viernes, 12 de septiembre de 2014

Carpa Diem sobre FIC 2014 con Virginia Alonso para la diaria








Entre el 13 y el 20 de setiembre tendrá lugar en Montevideo el primer Festival Internacional de Circo de Uruguay. Esparcido por diferentes espacios y salas de Montevideo, el FIC es organizado por El Picadero, referente en el área circense local y uno de los agentes claves en el rápido desarrollo que ésta ha tenido en los últimos años. En entrevista a Virginia Alonso – organizadora junto a Patricia Dalmás, Juan Maldini, Luis Musetti, Gabriel Rousserie e Irene Willat -, la artista e investigadora nos contó sobre la propuesta del festival, su organización, el lugar del circo en el mapa de las artes escénicas uruguayas y las expectativas para esta primera edición.

FIC afirma que “busca contribuir en el desarrollo, la consolidación y la profesionalización de las artes circenses en Uruguay, fomentar el intercambio con artistas de la región y facilitar al público montevideano el acceso al circo como expresión emergente de las artes escénicas.” ¿Cuál es el lugar del circo en el campo de las artes escénicas uruguayas desde el punto de vista de sus organizadores?

Es un lugar marginal. Creo que tiene que ver con el poco tiempo que lleva este proceso de reinstalación del circo en el país. El circo es un fenómeno popular en el mundo y en el Río de la Plata tuvo su época de popularidad con los circos criollos y tradicionales que recorrían el país instalando sus carpas en terrenos baldíos. Este estilo de hacer circo fue desapareciendo, esta tradición no se continuó entre las nuevas generaciones aunque todavía quedan algunos circos familiares recorriendo el interior.
A diferencia de países cercanos como Brasil y Argentina, donde los viejos cirqueros decidieron transmitir sus conocimientos abriendo escuelas de circo, en Uruguay los jóvenes que comenzamos a relacionarnos con las disciplinas circenses no tuvimos contacto con estos artistas. Digo que el circo se reinstala porque desde finales de los años 90 quienes tomamos contacto con las acrobacias, los malabares o el clown lo hicimos de forma muy distinta, aprendiendo en el exterior, investigando por nuestra cuenta, recibiendo mucha influencia de artistas que trabajaban formas novedosas de componer con el lenguaje circense. Ya no solo enfocado a la realización de trucos difíciles como el fin último de la actuación sino intentando pensar las creaciones desde un lugar más conceptual.

Escena local y marginalidad /estigmatización (?)
¿Cómo cambió la escena circense local en los últimos años?
Hace ya 10 años se pueden ver varietés, como espectáculos de variedades, donde los artistas muestran números o creaciones cortas y un presentador, en general un clown, hace de hilo conductor de todas ellas. Pero recién en los últimos 5 años se empiezan a ver obras de circo montadas en distintos espacios, ya sea en la calle, en espacios independientes o en salas de teatro del circuito oficial. Pese a que en general este tipo de obras tiene buena recepción por parte del público, estamos hablando de un tiempo muy corto como para que el circo ocupe un lugar comparable al de otras artes escénicas, con mayor trayectoria e institucionalización en Uruguay. Otro aspecto que contribuye a la marginalidad es el hecho de quedar asociados con la mendicidad en los semáforos. A partir de la crisis del 2002, el semáforo se convirtió en una salida laboral fácil y rápida utilizada por artistas pero también por niños y jóvenes que sin ningún vínculo con el campo aprenden un truco para pedir dinero. La saturación de este recurso terminó colaborando con cierta estigmatización del circo.

¿Cómo caracterizarían a la comunidad nucleada en torno al circo en Uruguay y a quienes esperan convocar al FIC?
El perfil es bastante amplio. Esto tiene que ver con los distintos estilos de hacer circo, con la forma de organización de los grupos, con la manera de dimensionarlo como ingreso económico y con los espacios de intervención. De un lado tenés al artista callejero que trabaja solo o en pareja haciendo presentaciones a la gorra en semáforos, plazas o siendo contratado para eventos públicos y privados. Son en general los que logran vivir de este trabajo, con actuaciones regulares que les permiten un ingreso económico más o menos estable. En el otro extremo tenés a quienes se embarcan en procesos creativos largos con grupos más numerosos, que buscan montar espectáculos en una dinámica similar a la del teatro o la danza. Estos procesos implican inversión de tiempo y de dinero por lo que no es una opción laboral redituable. En nuestro medio son muchos los artistas que circulan por estas formas de hacer y trabajar con el circo. Por otro lado hay un grupo cada vez mayor de gente que practica disciplinas de circo no como opción artístico-profesional sino como práctica de tiempo libre, como una actividad lúdica o como ejercicio físico para después del trabajo. El circo ha generado en los últimos años un público bastante diverso en relación a edad y nivel sociocultural. Sin embargo el hecho de que los espectáculos en general están restringidos a espacios alternativos, fuera del circuito comercial, restringe el alcance de las propuestas artísticas.



