¿Cuántas cosas, seres, formas habitan un mismo lugar? ¿Qué es lo que está ahí aunque quizá no podamos (aún) verlo? ¿Puede la danza ser una forma de toponimia?
Cuerpos danzantes como peces entre el agua y la arena, con perros en escena, con miradas que se reconocen a sí mismas observando, esperando activas mientras se acumulan historias de cada subida y bajada de marea, de las transformaciones dunares que produce cada tormenta de arena. Las toninas muestran su vientre mientras suceden danzas del vientre. Mamíferos todos, encarnando la necesidad de sentir y de comunicarnos. Mandíbulas sueltas, lenguas encendidas, cuerdas vocales que denuncian, presencias en la calle, en el bosque, en el supermercado, en la playa.
Rozando el borde de las estaciones, sucedió el 22, 23 y 24 de octubre entre La Paloma y Rocha un acontecimiento próximo a lo utópico. Utópico, en parte, por deseado acumulativamente a lo largo de décadas de presencias marcadoras e intermitentes de la danza en la región, que involucran pisadas históricas y recientes que vienen levantando la polvareda danzante. Utópico también por organizarse en torno a algunos principios que el colectivo creador del encuentro sostiene en su hacer artístico y humano.
«Emergen1 es un dispositivo de encuentro y por eso no lo llamamos festival. Aun así, generó un ambiente festivo que nos inundó por completo.» El núcleo gestor del encuentro en expansión está conformado por ocho estudiantes de diversos departamentos del país, de la Licenciatura en Danza Contemporánea de la Universidad de la República y de la Escuela Nacional de Danza del SODRE. Personas reunidas en torno a descubrirse tribu, atravesadas por las magias que nos regalan, con la flexibilidad, el ritmo, la escucha, la posibilidad de proponer y de componer siempre en relación.
«Sobre los infinitos sentidos que despierta el nombre, Emergen responde a la emergencia que sentimos que habita en la creación en danza en la contemporaneidad, en lo precario de la situación laboral, en lo rico del campo y en lo difícil que es para un emergente en la danza llegar a compartir su trabajo, tan valioso y enriquecedor como el de cualquiera. Así es que nos tiramos del barco al océano, para emerger en un contexto que lo pedía a gritos, desde la semilla que dejaron muchas otras por el terreno rochense, tierras saladas de donde son oriundas dos de las integrantes del colectivo. Donde hace años las maestras Isabel de Melo, Viviana García y Gabriela Rodríguez ya habían tirado semillas de encuentro, hoy en día solo pudimos cosechar los frutos y compartir esa cosecha, revolver la tierra y volver a plantar.»
Emergen nace de la urgencia de los encuentros tras la pandemia, de la pregunta sobre formas no jerárquicas de organización (¿cómo armar un festival a 20 manos?) y de la toma de decisiones como la de utilizar los recursos conseguidos (un Fondo Concursable) para financiar el transporte y el alojamiento de las y los participantes. El encuentro gratuito y accesible parte de una intuición enunciada en primera persona del plural: «Éramos nosotres quienes debíamos encontrarnos, ya no a formarnos con expertos, sino a escucharnos, preguntarnos y saber en qué andamos. ¿En qué andamos? Andamos buscando un vínculo más intrínseco y cuidado con los territorios que habitamos, preguntándonos por las instituciones educativas de danza que nos encuentran, colectivos que se acercan, insistiendo en otras formas de creación y producción no competitivas. Andamos creando danzas que se saben insertas en dinámicas sociales, culturales, económicas y políticas. Danzando andamos. En La Paloma movimientos fuertes estaban sucediendo, espacios de danza, grupos de personas danzantes, deseo de encuentro y también acciones extractivistas en el territorio, abandono de políticas culturales, gestiones que privilegian a los más ricos, paisajes en extinción, entre muchas otras cosas. Quizás vayan más de la mano de lo que pensamos, ¿qué cuerpos y movimientos emergen en un territorio que se sabe resistiendo un avance represor y creando alternativas para preservar la vida?».
El recorrido que nos puso en relación con cuerpos, políticas, luchas, historias y crisis que coreografían el lugar nos llevó del polo turístico (la recientemente declarada capital del surf) al polo capitalino de la región, dejando hablar al propio territorio sobre las disputas, los amores y las historias que mantienen su pulso en el suelo desparejo del Uruguay contemporáneo.
«Emergen se sitúa en sus primeras dos cápsulas en La Paloma, Rocha, porque nos resulta pertinente acompasarnos a los ritmos del balneario, salir de la ciudad. Desde el cabo Santa María como desde muchos otros puntos ajenos al eje central que propone la capital, podemos percibir la necesidad de reconectar con lo sencillo del aire puro y la suavidad que permite la estructura blanda y móvil en su contraste con los cimientos de cemento y el bitumen, los semáforos, las veredas, los edificios y muchas otras cuestiones que hacen a la ciudad y al modo en que habitamos y nos habitamos, movemos y nos movemos.»
Por el programa de esta primera cápsula –cuya continuación está marcada para 19, 20 y 21 de noviembre– pasaron proyectos inacabados, prácticas compartidas, proyectos bebé, danzas enarenadas, caminos pedrosos, quilómetros de distancias, teatros con olor a mar, lluvias afectivas y transdepartamentalidades transformadoras, cumpliendo con el deseo de desterritorializar las danzas de su contexto habitual, correrlas y ponerlas en juego.
«Lo que de una manera u otra se fijaba en metodologías, en lineamientos específicos de cada proyecto se borronea en el encuentro. Las “verdades” se relativizan mientras los proyectos se disponen a encontrarse. En este sentido, Emergen propone una valoración de lo diferente, es decir, alejarse de la mezcla para habilitar la conjugación, la convivencia de antagonismos o bifurcaciones que pueden y que necesitan potenciarse. Entonces, mientras los bordes se borronean, también las especificidades son alumbradas, reconocidas, tenidas en cuenta.»
Y entre soles y noches alumbradas a fuego danzaron artistas visitantes, bailadores locales, habitantes diversos del lugar y hasta el propio lugar, que se vio sacudido por grupos movientes de humanos de mar intentando siempre, al final de cada danza, alcanzar con las pieles su orilla oceánica, cubriendo y revelando, desidentificando y localizando, amaneciendo y anocheciendo. Encendiendo, como si fueran fuego, las palabras y los gestos que andábamos necesitando para soltar todo; abrir la boca, soltar las piernas, mirar para afuera, tocar a otro, quedarse sin necesitar excusa con mi cabeza bien cerca de tu rodilla un rato, con la piel expuesta y ojos que explotan de mirada. «Y ahora que somos mar/ olitas que traen calma/ ahora que somos duna/ el viento nos acuna.»2
1. Información disponible en https://www.encuentroemergen.com.uy/
2. Fragmento de canción del taller Dunar, por Danzandoando.
Publicado en SEMANARIO BRECHA
No hay comentarios:
Publicar un comentario