viernes, 30 de junio de 2023

Erotizar la pedagogía

 

EROTIZAR LA PEDAGOGÍA*




1 - Educación artística, anomia sexual

El campo de la educación y el campo del arte tienen sus propias lógicas y reglas implícitas, explícitas y en disputa que hacen a lo permitido, lo prohibido, lo deseable, lo acordado en cada uno de ellos. En espacios educativos dedicados a la formación artística es frecuente que estas reglas entren en tensión y conflicto. Algo de esto sucede con la sexualidad; mientras que como parte de procesos de creación, investigación artística y performance escénica el sexo encuentra espacios para su expresión libre y transgresora (que son incluso incentivadas bajo el riesgo de volverse “tendencia”), en el campo que regula las prácticas pedagógicas las coordenadas son otras, tanto para su abordaje como para su experimentación.

El campo de la educación es un campo lleno de jerarquías y asimetrías de poder, y también un campo en el que históricamente se han cometido violencias sexuales que hace poco tiempo están pudiendo nombrarse y pensarse. Al mismo tiempo quiero compartir porqué creo que un abordaje que para eliminar, prevenir y penalizar estas violencias, acabe por intentar eliminar la presencia de la dimensión erótica de los procesos pedagógicos, es un camino punitivista que ataca a las propias potencias afectivas, experienciales y relacionales de los ámbitos educativos y en este caso también de los artísticos.

Por su parte en el campo artístico y en particular en el campo artístico contemporáneo - con sus énfasis en las prácticas, las relaciones y las disidencias-, el sexo es parte del cuerpo y aliado en el proyecto de anti-disciplinamiento sensible, ayudando a visibilizar dimensiones censuradas de las experiencias tanto íntimas como colectivas en las que las sexualidades juegan un rol fundamental. Si la política es entendida como reparto de lo sensible (Ranciere), las experiencias sexuales tienen ciertamente mucho para decir sobre qué políticas del cuerpo se vienen tejiendo por parte de comunidades artísticas volcadas a la experimentación estética.

En palabras de Sara Ahmed: toda orientación sexual es una orientación social, y si el arte se interesa por transformar la vida social, cuenta con la sexualidad como uno de los planos en los que nuestras dis-posiciones como sujetxs atraviesan una verdadera revolución en las últimas décadas (luego de una larga historia de opresiones).

En artes es frecuente que el interés por el sexo aparezca en los programas de cursos, bilbiografías y discusiones así como en los trabajos de estudiantes: un ejemplo de esto fue la muestra de trabajos de egreso de la Licenciatura en Danza del 2022 en el cual al menos 4 de ellos contenían escenas explícitamente sexuales. Pero qué es una escena sexual? Dejo abierta esta pregunta para retomarla luego de algunas consideraciones.

Escribo esas consideraciones, no tanto en esta ocasión desde mi experiencia personal o como artista, sino como profesional de la educación en el ámbito artístico universitario. Las escribo como trabajadora de una Facultad de Artes y Licenciatura en danza donde estas reglas del campo artístico y del campo educativo se superponen y nos generan preguntas y desafíos a abordar colectivamente. Las escribo desde el proceso hacia un Instituto de Artes Escénicas que produce prácticas que necesitan ser acompañadas de una reflexividad sobre sus implicaciones, sus riesgos, sus potencias y de discusiones públicas sobre lo que estamos practicando a riesgo de estar obligadxs a escondernos en el closet pedagógico donde nuestros deseos pueden vivir mientras no sean visibles. Las escribo porque entiendo a la relación sexo y educación como un problema gremial para les trabajadorxs del arte y de la educación, que situamos nuestras prácticas en un campo social en el que la división entre lo privado y lo público no se sostiene porque nuestras vidas dentro y fuera del aula están bajo escrutinio y vigilancia, organizadas por un lado por la homofobia y los enemigos de la “ideología de género”, y por otra por el pánico sexual sembrado por el feminismo punitivista y anti sexo. Las escribo atenta también a que están en juego no sólo las condiciones en que docentxs y artistas desarrollamos nuestro trabajo sino también los derechos de lxs estudiantes, sus deseos, sus experiencias, sus proyectos de transgresión y construcción de lenguajes, sus sensibilidades y preocupaciones generacionales (que no serán seguramente las mismas que las nuestras).


