lunes, 8 de septiembre de 2014

Remolinos Uruguayos sobre "Don Qujote" por el BNS




* nota original

Remolinos Uruguayos o Cuando el protagonista es un perdedor

Don Quijote. BNS. 28 de agosto a 12 de setiembre Auditorio Nacional del SODRE

La previa publicitaria de esta nueva producción del BNS no se apartó del increscendo con la que la compañía viene promoviéndose y haciendo crecer una adhesión pseudo incondicional de parte de una gran cantidad de público. Esta balletmanía es alimentada desde la jerga empresarial por parte de una institución cultural que opera en la realidad muy cerca de sus lógicas y que evaluada en términos económicos y estadísticos de “crecimiento” redunda en resultados deseados por cualquier tipo de emprendimiento. Entradas agotadas antes del estreno, records de asistencia y la impactante cifra de 27 montajes en 4 años de gestión son logros que aderezan el imaginario que la publicidad del BNS explota: un Uruguay en desarrollo, capaz de competir económicamente con las grandes potencias y convenciéndose a sí mismo de que su pequeñez no es obstáculo a la hora de competir y autoestimarse. Los espectros del mismo Uruguay que vio nacer al SODRE llegan a caballo o son quizá los molinos de viento.

Don Quijote fue uno de los primeros ballets en ser coreografiado por el francés Marius Petipa (1822-1910) para la escuela académica rusa de San Petersburgo, que fundada en 1801 le disputó a Francia su protagonismo balletómano a partir de 1880. La obra estrenada en 1869 es resultado de tráficos culturales de la época, presentando un acercamiento al siglo de oro español desde la tradición francófona del ballet y por una compañia de orígen ruso (aunque sediada en Paris a partir de 1909). Con música de Ludwig Minkus la obra debutó en el Teatro Imperial de Bolshói y ya se vislumbraba en ella el carácter pintoresco que caracterizaría a los ballets románticos y en particular a los producidos por los Ballets Rusos. La versión creada por los argentinos Silvia Bazilis y Raúl Candal se inspira en la original de Marius Petipa, ofrecendo una versión libre del Capítulo XX del Libro Segundo de la obra “El ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha” de Miguel de Cervantes Saavedra de 1605.

Con un numeroso elenco y un gran esfuerzo de producción la puesta busca recrear una españa de gitanos y caballeros, de reinos humanos y bosques arcanos, de realidades paralelas que se traducen a un tránsito por 4 escenarios y estéticas diferentes: la ciudad, el campamento, el bosque y la taberna. El ballet – dividido en tres actos – respeta bastante el carácter polifónico atribuido por Bajtin al tipo de novela que como Don Quijote integra diferentes planos de realidad a través de su superposición. Sin embargo esta superposición no viola los límites de cada escena y por ende, es excluído uno de los temas más interesantes de la novela: la tensión que se produce en el choque de realidades. La puesta no aborda este conflicto sino que lo neutraliza debilitando los personajes de Don Quijote y Sancho Panza, que pasan a ser representantes de un mundo de delirio que no afecta demasiado al mundo “normal” y que siempre que no interfiera con aquel, es invitado a convivir dentro de sus códigos.

Las tentativas por recrear la época se traducen en vestuarios, objetos y rítmos alusivos – flamenco, abanicos, muleta, tauromaquia, castañuelas, trajes típicos – que los intérpretes manejan con destreza y hacen rendir visualmente. Las escenografías recrean ilustrativa y folklóricamente las costumbres sociales de la españa de gitanos, novelas caballerescas, monarcas, plebeyos y casamientos por conveniencia. Pero si visual y coreográficamente el ballet intenta ser fiel a su fuente literaria, en términos de argumento, éste es abstraído a su plano más melodramàtico concentrándose en la historia de cortejo, escape y enfrentamiento de la pareja protagónica a las fuerzas patriarcales del matrimonio acordado. La trama que el ballet presenta y que relega a Don Quijote y Sancho Panza a un lugar verdaderamente marginal en términos de acción o presencia escénicas puede resumirse como: Basilio y Kitri se aman pero el padre de ella quiere que se case con Camacho, mientras que Don Quijote y su recientemente designado escudero Sancho Panza, inspirados por novelas de caballerías y guiádos por la confusión entre Kitri y Dulcinea (entre otras) viven una serie de desventuras y ensueños para luego intervenir a favor del matrimonio de la pareja protagonista, que tras huídas y dramones logra concretar su unión. Rodeando a estos personajes centrales encontramos toreros, gitanas, amigas, a cupido, driades, taberneros, el pueblo.

