foto: Paola Nande
Tal
parte de la escritura de un guión y simultáneamente de la pregunta
sobre qué puede ser un guión para la danza. Su escritura es la
continuación de un trazo investigativo que Carolina Silveira viene
desarrollando a lo largo de sus 3 últimas obras - Garabatos
(2011), Quien
Donde Que Ahora
(2012) y ahora Tal
-
aunque podemos ver el germen de las mismas preguntas y estéticas en
obras tan lejanas como La
Sed de Felipe
(2004).
Inspirada
por la premisa beckettiana de fracasar de nuevo para fracasar mejor,
Carolina se sitúa como directora en el límite exacto que separa a
escena de fuera de escena, para investigar desde ese umbral en los
mundos que pueden emerger de las relaciones entre cuerpos, espacios,
textos, espectadores, danza.
Tal
nos presenta la secuencia de acciones que parecen interrumpirse para
resetearse en fórmulas siempre diferentes. Esta periodización da
una temporalidad cíclica a la obra, que se complejiza cuando
percibimos que el ciclo involucra la construcción dramatúrgica y la
hermenéutica a partir del pequeño espacio entre repetición y
diferencia. Tal
oscila entre la regularización de un tempo
y calidad determinadas de las acciones que en ella se suceden, y la
aparición de sutiles transformaciones que se producen a través de
la acumulación de entradas, salidas, caídas, desplazamientos,
aparentes quietudes. No hay repetición en Tal sino la minimalista
transfiguración de cuerpos y relaciones a través de una composición
detallista y altamente (auto) controlada.
Si
en QDQA
o
Garabatos
la
sobriedad y el geométrico estudio de acciones minuciosas ya
contrastaba con el fluir propio de las palabras que se profieren sin
medida, en Tal
esta característica se presenta extremada y llevada a contingentes
consecuencias. Estas consecuencias producen un territorio en el que
cuerpo y texto conviven en una relación de contigüidad y a veces
superposición. Chocando y manchandose entre sí, dejando huellas de
tiza sobre la superficie negra y opaca del vestuario anonimizante,
borroneando los trazos que se distribuyen en el suelo a modo de
terreno semiótico o de mera superficie.
Recuerdo
que en QDQA
(2013) se nos daba el guión al final de la obra, para llevarnoslo de
souvenir y una vez concluida la experiencia de la obra. Nos íbamos
entonces chorreando texto sobre el texto ya llovido y con la
invitación a escribir algo nosotros mismos. En Tal
el texto desborda desde el programa hasta el suelo y chorrea en toda
la superficie de la acción. Se golpea contra el cuerpo con la
fricción de dos elementos que son casi uno pero al mismo tiempo
saben que jamás lo serán. Tal como la tortilla toca al sartén que
la moldea sin nunca fundirse con él, estos cuerpos y textos se
codeterminan sin llegar a mostrarnos nunca su punto de fusión,
aunque sí las consecuencias de sus mutuos condimentos.
En
Tal el texto es tan excesivo que sus posibilidades de articular
significado se transforman y pasan a jugar con las reglas de la
yuxtaposición, de la mera iconicidad del lenguaje. Tal es un paisaje
de unidades de sentido cuya semiosis funciona solamente por contagio,
sea de la tiza con los trajes negros o de la imagen de los cuerpos en
movimiento con lo estático del trazo inmóvil.
Texto
y acción discurren como líneas paralelas, como planos de
composición que amagando independencia, construyen en sus
dramaturgias un universo desinteresado en la causalidad de la acción,
sin embargo apasionado por sus consecuencias. Ficción performativa,
en la que los cuerpos son agentes casi indiferenciados integrando un
cuerpo-obra con pocos espacios en blanco. Obra cuyo devenir encierra
- nunca metafóricamente; y en pocos casos esto podría ser dicho de
forma más literal - en una escritura sin salidas. Los cuerpos no
tienen escapatoria al lenguaje, aunque tiemblen y expulsen, aunque
reconozcan los orificios por los que la lengua entra y sale, aunque
se les permita y se les prohiba.
Los
hocicos al aire son el único pedazo de piel al aire y es asfixia la
palabra que invocan algunas de las acciones. Mientras los cuerpos
atraviesan y pausan. Sobre signos construyendo símbolos, que se
borronean como el trazo blanco que al transcurrir la obra se va
haciendo parte del aire que respiramos. Vía inhalación, Tal
nos entra por las narinas y antes de irnos ya nos insufló del virus
del lenguaje.
El
sonido de una boca microfonada (la de la propia Silveira) es una capa
más de este mil hojas de cuerpo texto. Un cuerpo. Dos cuerpos. Tres
Cuerpos. La aparición de un Cuarto y el final, que pese a su entrega
gravitatoria no cierra el rulo del nuevo ciclo que él abrió. Un
quinto cuerpo resplandece en la memoria reciente del inicio
enigmático: ese cuerpo inicial e iniciático, que tras terminar de
trazar el terreno textual sobre el que los otros cuerpos transitarán,
no aparecerá más en la escena.