2 - Sexo en público

¿Por qué dar esta discusión sobre nuestras sexualidades de forma pública o como disputa por lo público y en la educación pública? A primera vista parecería que lo que arriesgamos es mucho más de lo que podemos sacar de ello. Sin embargo, no es necesario decidir si adentrarnos para ya estar inmersas en ella. Según Warner y Berlant el sexo está mediado por lo público porque aún cuando lo público no tiene una relación obvia con el sexo (como en el caso del cine porno o shows de stripers, etc), el sexo organiza una multiplicidad de relaciones que no pasan necesariamente por actos sexuales. Se trata del despliegue de zonas cuir que producen extrañamientos. Cito un fragmento del su texto “sexo en público”:


“Queremos argumentar aquí que aunque las relaciones íntimas de personas privadas parecen ser la verdadera sexualidad, al hacer que el “sexo en público” aparezca como un tema fuera de lugar, la intimidad en sí misma está mediada públicamente, en muchos sentidos. Primero, su espacialidad convencional presupone una diferenciación estructural de la “vida personal” del trabajo, la política, y la esfera pública. Segundo, la normatividad de la cultura heterosexual vincula a la intimidad solo con las instituciones de la vida personal, haciendolas las instituciones privilegiadas de reproducción social, acumulación y transferencia de capital y/o desarrollo personal. Tercero, al hacer al sexo meramente irrelevante o meramente personal, las convenciones heteronormativas de la intimidad bloquean la construcción de culturas no normativas o culturas sexuales explicitamente públicas. Finalmente, estas convenciones conjuran un espejismo: el de un hogar para una humanidad prepolítica desde la cual lxs ciudadanxs son adiestradxs para participar del discurso político y al cual se espera que regresen en un (siempre imaginario) futuro posterior al conflicto político (1998/ 2003: 4-5). (1)” Sexo en público. Warner y Berlant

La ideología que nos pide dejar las prácticas y preguntas sobre la sexualidad en casa, no abordarlas como temas públicos ni confundir lo privado e íntimo con lo común, no solo es impulsada a menudo por exponentes de las violencias mas crudas - a quienes realmente les conviene que no se informe y eduque sexualmente a los sujetos que oprimen ,- sino que también refuerza los tabues y normatividades impuestas por el regimen heterosexual que dictamina comportamientos sexuales y busca organizar toda un conjunto de relaciones y jerarquías sociales. Si pensamos la enorme cantidad de efectos que nuestras sexualidades tienen sobre el resto de relaciones y posiciones sociales que hacen a nuestras vidas podemos afirmar junto a D. Britzman que “el sexo es cualquier lugar”.


3 – Eros en el aula

¿Porqué pensar y argumentar que la sexualidad, el sexo y el erotismo son parte de los procesos pedagógicos?

Si el régimen heterosexual - que no es solo la heterosexualidad como orientación sino una serie de normatividades que la imponen como orientación sexual hegemónica o “natural” - expulsa al sexo fuera de los espacios educativos, no queda tan claro que su erradicación contractual se dé en la realidad. Cuando se la asume como parte es para administrar los desbordes que abusadorxs y violentxs cometen contra sus estudiantes. Pero algo a lo que la ola de escraches y sumarios le han pasado por arriba es al potencial de los erotismos cuando estos están presentes de forma expandida en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

En muchas de sus reflexiones sobre eros y educación Deborah Britzman habla de cómo para aprender necesitamos poder asombrarnos. Esa capacidad de asombro o se entrena y se cultiva o se va desgastando y se anula. Mi experiencia personal y como docente me ha llevado a observar que el bloqueo a la posibilidad de sorprendernos con y por nuestra propia sexualidad determina también cierta erosión sobre nuestra curiosidad hacia el mundo.

Desde este enfoque los erotismos son parte de los procesos de aprendizaje en tanto estimulan curiosidades, alimentan vínculos, encienden deseos, activan energías, nutren preguntas, y hacen sostenible la calentura con los espacios - a menudo áridos - de formación y de-formación que transitamos desde el rol de docentes o estudiantxs. Si (con Britzman) pensamos al sexo “como superficie en forma de red”* , por fuera de los marcos heteronormativos y coito-céntricos, y a las sexualidades como un campo expandido con efectos y afectos sobre todas nuestras experiencias de vida e identidades, ¿cómo dejarles o desearles fuera de nuestras prácticas y reflexiones educativas? ¿Qué hace y des-hace el sexo como espacio de aprendizajes y des aprendizajes, como experiencia que forma y transforma nuestras visiones de mundos y nuestros vínculos con nosotres mismes y con otres? ¿Cuál es el rol del erotismo en los procesos y espacios educativos?

Reconocer la presencia y potencia de los erotismos - sin dejar de lado sus complejidades, ambiguedades, incomodidades, paradojas - es según bell hooks escencial para una pedagogía crítica entendiendo que si esta “... busca transformar la conciencia, brindar a las estudiantes modos de conocimiento que les permitan conocerse mejor a sí mismas y vivir más plenamente, debe –en alguna medida– confiar en la presencia de lo erótico en el aula como un aporte al proceso de aprendizaje”.


4 – Sexo y erotismos

Reducir los erotismos a ser sinónimos de encuentros sexuales implica reducir sus potencias y limitarlos a un tipo de relación o situación que desconoce que la erotización de los vínculos no termina la mayor cantidad de veces en encuentros carnales o estereotípicamente identificados como “coger”.