Un cuadro que se reitera es el que retrata al pueblo reunido en el espacio público de la ciudad, donde o bien prima el caos propio de la interacción no organizada de la cotidianeidad, o bien un semicírculo frontal en que que todo el pueblo pausa para mirar a una/o bailar. Mientras que abundan los pas de deux donde la pareja protagónica danza las posibilidades e imposibidades de su amor, a lo largo del ballet el universo se organiza desde una mirada primordialmente masculina (fundamentalmente esto quiere decir: bailan más tiempo las mujeres. Pero no sólo eso.). Otra característica de la obra es que su relación con una fuente literaria no busca ser ocultada o sustituída por la danza sino que la comprensión de lo que vemos busca ser asegurada a través de una serie de leyendas que con tipografía caballeresca nos ofrecen subtextos para el texto de la acción. El programa de mano es entonces proyectado en caracteres gigantes y se torna un órgano de la dramaturgia de la obra.

Aunque es extremo en el primer acto, se observa para toda la obra un estilo interpretativo altamente gestual, que se basa en la pantomima y en la gesticulación para la caracterización de personajes y trama. Si olvidáramos la regla tácita en la ortodoxia dancística que asume al bailarín como un cuerpo mudo, quizás nos preguntaríamos si la excesiva gesticulación responde a una impotencia al proyectar la voz o si en verdad están hablando pero no podemos escuchar debido al volumen de la música. Si éste es un mundo imaginado linguísticamente, los cuerpos dan cuenta de ello.

En el primer acto se presenta el conflicto de la historia y la época en la que se sitúa. En una especie de plaza publica con puente de fondo, vemos sucederse cuadros de ballet teñido de danzas españolas: usando el humor y elementos de lo típico, la poética de este acto está en algún lugar entre la novela picaresca, el folklore proyectado y el ballet costumbrista. Al iniciarse el segundo acto o acto blanco, y tras nuevas leyendas, nos encontramos con la recreación de un campamento con un enorme molino de fondo. Si bien hay un amague protagónico por parte de Quijote y Sancho – de hecho el campamento es el único de los 4 submundos en el que ellos combinan al menos cromáticamente con el conjunto - la escena reintroduce a Kitri y Basilio en su amoroso escapismo. Esto es lo que pasa cuando el protagonista es considerado un looser, pienso, mientras pequeñas pausas son hechas en la coreografía para que el público canalice sus ansias de aplaudir. Una de las escenas más famosas es pantomímicamente presentada: Don Quijote confundiendo a los molinos de viento con gigantes mientras las aspas se mueven tranquilamente, como riéndose del fútil embate que finaliza con poca insistencia. Tras la bajada de telon, nos encontramos con nueva escenografía y vestuarios. Molinos o gigantes, Kitris o Dulcineas: la confusión disloca la acción hacia un mundo de ensueño: el reino de las Dríades (especie de silfides) al que Don Quijote es conducido por Cupido. Pero al llegar retoma su rol contemplativo y la obra redobla su apuesta por un espectáculo plagado de belleza, liviandad y virtuosismo. Dríadas – entre las que Don Quijote cree ver a Kitri convertida en Dulcinea – bailan con estilos diferentes y uniforme virtuosismo ante la mirada entre atónita, babosa, pederasta y senil del hidalgo caballero que ocupa el centro exacto del semicírculo frontal femenino. Se confrontan en este acto los extremos de contemplación delirante de Don Qujote y ejecución maquínica de la técnica de ballet por cuerpos jóvenes y mujeres etéreas.