¿Qué objetivo se propone FIC en ese sentido?
El festival tiene un doble propósito. Ofrecer a un gran púbico espectáculos de calidad de una disciplina poco frecuente en el país, y dar una inyección a los artistas locales que tendrán la oportunidad de asistir a los espectáculos así de como relacionarse y formarse con artistas extranjeros.

Malabaristas de la gestión
¿Cómo es la organización de un festival de este tipo?
El festival lo organiza El Picadero, una asociación montevideana de artistas de circo con 10 años. La organización de esta primera edición nos está llevando un trabajo enorme. Somos un subgrupo de 6 personas del Picadero que producimos el Festival de forma voluntaria. Venimos trabajando desde hace un año. Luego algunos roles específicos se hicieron necesarios y contratamos a los diseñadores gráficos y a las encargadas de prensa y difusión y un compañero asumió la tarea específica de captar fondos privados. Ninguno de nosotros tenía una perspectiva real del trabajo que implica organizar un evento de tal magnitud, con tanta gente involucrada, con tantos espacios paralelos de actividades distintas. El fondo que nos otorgó Iberescena fue bastante menor al solicitado. Ahí salimos a golpear puertas al Municipio C y la Intendencia de Montevideo que a través del Programa Esquinas de la Cultura nos apoyaron para que el proyecto saliera igual. Y en la marcha se fueron sumando otros apoyos tanto públicos como privados.

En el aire
¿Cómo conformaron la programación y qué destacarían de ella?
Para esta instancia hicimos un primer contacto con compañías y espectáculos conocidos que queríamos que participaran y luego una convocatoria abierta que pasó por una selección de propuestas en función de los espacios disponibles para la exhibición.
Intentamos que la programación fuera variada, tanto en términos de disciplinas (que hubiera clowns, malabaristas, acróbatas, equilibristas, aerealistas), como de formatos (números cortos y espectáculos) y también de estilos (propuestas tradicionales y más volcadas hacia el nuevo circo). Supongo que por ser el primer festival peca de amplio, de querer representar un poco toda la movida del circo.
En relación a los espectáculos extranjeros, apostamos a traer una compañía grande de Colombia, La Gata Cirko, con mucho despliegue acrobático y un muy buen montaje. Traemos a un malabarista brasilero, Otavio Fantinato, que hace un unipersonal lleno de sutilezas que genera un ambiente muy íntimo. El Grupo, de Argentina, presenta una propuesta muy vinculada a la danza.
Entre los espectáculos de calle, se detacan los argentinos. Ellos vienen desarrollando esta veta callejera hace muchos años. En particular nos interesaba traer a Chacovachi, uno de los primeros payasos en salir a la calle a finales de los 80, con mucha experiencia y con una línea particular de laburo, de payaso que no se conforma solo con entretenerte un rato. Las demás compañías de calle argentinas se destacan por el humor y el vínculo que establecen con el público (Circo Da Vinci, Los Tarantela, Maku Jarrak…).
Otro muy buen espectáculo de calle lo trae la Microbanda - tres chilenos y una argentina - que integra el clown, la acrobacia y los aéreos en una propuesta de muy buen nivel técnico.
Como la producción local aún es poca, pudimos programar a la mayoría de los espectáculos nacionales que se vienen presentando y que están en actividad, como El itinerante Circo Sonante, XYZ Circo, Las incómodas Margaritas, De nudos y sirenas, El idilio circus y Circo Rosketi. Una novedad para el festival fue la postulación de una obra de teatro, Zapatos Andaluces de María Dodera con Susana Anselmi sobre una ilusionista de circo. Y como hay muchos números (presentaciones cortas en la jerga circense), se armaron varias Varietés tanto en sala como en calle.

¿Qué expectativas tienen respecto al festival que comenzará en X días?
Que haya buena recepción y la gente se acerque a las salas y a la calle aprovechando una instancia única para el país. Se van a estar presentando espectáculos de muy buen nivel a precios muy económicos, incluso a la gorra los que son en el Jardín Botánico. También esperamos que sea una contribución significativa para la comunidad circense local. Que los artistas aprovechen para ver obras, conocer otros artistas, tomar talleres, participar de discusiones en mesas redondas. El circo se caracteriza por ser un arte muy ligado al nivel de lo práctico y de lo técnico. Se piensa poco a sí mismo en términos conceptuales y teóricos. Son pocos los artistas que valoran una formación artística más allá del entrenamiento técnico. Si podemos movilizar algo en este sentido es un gran paso. Y por último esperamos que nos cierren los números. De eso depende la viabilidad de futuras ediciones.








































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