Puede haber sexo sin erotismo y también puede haber erotismo sin sexo. De hecho, pensando en el campo del arte, es innegable que la intensificación de los procesos de creación puede ser pensada como erotización; una erotización que encuentra su canalización por la vía creativa, cognitiva, imaginativa o experimental, materializandose en formas diversas sin que su único modo de concreción deba ser el encuentro íntimo de dos cuerpos. Existe erotización entre muchxs, en público, y alimentada por diferentes tipos de atracciones, desde intelectuales a ideológicas, estéticas y también sexuales. Introducir estas posibilidades, registrarlas para potenciarlas en lugar de excluirlas implica una desobediencia a la dramaturgia romántica y también patriarcal, implica una disidencia respecto al pensamiento heterosexual (Wittig) o al pensamiento monógamo en términos de Brigitte Vasallos. Fuera de esas líneas rectas, es falso que toda atracción y erotismo tiene que terminar en una cama con penetración y orgasmo o en una relación romántica de pareja. Los erotismos no tienen porqué parecerse en nada a los guiones que pre-coreografían y determinan la sexualidad hegemónica. De hecho el sexo en sí mismo, no tiene porqué responder en absoluto a las delimitaciones organizadas por la (doble) moral de la sexualidad hegemónica que pretende separar con bisturí lo que es y no es sexual.

Paul Preciado propone el concepto de “contra-sexualidad” como herramienta teórica y práctica que se sitúa por fuera de las oposiciones hombre/mujer, masculino/femenino, heterosexualidad / homosexualidad. En su Manifiesto Contrasexual se define a la sexualidad

“como tecnología, y (se) considera que los diferentes elementos del sistema sexo/género denominados «hombre», «mujer», «homosexual», «heterosexual», «transexual», así como sus prácticas e identidades sexuales no son sino máquinas, productos, instrumentos, aparatos, trucos, prótesis, redes, aplicaciones, programas, conexiones, fujos de energía y de información, interrupciones e interruptores, llaves, leyes de circulación, fronteras, constreñimientos, diseños, lógicas, equipos, formatos, accidentes, detritos, mecanismos, usos, desvíos…” (p.19 Manifiesto Contrasexual)

El erotismo en el aula no tiene porque tener la forma de encuentro sexual estereotipado y puede estar presente sin que nadie se toque ni desee hacerlo.

Desde este punto de vista y sin anular la incertidumbre que implica renunciar a definiciones que prometen (pero no cumplen) espacios seguros de clasificación de los vínculos, la erotización del espacio del aula y de los procesos de aprendizaje aumentan la potencia de los encuentros y nos estimulan para llevar nuestra atención a lo que está sucediendo. Los erotismos intensifican nuestra curiosidad e interés en aquello o en aquellxs con quienes estamos trabajando. Sin erotismos en el aula los procesos de formación se vuelven trámites burocráticos de pasaje por las instituciones en busca de créditos y méritos.

En el artículo “Desestabilizar la academia”, Robyn Weigman escribe sobre la metáfora de cómo la efectividad para unx profesor puede ser sinónimo de contraer matrimonio con la universidad. ¿Será que esta lógica explica porque en los modelos tradicionales de educación quienes experimentan más erotismo en los procesos de aprendizaje, más líbido del encuentro con el conocimiento y con otres, son casi siempre les estudiantes mientras que como profesionales les docentes corremos el riesgo de que nuestro trabajo se transforme en una rutina poco o nada sexy? ¿Y sino por qué la energía creativa y el radicalismo militante que se traduce en propuestas y acciones de transformación pedagógica viene tan a menudo de les estudiantes (o de docentes en contacto con su yo-estudiante?

En otras palabras, ¿no estaremos reproduciendo en los procesos de enseñanza/aprendizaje el guión del amor romántico por el cual al inicio es todo intensidad y entusiasmo y una vez consolidada la relación aparece un hastío, un desgaste, un tono monótono de las relaciones?


5 - Curiosidad y curriculum

No creo que haya una única forma de hacerlo, pero sí creo que para trabajar desde el cuerpo y desde pedagogías y temáticas que ponen en juego la sensibilidad, las políticas de la intimidad y la inmensa diversidad de experiencias que implica la sexualidad, unx docente tiene que estar dispuestx a hacerse preguntas sobre su propia sexualidad. Y en algún punto también a experimentar y a ponerse a sí mismx en juego en el aula y en la vida.