El viaje continúa hacia la taberna, nuevo mundo donde las polleras vuelven a ser de colores y el cortejo carnal. Se resolverá aquí la trama ya que el padre acepta el casamiento entre Kitri y Basilio, no sin previos forcejeos y chantajes. El tercero de los actos se desarrolla en la misma escenografía del inicio y presenta un final feliz con triúnfo del amor y celebración pública de los amantes. Ante la mirada de los caballeros de La Mancha, una secuencia de solos y pas de deux culminan con una folklórica danza circular de todo el “pueblo”.

Llamativa de la puesta es la relación entre la música y el movimiento de los bailarines que a veces comienza antes que ingrese el sonido, y también la fusión de la técnica del ballet con elementos de danza flamenca, lo que aporta una calidad de movimiento interesante a la pieza y funciona como demostración de versatilidad del cuerpo de baile. Reduciendo la complejidad con la que la novela aborda el problema de la realidad y sociedad de la época, el ballet nos presenta un muy bien logrado tránsito entre escenas y escenografías basadas en referencias epocales, símbolos nacionales y folkloricos y una trama fácil de digerir. Por ellas, Quijote y Sancho Panza deambulan como dos testigos dementes y anacrónicos, cuyo delirio bélico – romantico los excluye de las dinámicas cotidianas del pueblo así como de cualquier disputa “real” por un amor u objeto de deseo, absorbiendo la poética de sus delirios y reduciéndolos al rol de integrantes seniles de una sociedad escénica imaginada.

En el final todo está dispuesto para que el aplauso homenajee a los artistas o a la belleza que sus cuerpos performaron. O quizás se trate de aplaudirnos a nosotros mismos, por estar presentes, por ser uruguayos, por lo mejor del virtuosismo francófono en casa. Mientras tanto el perfil aguzado de Bocca – verdad y mito - sobrevuela la sala como una presencia omisa y responsable de este deleite estético (el aplauso parece afirmar consensualmente que sí, lo fue). Así seguirá aplaudiendo el público que colme el Auditorio hasta el 12 de setiembre. Simultáneamente y desde el cine, una creación de Juan Álvarez nos invita a una mirada cinematográfica, más cotidiana, menos espectacular a las rutinas y excepcionalidades del mundo del BNS. Habrá que ver.

Posible recuadro:

Desde la llegada de Julio Bocca al BNS en el año 2010 se realizaron 27 obras en 4 años.
Al repasar la lista es posible apreciar el esfuerzo dedicado por la compañía a integrar a su repertorio el canon del ballet romántico, de los que encontramos 10 de los ballets más consagrados en la historia de este arte (entre paréntesis los coreógrafos responsables de las versiones):
En el 2010: Giselle (Sara Nieto), Raymonda (Petipa/Camou/Lago), Nuestros Valses (Vicente Nebrada) Doble Corchea (Estreno – Vicente Nebrada), El Lago de los Cisnes (Raúl Candal).
En el 2011: Un tranvía llamado Deseo (Estreno – M. Wainrot), Donizetti Variations (Estreno, George Balanchine), Adagietto (Oscar Araiz), Percusión para 6 hombres (Estreno – Vicente Nebrada), Tango & Candombre (Creación – Ana María Stekelman), El corsario (Estreno – Anna Marie Holmes), El Cascanueces (creación – Silvia Bazilis).
En 2012 La Bayadera (Estreno – Natalia Makarova), The leaves are fading (Estreno – Antony Tudor), Whithout Words (Estreno, Nacho Duato), Tres Hologramas (Creación Inthamoussú – Drexler), La viuda alegre (Estreno – Ronald Hynd), Instantáneas (Creación – Andrea Salazar).
En 2013: La Silfide (Estreno – Frank Andersen), Sinfonietta (Estreno – Jiri Kylian), In the middle of somewhat elevated (E – William Forsythe), La Consagración de la Primavera (E – Oscar Araiz), El lago de los cisnes (Nueva Producción – R. Candal), Hamlet Ruso (Estreno Boris Eifman),
En 2014: El Corsario (Nueva Producción – Anna Marie Holmes), El Mesías (Estreno – M. Wainrot), Don Quijote (Estreno – S. Bazilis y R. Candal)
Ya van 10 piezas del canon del ballet romántico!!


Publicada en la diaria 8/9/2014. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario