sábado, 20 de septiembre de 2014

Mil hojas de cuerpo verbo texto. Sobre "Tal" de Carolina Silveira.



                                                                                                                                      foto: Paola Nande

Tal parte de la escritura de un guión y simultáneamente de la pregunta sobre qué puede ser un guión para la danza. Su escritura es la continuación de un trazo investigativo que Carolina Silveira viene desarrollando a lo largo de sus 3 últimas obras - Garabatos (2011), Quien Donde Que Ahora (2012) y ahora Tal - aunque podemos ver el germen de las mismas preguntas y estéticas en obras tan lejanas como La Sed de Felipe (2004).

Inspirada por la premisa beckettiana de fracasar de nuevo para fracasar mejor, Carolina se sitúa como directora en el límite exacto que separa a escena de fuera de escena, para investigar desde ese umbral en los mundos que pueden emerger de las relaciones entre cuerpos, espacios, textos, espectadores, danza.

Tal nos presenta la secuencia de acciones que parecen interrumpirse para resetearse en fórmulas siempre diferentes. Esta periodización da una temporalidad cíclica a la obra, que se complejiza cuando percibimos que el ciclo involucra la construcción dramatúrgica y la hermenéutica a partir del pequeño espacio entre repetición y diferencia. Tal oscila entre la regularización de un tempo y calidad determinadas de las acciones que en ella se suceden, y la aparición de sutiles transformaciones que se producen a través de la acumulación de entradas, salidas, caídas, desplazamientos, aparentes quietudes. No hay repetición en Tal sino la minimalista transfiguración de cuerpos y relaciones a través de una composición detallista y altamente (auto) controlada.

Si en QDQA o Garabatos la sobriedad y el geométrico estudio de acciones minuciosas ya contrastaba con el fluir propio de las palabras que se profieren sin medida, en Tal esta característica se presenta extremada y llevada a contingentes consecuencias. Estas consecuencias producen un territorio en el que cuerpo y texto conviven en una relación de contigüidad y a veces superposición. Chocando y manchandose entre sí, dejando huellas de tiza sobre la superficie negra y opaca del vestuario anonimizante, borroneando los trazos que se distribuyen en el suelo a modo de terreno semiótico o de mera superficie.

Recuerdo que en QDQA (2013) se nos daba el guión al final de la obra, para llevarnoslo de souvenir y una vez concluida la experiencia de la obra. Nos íbamos entonces chorreando texto sobre el texto ya llovido y con la invitación a escribir algo nosotros mismos. En Tal el texto desborda desde el programa hasta el suelo y chorrea en toda la superficie de la acción. Se golpea contra el cuerpo con la fricción de dos elementos que son casi uno pero al mismo tiempo saben que jamás lo serán. Tal como la tortilla toca al sartén que la moldea sin nunca fundirse con él, estos cuerpos y textos se codeterminan sin llegar a mostrarnos nunca su punto de fusión, aunque sí las consecuencias de sus mutuos condimentos.

En Tal el texto es tan excesivo que sus posibilidades de articular significado se transforman y pasan a jugar con las reglas de la yuxtaposición, de la mera iconicidad del lenguaje. Tal es un paisaje de unidades de sentido cuya semiosis funciona solamente por contagio, sea de la tiza con los trajes negros o de la imagen de los cuerpos en movimiento con lo estático del trazo inmóvil.

Texto y acción discurren como líneas paralelas, como planos de composición que amagando independencia, construyen en sus dramaturgias un universo desinteresado en la causalidad de la acción, sin embargo apasionado por sus consecuencias. Ficción performativa, en la que los cuerpos son agentes casi indiferenciados integrando un cuerpo-obra con pocos espacios en blanco. Obra cuyo devenir encierra - nunca metafóricamente; y en pocos casos esto podría ser dicho de forma más literal - en una escritura sin salidas. Los cuerpos no tienen escapatoria al lenguaje, aunque tiemblen y expulsen, aunque reconozcan los orificios por los que la lengua entra y sale, aunque se les permita y se les prohiba.

Los hocicos al aire son el único pedazo de piel al aire y es asfixia la palabra que invocan algunas de las acciones. Mientras los cuerpos atraviesan y pausan. Sobre signos construyendo símbolos, que se borronean como el trazo blanco que al transcurrir la obra se va haciendo parte del aire que respiramos. Vía inhalación, Tal nos entra por las narinas y antes de irnos ya nos insufló del virus del lenguaje.

El sonido de una boca microfonada (la de la propia Silveira) es una capa más de este mil hojas de cuerpo texto. Un cuerpo. Dos cuerpos. Tres Cuerpos. La aparición de un Cuarto y el final, que pese a su entrega gravitatoria no cierra el rulo del nuevo ciclo que él abrió. Un quinto cuerpo resplandece en la memoria reciente del inicio enigmático: ese cuerpo inicial e iniciático, que tras terminar de trazar el terreno textual sobre el que los otros cuerpos transitarán, no aparecerá más en la escena.