De
tobillos a cuello y de nariz a tope de la cabeza, la piel de los
cuerpos se oculta dejando una franja bucal, enorme orificio
expendedor de aliento, sonidos, saliva, susurro, voz. Tal
mecha
acción escénica con acción verbal sin nombrar inteligibilidad o
sentido. El verbo pone en movimiento lo que nunca estuvo inmóvil.
“Esto es lo que llamamos quieto por defecto. Quieto, a falta de
algo mejor. Este peligro.” Susurra la obra estas palabras, mientras
la luz de la sala nos deja en la penumbra de trazos ilegibles donde
se esconden formas oscurecidas.
Ante
el tal peligro, Tal
oculta
su punto de inicio, planteando una dramaturgia sin origen. Tal
es un quizás abierto al encuentro con sustancias que quieran o
puedan completarla. Tal
es un cuerpo de composición incompleta pero al mismo tiempo
parecería que nada exógeno a su organismo podría comple... Por eso
exhalamos y nos micro-movemos desde nuestras butacas. Vuelan las
letras, las sílabas, las palabras, las moléculas de tiza al ser
provocadas por el golpe de algún miembro, deslizamiento, caída
seca.
En
la mesura de la acción habita una sombra que se mueve como un animal
en la noche oscura. Los caminos geométricos humanizan los senderos
que algún designio trazó. Escriba ausente que plantea un paisaje e
invita al tránsito de secretos.
“En
las entrañas toda la gravedad del mundo”. El ser encerrado por el
lenguaje me invita a escribir. busca y agota una nueva tiza. “Todo
va a encontrarse con todo en algún lugar, si esperamos lo
suficiente”.
La
promesa emite fuerza presente sin verificar su cumplimiento en alguno
de los posibles futuros. Como la tiza, los escribientes se agotan.
¿Se agota también el lenguaje? ¿Se agota saturando? ¿Se agota
exhausto de sí? ¿Se exhausta agotado de sí?
La
oscuridad ilumina la imaginación. Un coro de toses acompaña la
partitura de acción y susurros y va encontrando un final junto al
epílogo infinito de este guión coreográfico.
“Tu
nombre es tal que si tuvieran que elegirlo ahora que te conocen….”
Una
cita a Beckett1,
geometrías robadas y la omisión de un centro geométrico -
energético que no hace más que reforzar su energía. Acción
periférica y diagonal que circula más y menos cerca de esta fuente
arcana de poder coreográfico y caligráfico.
Parole
soufflé. Discurso robado en palabras de Artaud quien considera a la
palabra el cadáver de la acción, al discurso como una enunciación
inapropiable. Tal
es la palabra que apenas proferida, dejó de pertenecerle a su
emisor. La relación de Tal
con el lenguaje es menos de uso que de convivencia. Jugando en los
límites de lo antropomórfico para reafirmar así su carácter
indeformablemente humano, demasiado.
Esa
danza es una conjura proferida en la densidad sonora de susurros que
se expanden y oscilan para luego desaparecer. Es el cuerpo jamás
quieto de la letra, que vibra buscando ojos y bocas que la respiren.
Los
ojos de gato negro recorren las diagonales con una obsesión de
escuadra.
El
centro de toda escritura es un punto ominoso e infinitamente
trazable.
El
centro a diferencia de todo eje, es una referencia móvil para el
equilibrio.
Las
distancias se mesuran con el control o espasmo de quien es lanzado al
mundo y se encuentra ahí. Ahí siendo.
Ninguna
de las promesas se revela (aún) certera ni falsa.
Lo
tácito y el gerundio desarrollan complicidades indiscretas.
¿Cómo
cuerpo y lenguaje se organizan en la danza y cuales son sus límites
de mutua inscripción e influencia? ¿Hay cuerpo fuera del lenguaje o
sin lenguaje? ¿Hay narrativa en Tal? ¿Hay ficción? ¿Qué
construyen estos cuerpos que acumulativamente van ingresando al
espacio? Si la ficción es tal que sólo puede ser construida
juntando pedazos significantes o si la ficción es tal que se
construye en el recorrido espacial por un tiempo plegado sobre sí
mismo, es algo que cada espectador querrá o no pensar, medir,
estimar.
En
Tal
el aire está apretado y celebra exageradamente cada huequito que
emerge entre costillas o manos. Expansiones y retracciones en lucha
por ganarse su terreno órgano-gráfico. El perímetro del cuerpo es
un borde sobrio; más allá de su frontera el paisaje se vuelve en
extremo simple y complejo. Complejo por simple.“Tal
como siempre ha sido. Tal cual. Tal vez.”
Tal se presentó del 19 al 21 de agosto en el Ciclo Montevideo Danza 2014. Sala Zavala Muniz, Teatro Solis.
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