miércoles, 26 de octubre de 2016

Indigestión cultural: sobre el Encuentro Latinoamericano de Gestores en Danza (SP-2016)


(pre-edición)

Indigestión cultural

Sobre el Encuentro Latinoamericano de Gestores de Danza
18 al 22 de octubre en el Centro de Referência da Dança da Cidade de São Paulo

La pasada semana ocurrió en San Pablo el Encuentro Latinoamericano de Gestores de Danza. Fue organizado por el Centro de Referência da Dança da Cidade de São Paulo, gestionado por la Cooperativa Paulista de Trabalho dos Profissionais de Dança, en co-gestión con la Secretaría Municipal de Cultura de São Paulo. El encuentro tuvo lugar en medio de un clima político tenso y preocupante considerando no sólo el golpe en Brasil sino el panorama de la región signado por una profunda crisis de las izquierdas y de las democracias, y el ascenso de gobiernos neoliberales nada amigables con la idea de que la cultura es un espacio de transformación simbólica fundamental y no (solo) un mercado pasible de industrializarse por la vía de la “profesionalización”.

La gestión es un oficio muchas veces invisible y otras veces asociado directamente a la producción. Sin embargo son dos aspectos diferentes y tiende a olvidarse la importancia que tienen curadores, gestores, directores de fundaciones, festivales, o departamentos estatales, en las dinámicas del campo dancístico (y artístico en general). El campo de la danza se caracteriza por una profesionalización basada no tanto en la especialización sino en la multitarea. Es así que es muy frecuente que un artista cree obras y a la vez gestione proyectos, capte fondos, articule redes, entre otras prácticas que podríamos pensar exceden lo meramente estético. En este desempeño su accionar atraviesa múltiples vínculos los cuales implican otros artistas, colectivos diversos e incluso espacios de gobierno. Esta dinámica pautada por las características de la economía de la danza ha dado lugar a pensamientos sobre el rol del artista. Entre ellos el propuesto por el brasilero Ricardo Basbaum bajo el concepto de “artistas etc” que él atribuye a “cuando un artista cuestiona la naturaleza y la función de su rol como artista, de modo que se pueda imaginar diversas categorías, como artista-curador, artista-escritor, artista-activista, artista-productor, artista-teórico, artista-terapeuta, artista-profesor, artista-químico, etcétera”.

La reconceptualización de la gestión como parte de los procesos artísticos, y la creación de vínculos entre artistas, profesionales y obras de la región fue uno de los principales objetivos del encuentro, que apostó a un formato basado en el diálogo donde el trabajo por grupos y temas fue priorizado frente a exposiciones y ponencias. Fortalecer las prácticas y redes ya existentes y crear nuevas formas de colaboración fueron objetivos que se integraron a análisis más globales sobre las relaciones (o no relaciones) entre artistas/arte de países latinoamericanos, el rol del arte y de la danza en contextos de crisis político-social, las estrategias que combinen un fortalecimiento del campo y el contacto de éste con otros frentes de lucha social que se presentan como urgentes.

Encuentros de este tipo vienen haciendose hace años promovidos por organizadores locales y la Red Sudamericana de Danza (RSD), que disolviéndose en el 2014 durante su último encuentro colectivo celebrado en México, dejó un espacio en blanco para la articulación de vínculos y proyectos entre países de la región. El fin de la RSD tras más de una década de existencia refleja una crisis que afecta a la institucionalidad de la cultura sea a nivel de iniciativas autogestivas como del estado. El encuentro expuso las diferencias entre países, siendo Brasil uno de los campos con mayor institucionalidad y recursos para la danza que sin embargo por sus características culturales y dimensiones que lo hacen tender a la endogamia expuso su necesidad de integrarse más a las redes latinoamericanas de cooperación y creación.

Cuerpos a la obra

El encuentro comenzó articulando lo titulado como “agenda brasil” en la que el Frente Permanente da Dança trabajó sobre asuntos relacionados a la nueva situación política nacional. Entre llevar adelante diálogos y presiones al nuevo “gobierno” o manifestarse abiertamente contra el reconocimiento de su legitimidad, las discusiones pusieron sobre la mesa la complejidad del momento en que se encuentra la cultura y que demanda no sólo fortalecer la defensa de derechos y políticas culturales sino la revisión de la cultura política que se construye dentro y desde el campo de la danza.