Escribiendo un texto sobre estos mismos temas hace unos meses me preguntaba en qué se diferencia unx docente que coordina espacios donde la sexualidad, el placer, los cuerpos se trabajan de modo explícito; de casos o situaciones donde la sexualidad aparece pero de modos laterales, implícitos, silenciados o no consensuados. Hoy pienso en dos claves de esa diferencia. Por un lado la explicitación de la presencia de lo sexual - a diferencia de cuando esta dimensión es negada u omitida pero está presente de todos modos - coloca a estudiantxs y docentxs en igualdad de condiciones para acordar o discrepar en el modo y contenido de las experiencias pedagógicxs que tendrán lugar. Por otro lado y aunque algunxs docentes optan por nunca tener contacto con sus estudiantxs y diferenciar al máximo los roles para evitar confusiones en el salón de clase (estrategia que yo misma he probado sin tampoco resolver las preguntas que se resisten a permanecer abiertas), creo que la vulnerabilidad de lxs docentes, tanto en las disidencias que practicamos en nuestras vidas cotidianas, como las que estamos dispuestxs a poner en juego en el salón de clase, habilitan experiencias pedagógicas donde ya no es necesario ver al sexo como amenzante. No es lo mismo unx docente que pide a sus estudiantxs exponerse a preguntas o prácticas públicas que involucran su propia sexualidad, que quien asume esa pregunta y sus concomitantes desestabilizaciones como forma de vida.

Otra posibilidad sería dejar para fuera de los espacios de formación artística cualquier tipo de experiencia lindante o mínimamente relacionada con una experiencia erótica o sexual. En ese caso corremos el riesgo de que además de que se produzca una naturalización de la censura, la retórica del “trabajo desde el cuerpo” se vaya vaciando, y vaya quedando un cuerpo neutralizado de sus potencias de goce y de pensamiento, un cuerpo recortado en un espacio conceptual, una abstracción sin fluidos ni deseos ni excrementos ni saliva, sin posibilidad de voz propia y mucho menos de preguntarse o explorar los efectos del deseo, el placer, la curiosidad, la atracción, el trauma, el cuerpo de modo encarnado.

La estrategia que entre estas más me convoca implica un discernimiento sensible y una percepción atenta a cada situación, para identificar cómo y quiénes son parte de los encuentros y acuerdos pedagógicos comprendiendo que las propuestas y los deseos no son generalizables (y por tanto no pueden responder a una legislación única con sus respectivas penalizaciones en caso de incumplimiento), ni tampoco pueden ser unidireccionales (es decir establecidas por lx docente de modo previo y en solitario).


Según Deborah Britzman la curiosidad hacia la propia sexualidad no sólo es relevante para el estudio de la sexualidad o el “género”, sino para entablar relaciones sensibles e investigativas con lo que nos pasa como sujetxs sensibles, transmisores, receptores y productores de conocimiento, sin estar sometidxs al disciplinamiento que las instituciones educativas tienden a reproducir. En sus palabras:


“.... es preciso que lxs educadorxs se vuelvan curiosxs sobre sus propias conceptualizaciones sobre el sexo y, al hacerlo, se vuelvan abiertxs también para las exploraciones y las curiosidades de otrxs con respecto a la libertad del “dominio imaginario”. Pues, cuando nos volvemos “pequeñxs investigadorxs del sexo”, nos interesamos en el estudio de los placeres y en los tortuosos desvíos que tenemos que hacer. Cuando podamos estudiar las historias que el sexo provoca, las perversidades que puede imaginar y ejercitar, entonces, probablemente, nos comprometeremos también en el estudio acerca de dónde el conocimiento colapsa, se vuelve ansioso, es construido otra vez. El currículum se mueve hacia la noción de erotismo de Bataille y lo polimórficamente perverso; el problema es entonces, formular preguntas que puedan desestabilizar la docilidad de la educación.”

* Deborah Britzman. “Curiosidad, sexualidad, curriculum”.


7 – ¿Qué hacer?

¿Qué herramientas y acuerdos podemos inventarnos para dejar de lado la (ficción de) exclusión del erotismo en el aula? ¿Cómo reconocer sus potencias sin dejar de reconocer las violencias implícitas en sus desbordes y excesos? ¿Cómo dejarlos entrar sin que se instale una nueva normatividad por la cual bajo la idea de una “sexualidad libre” las personas son sometidas nuevamente a pasar por situaciones que no desean?

Necesitamos construir parámetros colectivos pero quizá esa construcción puede hacerse sin dictaminar leyes generales que deban aplicarse sin matices a las diferentes situaciones. Más que reglas claras, me parece importante trabajemos en forjar herramientas para el discernimiento, herramientas que necesitan ser aplicadas situación a situación y en diálogo no sólo con parámetros conductistas sino atendiendo al plano afectivo, pues es allí donde se juega muchas veces la identificación de qué está pasando. Situación a situación, caso a caso, persona a persona y no sólo posición a posición. Probablemente requiere de mucho más trabajo, pero también abre caminos para crear espacios de mutuo acuerdo, gestos de reparación, lecturas afinadas de los contextos en los que se producen las violencias, los deseos, los rechazos, los goces, las preguntas, el pensamiento.