De tobillos a cuello y de nariz a tope de la cabeza, la piel de los cuerpos se oculta dejando una franja bucal, enorme orificio expendedor de aliento, sonidos, saliva, susurro, voz. Tal mecha acción escénica con acción verbal sin nombrar inteligibilidad o sentido. El verbo pone en movimiento lo que nunca estuvo inmóvil. “Esto es lo que llamamos quieto por defecto. Quieto, a falta de algo mejor. Este peligro.” Susurra la obra estas palabras, mientras la luz de la sala nos deja en la penumbra de trazos ilegibles donde se esconden formas oscurecidas.

Ante el tal peligro, Tal oculta su punto de inicio, planteando una dramaturgia sin origen. Tal es un quizás abierto al encuentro con sustancias que quieran o puedan completarla. Tal es un cuerpo de composición incompleta pero al mismo tiempo parecería que nada exógeno a su organismo podría comple... Por eso exhalamos y nos micro-movemos desde nuestras butacas. Vuelan las letras, las sílabas, las palabras, las moléculas de tiza al ser provocadas por el golpe de algún miembro, deslizamiento, caída seca.

En la mesura de la acción habita una sombra que se mueve como un animal en la noche oscura. Los caminos geométricos humanizan los senderos que algún designio trazó. Escriba ausente que plantea un paisaje e invita al tránsito de secretos.

En las entrañas toda la gravedad del mundo”. El ser encerrado por el lenguaje me invita a escribir. busca y agota una nueva tiza. “Todo va a encontrarse con todo en algún lugar, si esperamos lo suficiente”. La promesa emite fuerza presente sin verificar su cumplimiento en alguno de los posibles futuros. Como la tiza, los escribientes se agotan. ¿Se agota también el lenguaje? ¿Se agota saturando? ¿Se agota exhausto de sí? ¿Se exhausta agotado de sí?

La oscuridad ilumina la imaginación. Un coro de toses acompaña la partitura de acción y susurros y va encontrando un final junto al epílogo infinito de este guión coreográfico.

Tu nombre es tal que si tuvieran que elegirlo ahora que te conocen….”
Una cita a Beckett1, geometrías robadas y la omisión de un centro geométrico - energético que no hace más que reforzar su energía. Acción periférica y diagonal que circula más y menos cerca de esta fuente arcana de poder coreográfico y caligráfico.

Parole soufflé. Discurso robado en palabras de Artaud quien considera a la palabra el cadáver de la acción, al discurso como una enunciación inapropiable. Tal es la palabra que apenas proferida, dejó de pertenecerle a su emisor. La relación de Tal con el lenguaje es menos de uso que de convivencia. Jugando en los límites de lo antropomórfico para reafirmar así su carácter indeformablemente humano, demasiado.

Esa danza es una conjura proferida en la densidad sonora de susurros que se expanden y oscilan para luego desaparecer. Es el cuerpo jamás quieto de la letra, que vibra buscando ojos y bocas que la respiren.

Los ojos de gato negro recorren las diagonales con una obsesión de escuadra.

El centro de toda escritura es un punto ominoso e infinitamente trazable.

El centro a diferencia de todo eje, es una referencia móvil para el equilibrio.

Las distancias se mesuran con el control o espasmo de quien es lanzado al mundo y se encuentra ahí. Ahí siendo.

Ninguna de las promesas se revela (aún) certera ni falsa.

Lo tácito y el gerundio desarrollan complicidades indiscretas.

¿Cómo cuerpo y lenguaje se organizan en la danza y cuales son sus límites de mutua inscripción e influencia? ¿Hay cuerpo fuera del lenguaje o sin lenguaje? ¿Hay narrativa en Tal? ¿Hay ficción? ¿Qué construyen estos cuerpos que acumulativamente van ingresando al espacio? Si la ficción es tal que sólo puede ser construida juntando pedazos significantes o si la ficción es tal que se construye en el recorrido espacial por un tiempo plegado sobre sí mismo, es algo que cada espectador querrá o no pensar, medir, estimar.

En Tal el aire está apretado y celebra exageradamente cada huequito que emerge entre costillas o manos. Expansiones y retracciones en lucha por ganarse su terreno órgano-gráfico. El perímetro del cuerpo es un borde sobrio; más allá de su frontera el paisaje se vuelve en extremo simple y complejo. Complejo por simple.Tal como siempre ha sido. Tal cual. Tal vez.”


1 Beckett, Samuel. “Quad” (1981): https://www.youtube.com/watch?v=LPJBIvv13Bc


Tal se presentó del 19 al 21 de agosto en el Ciclo Montevideo Danza 2014. Sala Zavala Muniz, Teatro Solis. 

Concepto, guión y dirección: Carolina Silveira
En escena: Natalia Burgueño, Carolina Guerra, Ana Oliver, Victoria Silva y Carolina Silveira
Asistente de dirección: Victoria Silva
Espacio visual: Érika del Pino
Colaboración artística: Martín Cerisola y Rodolfo Vidal

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