Tras un día utilizado casi exclusivamente para la presentación de los numerosos participantes, el encuentro se organizó en grupos de trabajo: “infancia, juventud y diversidad”; “políticas culturales”; “residencias, festivales, y movilidad”; “curaduría e investigación”. Que no existe neutralidad ideológica ni desinterés en la construcción de políticas públicas - reconceptualizando a lo público para aproximarlo a un pensamiento sobre lo común que trascienda al estado y a los gobiernos -; que es necesario fortalecer la economía de la cultura sin caer en el economicismo; que la creación de obras es solo una de las múltiples actividades y prácticas producidas en torno a la danza; que las articulaciones entre actores de la cultura no es solo para conseguir recursos sino que es un recurso en sí mismo; que cuestiones como la violencia machista, el golpe en Brasil o la Propuesta de Enmienda Constitucional 241, el aislamiento de Venezuela, el proceso de paz en Colombia, el triunfo de la derecha en Argentina, o los derechos humanos también atañen a los hacedores de danza; que es necesario pensar el campo más allá de los gobiernos; que resulta crucial que proyectos y artistas “independientes” se encuentren con representantes de gobiernos; que la palabra “independiente” está en problemas a la hora de analizar cómo se materializa ese concepto en prácticas concretas; que es imprescindible analizar el resultado que han tenido las transformaciones en las políticas culturales de los últimos años; y que más allá de la creación de instituciones de cooperación ésta ya está operando fuertemente en nuestro continente, fueron algunos de los titulares para los contenidos discutidos durante los 5 días de reunión y debate. La reinvención de significados y formas de la política y de las redes necesita ser recoreografiado en la danza y en múltiples zonas temporarias o permanentes donde los cuerpos se debaten entre el deseo de crear otros mundos posibles y ver como se hace para estar juntos y gestionar nuestra resistencia en este. El panorama indica que poner el cuerpo es cada vez más urgente no sólo como figura poética o propuesta estética sino como un problema a practicar comunitaria y coreográficamente.


Para recuadro

“En Brasil y en otras partes, estamos viviendo un momento de rupturas y las fuerzas hegemónicas nos presionan hacia atrás. Hay un ataque en curso, desde la irradiación del poder de control, a los cambios que la cultura promueve, sencillamente porque su expresión es natural de la libertad. La creación artística establece, o debería establecer, algo ‘nuevo’. Las autonomías son espacios que pueden resistir al avance de las tiranías. Esta es nuestra naturaleza artística.
La violencia de ese movimiento de retrocesos nos hace pensar en re-existencias. Y para re-existir en contra a una lógica individualista y competitiva, en la que estamos insertos, hay que ponerse a laburar, a pensar, a escuchar, a observar. Tenemos poquísimo tiempo para ello. Necesitamos más que nunca unos de los otros, unas de las otras. Ya lo hacemos, ya lo sabemos. Pero podemos más. Nuestro mundo nos pide más.
Los modelos de cooperación y creación que están surgiendo necesitan ser fortalecidos, conocidos, madurados, a la luz de sus implicancias políticas, de sus políticas del cuerpo, de su expresión cultural, que es concreta y resistente. Los saberes analógicos, propioceptivos, biológicos, orgánicos, poéticos, simbólicos, articulados en el mundo digital, son al mismo tiempo nuestra posibilidad de reacción y de supervivencia: el antídoto y el arma a la vez.
Pensamos que este encuentro latinoamericano de gestores de danza es una oportunidad para desarrollar estas tecnologías de cooperación, estas tecnologías del encuentro, estas tecnologías de la re-existencia.”

Texto leído por Marcos Moraes (coordinador del evento) en la inauguración del encuentro.

viernes, 14 de octubre de 2016

Mirar atrás hacia adelante. Sobre el Plan Nacional de Cultura (2016) en Brecha


PUBLICADO EN SEMANARIO BRECHA EL 14 DE OCTUBRE DE 2016


Texto completo

SOBRE EL PLAN NACIONAL DE CULTURA

Mirar atrás hacia adelante

Por orden de presidencia y articulado desde la Dirección Nacional de Cultura del MEC, un nuevo Plan Nacional de Cultura (PNC) empezó a elaborarse hace algunos meses. Se contrató para ello a un equipo de profesionales de la Facultad de Ciencias Sociales que trabaja en “el proceso de intercambio social que los uruguayos nos proponemos para definir las grandes líneas de acción en cultura”1
Los antecedentes de este nuevo impulso son abundantes: en los años ’90 hubo cinco reuniones de los Directores de Cultura a nivel nacional y las primeras Asambleas de Cultura; en los 2000 se hicieron nuevamente dos grandes Asambleas de la Cultura (Paysandú en 2003 y Salto en 2006). Además, ya existe un plan para el período 2014-2024 que aparentemente nunca se ejecutará.2 Mautone anunció que el lanzamiento se realizará en una gran ceremonia en el Solís en Noviembre, al cumplirse los 10 años de la Carta Iberoamericana de la Cultura3 (aunque no queda claro si lo que se presentará es “El Plan” o una asesoría a cargo del mencionado equipo) 4. En medio del proceso, varias preguntas.
¿Por qué un gobierno de izquierda discute cultura casi únicamente en términos de desarrollo? ¿Se evaluará alguna vez críticamente las políticas culturales del Frente Amplio durante sus años de gobierno? ¿Se abordará el problema de la desconexión y superposición de instituciones y niveles de gobierno para la cultura uruguaya? ¿Qué lugar ocupa en el proceso de elaboración de un PNC la discusión sobre la situación actual de los trabajadores de la cultura?

¿Cultura para el desarrollo o desarrollo para la cultura?
En la web del Plan se declara que éste ayudaría a establecer “rumbos, metas, objetivos, capaces de posicionar al sector como un interlocutor confiable, cercano y calificado con el resto de las áreas del quehacer del país y la sociedad en su conjunto”. La metodología que está siendo implementada consiste en encuentros sectoriales con referentes institucionales, encuentros por departamentos, y una tercera ronda ampliada a toda la ciudadanía que fue anunciada para el mes de octubre. El uso de documentos nacionales e internacionales así como la realización de una encuesta son otros de los instrumentos aplicados.
Su documento base dice: “visualizamos un Plan que legitime al sector cultural como fuente de riqueza y valor, que reconozca su peso en el desarrollo económico en tanto generador de fuentes de trabajo y de aportes al Producto Bruto Interno. Un Plan que entienda a la Cultura como cuarto pilar del desarrollo sostenible, sumando la dimensión cultural como integradora de los pilares económico, social y ambiental, coherente con la declaración final de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, que puso de relieve la importancia de la diversidad cultural y la necesidad de un enfoque holístico e integrado del desarrollo sostenible” (pág.2)5
Queda claro que desarrollo sostenible, es un concepto importante pero ¿qué significa? Los intentos de entender el Plan me dejaron la sensación de entrar a un supermercado de conceptos salidos del molde de organismos internacionales encargados de diseminar fórmulas de desarrollo cultural, sin encontrar o poder acceder a ideas, proyectos y problemas políticos sustantivos por debajo de ellos (y seguro existen).
Los conceptos que dan forma al citado documento, suenan familiares a cualquier gestor cultural o “emprendedor” y son los mismos en los que Vázquez viene apoyando su discurso desde que ganó las internas del FA en 2014. La reiteración al borde del absurdo de la palabra “desarrollo”; la promoción de una “cultura humanista” –otra idea poco definida–; la valoración de la cultura como sector económico; y el uso de la palabra en expresiones como “cultura del trabajo para el desarrollo”, “batalla cultural”6, o discursos sobre la inseguridad, abren la interrogante sobre hacia qué tipo de proyecto cultural se orienta la izquierda frentista en el gobierno, y qué definiciones e intereses se están manejando en torno a la polisémica palabra “cultura”. Pero cultura no es sólo una palabra.