Los mecanismos de protección necesitan existir y activarse pero para que no se conviertan en meros instrumentos punitivos con altos grados de arbitrariedad, debemos acompañarlos de un entrenamiento sensible y colectivo para habitar el conflicto que emerge siempre que se da algún tipo de intensificación de las experiencias. También encuentro necesario reconocer que la exposición es parte de los vínculos y las relaciones. Y que crear dispositivos de protección no anulará la exposición a la que nos enfrentamos en cualquier espacio relacional - público o privado - que habitemos. Quizá esto indique que reemplazar la doctrina de los espacios seguros por políticas de cuidado, puede ser una llave para salir de espirales de hipocresía o de lógicas punitivas como la única forma de relacionarnos con la presencia de eros en el aula.

Como lo demuestran los aparatos represivos del estado (y los de la educación), los dispositivos que buscan la máxima seguridad no logran evitar algún grado de exposición y vulnerabilidad - sobre todo de cierto tipo de sujetos por sobre otrxs. Quizá sea más sustentable y deseable reemplazar políticas de seguridad por políticas de cuidados.


8 - Un campo errático y fértil

Si no tenemos nuestra sexualidad resuelta en la vida, y de hecho es una de las zonas más opacas y entramadas de nuestra existencia, por qué esperar tenerla resuelta en el aula?

Quizá es deseable dejar de pensar al sexo como el lugar donde se generan todos nuestros problemas y pensarlo como espacio en el que se expresan muchos asuntos no resueltos de la vida social. Si siguiendo a Britzman todo lo que la sociedad no tiene resuelto se re-presenta aumentado en la educación, podemos extender este traspaso también al sexo?

Aprovechar el caudal de aprendizaje que abren las crisis y los temas que nos ponen en crisis puede dar espacio para políticas educativas generativas, transformadoras.

Dejar de evitar el conflicto creando un sinnúmero de prohibiciones y penalidades, para entrar en él, habitarlo.

La relación entre sexo y educación no está resuelta, pero no se puede resolver algo haciendo que no existe.

9 - Erotizar las pedagogías y los efectos del miedo como política pedagógica

En setiembre del año pasado se desató un escándalo y luego un ataque mediático, a propósito de una performance llamada “Cuirizar la pedagogía” en el marco del Seminario del AAQ (en Facultad de Ciencias Sociales), protagonizada por val flores y de la cual se viralizó un meme con un fragmento descontextualizado de lo que sucedía en ella. En su intervención la maestra argentina destapaba su torso y utilizaba papel y saliva poniendo en juego fluidos corporales en la interacción con el público como modo performativo de compartir preguntas sobre educación, sexo, cuerpos y teoría cuir.

En la licenciatura en danza venimos haciendo prácticas pedagógicas que ponen en juego la sexualidad tanto en forma de experiencias como de performances en trabajos finales de curso de estudiantes así como en textos, referencias y prácticas moderadxs por las docentes. Cuando todo esto sucedió me pareció obvio que la comunidad universitaria y en particular la comunidad artística saldría al cruce del avasallador ataque conservador que se levantó a partir de la performance de flores (en una universidad bajo constantes ataques que intentan desprestigiarla presentándola como centro de reproducción ideológica de la izquierda y la ideología de género). Sin embargo no fue así. La universidad optó por el miedo a través de una política del silenciamiento, a la que presentó como estrategia de no levantar polvareda con el argumento de que alzar una voz públicamente avivaría la “polémica”.

Pero lo que estaba sucediendo entonces no era una polémica sino un ataque lesboodiante, homofóbico y disciplinador, y la estrategia de acallamiento mediático se transformó rápidamente en censura al interior de la UDELAR cuando en noviembre de 2022 teníamos todo organizado para realizar unas jornadas de reflexión sobre pedagogías cuir en Facultad de artes y el Consejo de Facultad negó el aval para llevarlas a cabo argumentando que “no era un buen momento” (pese a tener invitadxs, salones y divulgación pronta para salir muchos días antes de su realización).

Esta experiencia me dejó urgentes preguntas e inseguridades que a partir de entonces entran conmigo al salón de clase cada vez que ingreso en él.

¿Cuándo será el día que alguien filtre a la prensa o convierta en meme alguna de las escenas que se viven en el ambiente cotidiano de Facultad de artes y la Licenciatura en danza?

¿Qué diferencia a alguna de las prácticas que compartimos estudiantes y docentes de la Facultad de Artes de la performance que realizó flores en la Facultad de Ciencias Sociales?

¿Qué pasa en una práctica de twerking, de contact improvisación o con la presencia de cuerpos desnudos que cotidianamente tienen lugar en espacios de enseñanza universitaria en danza?

Si en el campo del arte el pensamiento del cuerpo, la sexualidad como una de sus manifestaciones y planos de acontecimiento y experiencias, y la disidencia están permitidas ¿qué pasa en el campo de la educación? ¿Qué pasa en los territorios y experiencias que cruzan arte y educación?

Preparando esta ponencia performativa tuve miedo. Y no sólo el temor - inculcado socialmente - que nos despierta a todxs entrar en cuestiones que hacen a nuestra sexualidad o meramente a nuestros cuerpos. Tuve miedo de lo que quería decir pero sobre todo miedo de lo que quería hacer y de las posibles represalias y violencias que podrían recaer sobre mí y sobre las personas que organizan este evento. Tuve miedo de que se viralizara una imagen descontextualizada de lo que quería, decir pero también que junto a las redes y los medios amarillistas, que junto a la criminalización de mi cuerpo apareciendo en acción, fueran las propias autoridades universitarias y colegas lxs que salieran a atacar mi acción por considerarla inoportuna. Miedo de que el debate que quería incitar con mi acción fuera acallado o aplazado para no “alimentar a la derecha” mientras yo quedaría a la intemperie recibiendo a título personal todas las violencias. Miedo del silencio de mis colegas artistas que en sus prácticas docentes y procesos creativos registran conscientemente la presencia de lo sexual pero aún así quizá decidieran evitar respuestas o debates públicos. Miedo también a que en tiempos en que la vigilancia ha multiplicado sus dispositivos exponencialmente, cualquier visibilidad implique si o si vulneración y nos quede ya no como opción sino como refugio vivir en la opacidad.

No pude atravesar el miedo pero decido nombrarlo porque es el efecto de políticas pedagógicas basadas en la censura, es el efecto del hostigamiento a los cuerpos cuando éstos se atreven a salir de los espacios permitidos, codificados para poder aparecer, decir y sobre todo accionar las resistencias que tan a menudo declaramos apoyar colectivamente.



Referencias

Ahmed, Sara. Queer phenomenology: Orientations, objects, others. Duke University Press, 2020.

Bardet, M. Lecturas desubicadas y calientes. S/f.

Britzman, Deborah. Curiosidad, sexualidad, curriculum. en Britzman, D., Flores, V., & Hooks, B. (2016). Pedagogías Transgresoras II. Córdoba: Bocavulvaria.

Berlant, L y Warner, M. Sexo en público. En Butler, J., & Jiménez, R. M. M. (2002). Sexualidades transgresoras. Una antología de estudios queer. Barcelona: Icária editorial.

flores, val. Cuirizar la pedagogía: fantasías de un conocimiento pedagógico. Texto de la intervención performática en la mesa Pedagogía Cuir del 15º Seminario Académico de Género y Diversidad Sexual, organizado por el Área Académica Queer. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de La República. Montevideo. 28 de septiembre del 2022. Disponible en:

http://escritoshereticos.blogspot.com/2022/09/fantasias-de-un-conocimiento-pegajoso.html

hooks, b. "Eros, erotismo y proceso pedagógico" en Britzman, D., Flores, V., & Hooks, B. (2016). Pedagogías Transgresoras II. Córdoba: Bocavulvaria.

Naser, L. Aprendizajes del contacto. En Segunda Cuadernos de Danza, 2022. Disponible en: https://cuadernosdedanza.com.ar/textosdanzacontemporanea/708/aprendizajes-del-contacto-danza-sexo-educacion

Preciado. Manifiesto contrasexual. Barcelona, España: Anagrama, 2011 [2000]. Revista Punto Género, (3), ág-245.

Rancière, Jacques. Sobre políticas estéticas. Vol. 2. Univ. Autònoma de Barcelona, 2005.

Rubin, G. (2018). Políticas do sexo. Ubu Editora LTDA-ME.

Vasallo, Brigitte. Pensamiento monógamo, terror poliamoroso. La oveja roja, 2018.

Wiegman, Robyn. "VI Desestabilizar la academia". Sexualidades transgresoras: una antología de estudios queer (2002): 173.



* Texto de la conferencia performativa presentada en el Seminario de Cultura Visual y Género. Diversidad y Disidencias: "Micropolíticas de resistencia, desbordes de autoridad" - 29 y 30 de junio de 2023. Virtual/presencial- sede Paysandú, Cenur Litoral Norte.

Transmisión: https://www.youtube.com/@semin.c.visualygenerodiver4817/streams

Programa: https://cloud.enba.edu.uy/index.php/s/y4kB7MLmdrd8MW2


viernes, 23 de junio de 2023

Hebe Rosa: Doctora Honoris Causa de la UDELAR

 

HEBE ROSA DOCTORA HONORIS CAUSA DE LA UDELAR


                                                                                   Foto: Natalia Leal


Entregar a Hebe lo que ya le pertenece: palabras para la ceremonia de entrega del título. 23 de junio de 2023 por Lucía Naser

Hebe Rosa ha sido protagonista y fundadora de la danza en Uruguay. Docente de docentes, su labor ha hecho escuela y ha forjado rasgos significativos de la danza moderna y contemporánea local. En su labor docente Hebe construyó una síntesis propia de diversos lenguajes y estéticas que pudo aprender y experimentar durante sus años de formación y actuación profesional.

