde que volví a Uruguay y que incluye el clown, el yoga, la improvisación, el autoconocimiento.
Parte importante del trabajo creativo fueron las entrevistas a personas que podían testimoniar su experiencia, que desde su lugar mostraron su propia y empecinada vuelta al amor. Y hubo tres libros fermentales. El Oblivion de Edda Fabbri, que cuando lo leí sentí que me daba el permiso y me habilitaba a contar a mi modo, que tiene mucho que ver con la manera en que ella cuenta, con la celebración siempre presente e incluyendo el dolor de una forma muy generosa hacia quienes no lo vivieron. El libro de Carlos Liscano El furgón de los locos, un hombre torturado a morir que a lo largo de todo el texto habla del cuerpo como su amigo, su “animal amigo”. Y para poder aludir sin nombrar, mi marido me regaló Cuando el emperador era dios, de Julie Otsuka. Daniella Pássaro lee unos párrafos de este libro en una escena que puede estar ubicada literalmente en un campo de internación para mujeres y niños japoneses en Utah, en Estados Unidos, durante la Segunda Guerra mundial, o en un dormitorio donde una madre entretiene a sus hijos en una tarde de lluvia o en una celda donde una compañera lee para otras como parte de la rutina diaria.”
Ante el pedido de algunas palabras que su directora quisiera compartir con el público en relación a la obra, Yvonne elige 3 sustantivos y 3 verbos:
“Delicadeza, pudor, potencia. Y volver, leer, recibir. En esta obra cada espectador hará su propia lectura, si se enfrenta a ella dispuesto a recibir lo que ella le entrega, sabiendo que va a entender en primer lugar con los sentidos y el corazón, porque es difícil que haya otra forma de volver, que es a eso a lo que se lo invita.”
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