Revirada cultural
Si como dijo Muñoz en su lanzamiento, una política sin plan es andar a tientas, también lo es mirar hacia adelante sin considerar al pasado y al presente para la formulación de nuevos rumbos. Sobre el presente, el contexto para el nuevo plan está signado por recortes presupuestales y la anunciada crisis; por el mandato de una ministra que habría declarado que “ella no se ocupará de cultura”7; por el rumor de que el ministerio se partirá o reorganizará algún día; por irresueltos problemas en la coordinación entre diferentes instituciones públicas y privadas de la cultura en lo que hace al problema de la (des)centralización, entre otros. Sin dudas la década de políticas culturales frenteamplistas ha generado cambios significativos en el campo de la cultura. Se transformó el mapa cultural introduciendo recursos e institucionalidad; se transformaron las relaciones entre cultura y política, así como entre los actores culturales y el sistema político. Pero ¿de qué modo?
Si el sector artístico independiente tuvo de los 60 a los 90 un rol importante en la creación de una cultura política de izquierda desde la oposición, tras la recuperación democrática y más tarde al llegar el FA al gobierno, se empieza a producir la transición “del artista militante a los fondos concursables”8. Y si bien algunas políticas impactaron positivamente en las condiciones laborales y de producción de los trabajadores del arte, falta reflexión –de parte del estado pero también de la propia comunidad artística– sobre este nuevo escenario.
Por otro lado, y como lo atestiguan los continuados conflictos entre MEC y sus “empleados”, las situaciones contractuales de los trabajadores del estado son muchas veces precarias y no se diferencian de las del mercado laboral en pleno neoliberalismo. Tercerizaciones, contratos a término o no acordes a la función, interinatos por fideicomiso, el “desestimulo” a la sindicalización de trabajadores de cuerpos estables, son muestras de que este es un tema urgente y que atañe a la tan promovida por Vázquez “cultura del trabajo”, de la que el Estado debería ser ejemplo y no lo contrario.
A esto se suma la decisión de contratar de forma provisoria a nuevos trabajadores para la realización del PNC. ¿No cuenta el MEC con técnicos especializados en cultura o con conocedores a fondo del campo cultural uruguayo? ¿Qué podría aportar el Departamento de Industrias Culturales al problema del “desarrollo cultural”, o los coordinadores de los centros MEC al de la descentralización? ¿Qué relación tiene este plan con los planes sectoriales de música, audiovisual, diseño o con el Plan Nacional de Danza que se está realizando paralelamente desde el INAE? ¿Son pensados el Plan Ceibal o la Ley de medios como elementos clave para un PNC?

Llamen a los técnicos
¿Sabés algo del PNC? Muchas veces hice esta pregunta, poquísimas veces me han contestado algo. Más allá de anécdotas y del reenvío de convocatorias, el resultado de estos meses de indagación fue una colección de expresiones que desde la desinformación al disgusto me dejaron claro que actores que parecen clave para la política cultural uruguaya no están acompañando o participando del proceso de reseteo de la cultura nacional (y no sólo me refiero a artistas sino también a trabajadores del MEC, referentes del Observatorio de Políticas Públicas de la UdelaR, directores de teatros o instituciones públicas, etc.).
Es este reiniciar de cero, así como la impronta del gobierno vazquista de proponer diálogos y más diálogos (diálogo social, diálogo por el cambio climático, reuniones con la oposición sobre seguridad) como solución a todos los problemas –¿o como placebo?– lo que quizás necesitamos pensar.
Sin desmedro del aporte que el grupo de expertos de las ciencias sociales pueda hacer a la organización de algo tan titánico como un PNC, resulta difícil de creer que ni los funcionarios ni los profesionales del MEC, ni los coordinadores de Centros MEC, ni la abundante información estadística ingresada por los miles de formularios que cada fondo pide completar en sus diversas etapas, ni las estadísticas formuladas por decenas de estudios, ni los artistas inmersos en el campo cultural, ni las asambleas de cultura ya realizadas, sean insumos suficientes para generar una evaluación profunda de lo hecho hasta acá y la solución sea comenzar todo de nuevo.
Resulta difícil entender la reacción de “¡llamen a los técnicos!” sin consultar a quienes vienen gestionando las políticas, dejando la realización del plan a un grupo de expertos, abriendo una nueva instancia consultiva sin evaluar lo ya recabado, y dejando que mientras tanto la cultura institucional del Uruguay se reproduzca a sí misma impasiblemente. Así se nos pasan los años; omitiendo discutir la disyuntiva entre hacer políticas orientadas al artista profesional o buscar expandir las prácticas artísticas; sin sentarnos a pensar la crisis de los contenidos, de las tácticas aplicadas hasta aquí, o de los modelos de referencia tomados de (y financiados por) la progrósfera internacional o la OEI.
Por otra parte la decisión de mapear el campo de actores de la cultura teniendo en cuenta únicamente instituciones, jerarcas y gestores, pasa por alto el importante rol que han tenido los artistas independientes, no solo durante la dictadura (cliché de la historia reciente que empieza a agotarse) sino también en los últimos años y a través de los mismos dispositivos planteados por el gobierno del FA, que pese a haber apostado al crecimiento y sustentabilidad de la institucionalidad cultural uruguaya, también dejó la ejecución de cientos de fondos concursables y proyectos artísticos y pedagógicos financiados por el estado, en manos de “independientes”.