A lo largo de más de 60 años de carrera ha sostenido espacios de docencia autogestionados hasta hace un tiempo en que por falta de recursos debió cerrar su academia la “Primera Escuela de Danza Moderna de Uruguay” de más de seis décadas de existencia.

Una comunidad de docentes y estudiantes que nos hemos formado con ella y con sus discípulas y discípulos celebramos que la máxima casa de estudios del país reconozca su labor y su aporte, realizados décadas antes de que aparecieran en Uruguay ofertas de educación formal vinculadas a la danza.

Como pionera del movimiento contemporáneo de danza del país, ha abierto un camino en la búsqueda del lenguaje corporal, incentivando la creatividad a partir de la técnica de la improvisación; creando un propio estilo, además de ser la principal exponente de la técnica Limón en el país.

Fue creadora junto con Eugenio Parma y Hugo Capurro, del Ballet de Cámara de Montevideo (1956), el cual ha sido pionero del Movimiento de Danza Moderna en Uruguay. Ha estado bajo su dirección desde 1960 hasta la actualidad, llevando a cabo innumerables presentaciones en la mayor parte de las salas teatrales de Montevideo y del resto del país.

También ha tenido destacadas actuaciones y reconocimientos en el exterior

Hebe bailó activamente hasta los setenta años y sigue siendo una referente para bailarines y coreógrafxs nacionales e internacionales de pasadas, presentes y nuevas generaciones que se incorporan al movimiento de la danza uruguaya.

Hasta hoy en día hay docentes de la Licenciatura formadas por Hebe Rosa conviviendo con estudiantes que trabajan, egresan o estudian directamente con ella.

Esta vasta experiencia da cuenta de la enorme relevancia de su aporte a la constitución del campo de la danza en Uruguay así como de su influencia sobre un sinnúmero de artistas, escuelas, compañías y colectivos de danza de nuestro país. También del influjo descentralizador que implica su aportación, creando escuelas y formando docentes claves para el desarrollo de la danza en ciudades como Treinta y Tres, Rocha y Melo.

Tras sus pasos y legado, la Licenciatura en Danza de la Udelar y el futuro Instituto de Artes Escénicas encuentran un camino lleno de desafíos y preguntas, para las cuales resulta clave colocar la relación con nuestra propia historia como paso de baile ineludible para la construcción de un futuro que siga abriendo caminos a la multiplicación de la danza.

Reconocer a lxs artistas independientes que han colaborado, con sus aportes y sus intentos, sus destaques y opacidades, sus logros y precariedades al crecimiento de la danza local (y a quienes a menudo el campo artístico deja a la intemperie), es parte del esfuerzo que conlleva la creación de espacios para la danza en la Universidad. Espacios que por otra parte son posibles gracias a las prácticas y saberes que son muchas veces creados en y por esfuerzos colectivos e individuales basados en la autogestión y actividad profesional independiente.


JUNTO A HEBE

Cuando empecé a estudiar danza me presentaron a Hebe como la maestra de danza moderna mala, hiper exigente con sus estudiantes y rígida en su método. Me la describieron como representante de una danza moderna que, se me dijo, había que dejar atrás porque ahora la cosa era lo post - moderno.

Por suerte la historia - que en sus tiempos extendidos da chances de escuchar entre los murmullos y las grietas - me dio la posibilidad releer su mirada y resituar su rol en el campo de la danza; de escuchar a contra tiempo y contextualmente sus gestos y su devoción; de releer su trabajo a la luz de la historia latinoamericana de la danza y los movimientos de resistencia política con los que colaboró y fue parte.

El tiempo y su paciencia al recibirme en su casa para que la atormentara a preguntas - muchas de las cuales no quería o podía responderme - me ayudaron a ubicar su mirada en el tiempo y en cruces con tantos cuerpos, movimientos y suelos.

Fue así que me abrió las puertas de Escuela y de sus clases, siendo yo un flan deconstruido a puro release y sin un peso para pagarle, para verme intentar con extrema torpeza el ejercicio de su técnica. Años después Hebe regaló a la universidad y de modo voluntario sus clases, pagándose el taxi de su bolsillo cada vez que la invité a las clases de historia práctica de la Licenciatura en danza.