Lo que importa es la cultura
El campo cultural no solo se estructura en instituciones. También existen posiciones que devienen de al menos tres tradiciones en conflicto a la hora de pensar un plan: la de la cultura letrada; la comprometida; y la posmoderna (que mezcla fórmulas provenientes del multiculturalismo, la gestión y las políticas de la diversidad). Mientras unos ven que sus discursos son colocados en las vitrinas del museo del pensamiento por los discursos desarrollistas pro-actualización cultural, otros parecen incapaces de superar el shock de que sus principales figuras se hayan vuelto las conductoras de instituciones y programas estatales, o de que el partido que los representó históricamente gire a la derecha progresivamente y sin titubeos. ¿Qué problemas enfrentan los posmodernos? Probablemente uno sea el conflicto entre priorizar gestiones exitosas y “eficientes” para el desarrollo, y la dilución del plano ideológico en nombre del pragmatismo democrático-representativo.
Hace unas semanas APG escribía sobre “los nuevos discursos de la integración que sólo practican los integrados“, y sería interesante cuestionar la prisa con la que se está avanzando en la realización de este plan y los fundamentos de su anunciado carácter inclusivo.
A menudo tiende a ocultarse que toda orientación en política cultural es inherentemente ideológica y política, que no hay posibilidad de diagnósticos objetivos ni de intercambios sustantivos en “cafés del mundo” o mesas de 20 minutos, que no hay fórmulas mesiánicas ni mesías, que el “estado” es público y también es poder. Las “buenas prácticas” se logran mirando lo hecho, invitando a todos los actores del campo a la reflexión y a la autocrítica, estando dispuestos a practicarla, juntando a las vanguardias con los viejos y a los activistas con los burócratas, e inventando (esto es lo más difícil) formas de construir no sólo institucional sino políticamente una cultura transformadora. Es ante este desafío que nadie parece tener claro cuál debería ser el plan.

Lucía Naser

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4 “El MEC lanzará un Plan Nacional de Cultura”. Entrevista com Sergio Mautone. Ana María Mizrahi. La Red 21 TV. 29/VIII/2015
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6 Marcelo Pereira. “Batalla cultural” La Diaria. 2/IX/2016
7 Carlos Liscano. “Nada Personal”. Brecha. 6/V/2015.
8 María José Santacreu. “Del artista militante a los fondos concursables”. Brecha. 21/VIII/2014.

lunes, 10 de octubre de 2016

Unas que sepamos todos. 5 frases filosóficas con Dario Sztajnszrajber

Unas que sepamos todos
Seminario de filosofía en la Sala Zitarrosa / Casa Almargen

Darío Sztajnszrajber es filósofo, docente y comunicador a cargo de programas en tv y radio. En setiembre visitó montevideo* y el sábado e invitado por Casa Almargen regresó para presentar su performance-conferencia “5 frases filosóficas”. Sztajnszrajber que se presenta como un divulgador de la filosofía y un promotor de su cotidianización, defiende contra sus contras a la “fraseología” por su capacidad (sueño del marketing) de enganchar a la gente. Aunque también trabaja en formatos más espectaculares - como en el show “Desencajados” que viene en Marzo a Uruguay y con el que lleva 4 años presentando una mezcla de filosofía y rock -, en esta ocasión la escena la compusieron un pizarrón, una mesa con una tela que oculta las piernas, una silla, una persona, un micrófono y horas de filosofía. Dar o asistir a una clase de filosofía en un teatro, un sábado de noche y cobrando entrada, es al menos extraordinario y a la vez confunde los límites entre arte y filosofía, educación y espectáculo, desorganizando un poco las claves de comunicación. Docentes con alumnos, parejas, asistentes de diversas edades llenan la sala ávidos de filosofía . En tiempos postaulicos practicar la educación fuera de su rol disciplinador y sacar a la filosofía de su ghetto elitista son objetivos que el famoso profesor (ya todo un “personaje”) dispone desde el inicio.


Márgenes de la filosofía 
El seminario consiste en tomar 5 hits de la filosofía y presentar primero sus contextos de emergencia y luego los múltiples sentidos que dichas frases han generado. Sztajnszrajber lo hace desde una concepción extemporánea del pensamiento filosófico, celebrando la multiplicidad de las interpretaciones, desmitificando el orígen de estos textos/ideas (la primera frase por ejemplo no existe en ningún texto), y profanando la intención de sus creadores para hacer algo con ellas, llevarlas a otro lugar, corriendose de la solemnidad asociada al hacer intelectual, calibrando los ritmos y cadencias de su performance docente, recurriendo cual subidones de la atención a experiencias propias, a los demandados ejemplos, o a palabras clave como vino, vagina, orgasmo, muerte, veneno.

La selección propone un recorte y con las 5 frases Sztajnszrajber se detiene en “momentos decisivos” de la historia del pensamiento occidental, recorriendo una tradición de disidentes (no se ven Heideggers ni Kants). Como buen continuador de la misma Darío le sopla el discurso a los autores a través de una apropiación selectiva de sus frases; su discurso filosófico se parece más a un montaje o collage que a los procedimientos lógicos del raciocinio legitimado por la ciencia. Como en twitter, el lenguaje filosófico - poético se organiza intensiva y no extensivamente. A veces excesivamente. La interpretación que Sztajnszrajber hace de las frases no es ni dice ser neutral sino que está orientada por un proyecto político. A contramano de la policía del positivismo para Sztajnszrajber ni la verdad, ni la objetividad ni la hipercomplejización son valores venerables por sí mismos. Por eso se da el lujo de decirnos casi al final del seminario que nos mintió dos veces, o que la filosofía es buscar algo que nunca se encuentra, no sea cosa de que su (necesaria) popularización y cotidianización termine por intentar vender a la filosofía como algo cómodo y útil, práctico. La filosofía cuando es radical es insoportable, nos confronta con la más absoluta contingencia y nos expone a la consciencia de nuestra existencia (que es al mismo tiempo la consciencia de nuestra finitud).

Hermenéutica irreverente
Que la verdad es un ejército de metáforas o la mentira más eficiente; que necesitamos creer que existe lo que sabemos que (aún) no existe; sobre la necesidad de perdonar lo imperdonable; que la contradicción caracteriza a nuestra relación con el conocimiento; que el beso o Matrix pueden pensarse filosóficamente; que cualquier interpretación que se presente a sí misma como verdadera busca o ejerce poder; que escribimos con los dedos; que la muerte se va a acabar; que resistir también puede ser algo funcional al sistema; que muchos autores pueden ser leídos de izquierda y de derecha; que el mundo percibido es construido por el sujeto, que las lágrimas tienen una fenomenología propia. Sztajnszrajber habla, habla y hace hablar a los autores confundiendo las voces.

Separadas y juntas, las 5 frases protagonistas nos pasean del problema de la verdad al de la existencia, dios y su muerte, el poder, el lenguaje: "sólo sé que no se nada" (Sócrates 470ac-399ac); "pienso, luego existo" (Descartes 1596-1650); "dios ha muerto" (Nietzsche 1844-1900); "donde hay poder hay resistencia" (Foucault 1926-1984); "nada hay fuera del
texto" (Derrida 1930-2004).

El fin de la clase tarda en llegar; no es fácil para un filósofo (menos aún un deconstruccionista) el acto de la clausura, la calculabilidad, la administración del tiempo. La sed de filosofía se mezcla con la de nuestros cuerpos quietos demasiado tiempo. Los textos y sus sentidos habrán seguido desmigajandose y siendo masticados durante las cenas que probablemente sucedieron a las casi 4 horas de filosofía. Como el virus del lenguaje o la caverna platónica, de la filosofía no se sale tan fácilmente y una vez adentro se multiplica; la filosofía es revolución permanente, deshacer las dicotomías, dejar este mundo pero no para entrar en uno nuevo sino para bancarse la irrupción de otro. ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte?



Lucía Naser