Con Hebe aprendí que no todo es concepto en la danza; que la inspiración y la emoción enriquecen (y no inhiben como me dijeron) la práctica somática y artística; que se puede creer en dioses hindúes, jesús y la religión del cuerpo al mismo tiempo; que hay experiencias que no llegan a convertirse en las palabras que una sabe leer o puede escuchar e igual hay que hacer el intento; que se puede bailar Violeta Parra y Vivaldi al mismo tiempo; que la dictadura de la contemporaneidad deja afuera la posibilidad de entablar alianzas históricas y tiene el olor colonialista de las "últimas tendencias"; que la docencia es un acto desinteresado de generosidad inmensa que no tiene retribución razonable; que lo que le digas a alguien antes de entrar por primera vez a escena puede cambiarle la vida; que hay quien da la vida a sus alumnos sin esperar nada a cambio. Aprendí que la insistencia es un cuerpo que danza; que la danza latinoamericana resistió a través de vidas como la de Hebe, cuerpo traficante de influencias y saberes, músicas y poemas.

Aprendí que una vida dedicada a la danza puede ser el mejor discurso de una maestra.
 

Aprendí que hay quien hizo mucho políticamente sin sacarse tanto cartel por eso; que fundadoras de campos locales pueden terminar en crisis económicas tan profundas que las obliguen a cerrar su escuela con 90 años de edad y ganas de seguir dando clase; que en la vorágine de competencia modernizadora del campo artístico a poca gente le importa quién quede en el camino con tal de seguir "avanzando" y que gane "el mejor" adaptadx la competencia.

Gracias Hebe por cambiar mi visión de la danza y de la vida y la de muchxs, dentro y fuera del estudio de danza!
Que sigas bailando con nosotrxs y en la historia y siendo escuela y camino de danzas presentes y futuras.
Hoy estamos acá para darle a Hebe lo que ya hace mucho le pertenece.

Hebe Rosa ha colaborado en múltiples instancias con la Licenciatura en Danza, sea a través de entrevistas colectivas como de clases de técnica y movimiento impartidas por ella como invitada al curso Historia y teoría de la danza II, UC dedicada a investigar la danza local y a desarrollar un abordaje práctico de la historia (o “historia práctica de la danza”).

Su generosidad Hebe ha permitido encuentros de enorme riqueza para despertar la curiosidad de estudiantes por la historia de la danza en Uruguay. Y también el diálogo con ella ha disponibilizado archivos de gran valor para reconstruir una historia muy poco investigada: la de la danza independiente en Uruguay. Su pasión, es por otra parte, un tesoro vivo que Hebe ha compartido en los años en los que participa como invitada de clases de la Licenciatura.

El año pasado y luego de varias visitas de Hebe Rosa a la Licenciatura en Danza, empezamos a tener la sensación de que había que fortalecer y reconocer el vínculo que se iba forjando año a año con esta maestra que además aparecía como formadora de muchas de las docentes y estudiantes que transitamos por la UDELAR desde la creación de esta formación.

Fue así que empezamos a tramar esto, en principio en diálogo con dos ex alumnas de su Escuela y estudiantes y egresadas de la Licenciatura en Danza, Natalia Leal y Valentina D’avila. Luego con el apoyo de su compañera de vida, Susana Duarth, de Hugo Achugar (integrante de la Comisión Honoris Causa de UDELAR), del Decano de Fartes, de la comunidad universitaria, de la ADDU y de todas las personas y colectivos que se fueron acercando para manifestar su apoyo y adhesión, incluso personas que manifestaban su deseo de firmar la solicitud una vez que ésta había sido presentada vía consejo de Facultad de Artes y la comisión Honoris Causa. Trabajamos intensa y velozmente entre los meses de enero y febrero para llegar a inicios de año con el proceso avanzado y Hebe entre nosotrxs para recibirlo.

Un par de meses atrás cuando Hebe entró en un estado de salud delicado pensamos que de nuevo se nos había pasado la hora de homenajear en vida a alguien que le dio tanta vida a la danza

Hoy estamos acá y hasta podemos terminar tirándonos unos pasos con ella.

Dar a Hebe este reconocimiento en vida es fundamental para ella y para la historia viva de la danza.

Que hoy la UDELAR le de este reconocimiento habla del desarrollo y maduración de un campo del que ella plantó tantas semillas que hoy son bosque y frutos.

Hebe nos enseña una vez más; a construir universidad y a hacer historia en diálogo con el pasado de nuestros campos artísticos - especialmente en lenguajes y disciplinas que como la danza han entrado muy recientemente a la UDELAR y que además tienen deudas significativas con sus procesos de archivo y documentación histórica-; a hacer danza y construir comunidades en diálogo entre generaciones, movimientos, contextos.

La Universidad como responsable de la memoria colectiva necesita reconocer y promover procesos colectivos de institucionalización, con consciencia de las transformaciones que acarrea la profesionalización y academización de los campos (y no sólo para quienes están dentro de la Universidad). El gesto de visibilizar, reconocer y agradecer el aporte docente y artístico de Hebe Rosa para nuestra danza local, desea ser una entre muchas muchas acciones futuras que ayuden a entablar diálogos sensibles con nuestros pasados y futuros.

Por todas estas razones nos hace felices otorgarle hoy el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de la República a nuestra maestra de la danza Hebe Rosa.


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